(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El PRI atraviesa su peor momento a nivel nacional. Nunca había estado tan debilitado y nunca sus dirigentes tan cuestionados. Ni siquiera tras la derrota de 2018 los tricolores se vieron tan pequeños, pues para entonces todavía tenían junto con el PAN la mayoría de las gubernaturas y de los congresos locales.
Pero 2021 fue para el PRI una verdadera catástrofe y de acuerdo con el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz (llamado URO), esta debacle política sólo tiene un hombre, apellido y hasta un apodo: Alejandro Moreno, alias Alito, ex gobernador de Campeche y dirigente nacional del tricolor, quien fue el artífice de la alianza “Va por México”, junto con el PAN y el PRD.
Para URO, esta alianza artificial, que implica la mezcolanza de ideologías de derecha, centro e izquierda, fue el epitafio para el PRI, que sólo salvó el registro por el esfuerzo de militantes en distritos y municipios en disputa.
Como muchos otros priístas y perredistas, el traspasar las barreras ideológicas que los identifican como partidos frente al electorado, ha sido una locura.
Por lógica, en una nación que se ha desarrollado con un partidocracia bien definida, con partidos colocados por decenios en sus lugares del espectro político electoral, cayó de peso esa alianza que, además, realmente fue impulsada por empresarios, quienes asimismo reciben financiamiento público de los Estados Unidos para mantener una campaña permanente en contra del gobierno en turno, a través de ciertos personajes incrustados en los medios de comunicación o que cuentan ellos con sus propios espacios, aprovechando el auge de las redes sociales.
Es el caso de Latinus, así como de organizaciones de periodistas supuestamente constituidas para investigar y denunciar la corrupción gubernamental, esquema que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha considerado que son “golpistas”, pues se trata realmente de injerencismo extranjero.
Ya de por sí la relación prensa gobierno está muy contaminada como para que, además, haya periodistas, medios y organizaciones que estén siendo financiadas por el gobierno estadounidense, y que obviamente son parte de una agenda global de control.
Volviendo al tema, el PRI se llevó la peor parte en la reciente elección, y todo indica que para 2022, cuando se realizarán elecciones en otras 6 entidades, también perderá pro lo menos Oaxaca.
El año próximo, irán a elección para gobernador los estados de Oaxaca e Hidalgo, gobernados por el PRI; Tamaulipas, Durango y Aguascalientes, gobernados por el PAN, así como Quintana Roo, que en este momento gobierna el PRD.
En 2023 cambiarán su gobierno estatal los estados de Coahuila y Estado de México, hoy en poder del PRI; y para 2024, empatados con la elección presidencial de ese año, los estados de Jalisco (Movimiento Ciudadano); Guanajuato y Yucatán, dominados por el PAN; Morelos, en poder del PES. Y las entidades morenistas como Ciudad de México, Chiapas, Puebla, Tabasco y Veracruz.
De esta suerte, en los próximos 3 años se renovarán todas las gubernaturas que en este 2021 no tuvieron elecciones, y eso será una prueba de fuego para todos los partidos, pues ya la cuña morenista está muy adentro.
Eso demuestra que la alianza Va por México no fue el contrapeso que se suponía. Al contrario, los partidos aliados tendrán que recapitular y repensar su estrategia, de si continúan aliados, o se mueve cada araña por su hebra.
Claro que tampoco es para rasgarse vestiduras. En Guerrero, por ejemplo, se pensaba que los perredistas se negarían abiertamente a una alianza con el PRI, pero la aceptaron sumamente gustosos, al grado de que podemos decir que aunque en muchos municipios el perredismo representó una dura carga para el tricolor, a nivel general los perredistas apuntalaron muy bien al candidato aliancista, Mario Moreno Arcos.
Ya antes, en 2018, los perredistas de todo el país consintieron que el PRD fuese en alianza con el PAN, con el fin de detener el avance de Morena y su candidato, López Obrador.
Por lo tanto, tampoco hay que ser tan drásticos en eso de las ideologías partidistas, que a estas alturas están definitivamente borradas. Ya sólo tenemos a Morena, y a sus adversarios de enfrente, todos en bola. Así se lee el escenario político actual. Y aunque eso es una verdadera desgracia política, porque el país se queda sin opciones, a los ciudadanos nos queda una sola alternativa: votar por la persona, no por los partidos. Creo que eso sucedió el 6 de junio y seguirá sucediendo. No importa quién preste la bandera, mientras pueda llegar la persona con mejor aceptación social.
Alito, sin embargo, todavía tiene que enfrentar todos sus fantasmas y los más fuertes son los que están dentro. Con la desventaja de que ya no hay presidente de la República que sirva de muro de contención. Alito tendrá que defenderse solo.