Opinion

SOS COSTA GRANDE

By Despertar Redacción

November 11, 2020

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Además de tiempos de coaliciones -que ayer para Guerrero fue más bien de sorpresas- también son tiempos de destapes y de autodestapes.

Y si bien el PRI y el PRD, que ayer formalizaron su alianza y la registraron, tienen bastante controlado su proceso interno de selección de candidato a gobernador, en Morena, en cambio se multiplican los candidatos como hongos, pues además de los que tienen meses y años haciendo campaña, se sumaron en las últimas horas dos varones más, a saber: El diputado federal por la Costa Chica, Rubén Cayetano García, quien esperó hasta este 10 de noviembre para manifestar su intención de buscar la candidatura del partido guinda al gobierno de la entidad, asumiéndose como un verdadero y auténtico morenista.

A Cayetano García ya lo habían destapado los miembros de su grupo político, el mismo grupo que dirigió en vida César Núñez, y que parece ahora quedará bajo la dirección del marquelino.

Sin embargo, el diputado no adelantó vísperas, sino que esperó el tiempo legal para levantar la mano y anotarse como aspirante a la gubernatura, con el hasht tag #Cayetano por Guerrero, lanzando un “manifiesto”, en el que se compromete a enarbolar los principios de la Cuarta Transformación.

También se sumó la senadora Nestora Salgado García, quien luego de que enfermó de Covid, parecía apagada. Pero ayer en redes sociales se convocó a los morenistas a apoyar a una verdadera propuesta de los pueblos originarios de la Montaña.

Pero el que de plano derramó el plato, fue el dirigente estatal de Morena, Marcial Rodríguez Saldaña, quien también dijo que quiere ser candidato a gobernador, publicitándose con una foto del presidente Andrés Manuel López Obrador.

¡Hágame usted el fabrón cavor, amable lector! Porque si hasta el capitán del barco quiere mamar y comer zacate, como vulgarmente se dice, o estar en misa y andar en la procesión, pues esto simplemente va a reventar. 

¿Quién se supone que dirigirá este barco llamado Morena a buen puerto? ¿Para eso se aferró tanto Marcial Rodríguez Saldaña a la dirigencia nacional del partido, para candidatearse? Eso lo hace juez y parte en el proceso interno, y sucederá exactamente lo de 2018, cuando el entonces líder del partido, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, además de tener a su cargo las riendas del partido y la selección de candidatos, él mismo era un aspirante al Senado. Como no se le hizo, entonces optó por una diputación local plurinominal, cargo al que renunció en cuanto llegó AMLO al poder y lo nombró delegado del gobierno federal para programas sociales, desde donde saltó de nuevo a la precandidatura a gobernador.

El partido guinda está sometido a este círculo vicioso, lamentablemente. Y eso no depara nada bueno. Alguien que le diga a Saldaña que si esa era su intención, debió dejar que el partido a nivel nacional mandara un delegado, alguien que viniera a ser un cuarto en discordia entre los 3 grupos que en este momento se están peleando los huesos a repartir, aprovechando que se trata de  una elección todavía fácil, donde aún se tienen remanentes del efecto AMLO, y en la que el partido goza de la más alta preferencia electoral en el estado.

Siempre dijimos en este espacio que debe haber una diferencia entre los líderes de los partidos, y los militantes y simpatizantes, por el simple hecho de que de ellos dependen los destinos de cada instituto político.

Con su autodestape, Marcial Rodríguez Saldaña cae en lo que tanto ha criticado de sus adversarios irreconciliables dentro de Morena, pero también de los que pululan en la oposición, donde se estila premiar con diputaciones plurinominales a los dirigentes, como premios de consolación por la talacha que hicieron.

Lástima. Se pensaba que Marcial, por su ascendencia como exrector de la UAGro, tendría un poco de más decoro, y permitiría que este proceso interno del partido lópezobradorista se desarrollara sin la mancha de sus propios intereses.

Y es que no es sólo él. Es obvio que sabe que no le alcanzarán los votos para encabezar una candidatura, pero de lo que se trata es de hacer ruido para presionar y negociar cargos para él mismo, pero también para “su” gente. Porque sí, también en Morena dicen “mi” gente, como si las personas fueran de su propiedad.

El caso es no quedarse fuera del reparto, y tampoco dejar que el que encabece la candidatura de la alianza se quede con todo el pastel. 

Esa estrategia ya la conocemos. Entonces, que Marcial mejor diga que quiere cargos, secretarías, direcciones, así como candidaturas para sus allegados, en lugar de hacer semejante ridículo, y de poner en riesgo la unidad del partido. Se tenía que decir y se dijo.