(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
La política nacional sigue dando de qué hablar. Ayer, desde la cárcel, el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se ofreció mediante Twitter a aportar pruebas en contra del ex presidente Enrique Peña Nieto y su alianza político-electoral con la empresa brasileña Odebretch, a quien le pagó las generosas aportaciones a su campaña con contratos millonarios de obras, esquema que esa empresa repitió en varios países de Centro y Sudamérica, en donde ya hay más avances que en México.
Duarte dice que no busca ningún beneficio, solamente contribuir a destrabar el caso Odebretch, por lo cual el ex director de Pemex se acogió al programa de “testigos de oportunidad” previsto en la ley, y quien es el que está argumentando que todos los negocios que hizo, y que implicaron un daño patrimonial a la paraestatal, fue porque se lo ordenó Peña Nieto, así como el ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso.
En este contexto, saltó a escena el director de Odebretch México, quien fue el contacto de los acuerdos y actos de corrupción que se llevaron a cabo desde la campaña de 2012.
César Duarte dice que este empresario miente, y da a conocer que Peña Nieto le pidió, desde Brasil -en uno de sus viajes- que acelerara sus obras pendientes para que la empresa de Etileno XXI, una de las empresas que comenzó a integrarse en México desde el gobierno de Felipe Calderón, pudiera arrancar actividades.
“Tengo la disposición de declarar todo lo que me consta en este caso ante la autoridad correspondiente, sin la necesidad de solicitar ningún criterio de oportunidad o beneficio alguno, lo hago simplemente con la intención de aclarar y apoyar en la investigación de este caso y sobre todo que se sepa la verdad”, recalcó Duarte, uno de los gobernadores perseguidos por Peña Nieto desde que dejó el poder en Veracruz, y a quien se le acusa de enriquecimiento ilícito, asociación delictuosa y otros crímenes.
No es de extrañar, por esto, que Duarte quiera hablar sin acogerse a ninguna de las excepciones de ley, pues mientras él huía a Centroamérica y su mujer a Europa, lo mismo que hicieron otros gobernadores del sexenio, Peña Nieto y su camarilla estaban a sus anchas, gozando de los beneficios de la red de corrupción que armaron para saquear al país, en todos los niveles, obligando incluso a los gobernadores a aportar recursos para sostener al PRI y sus campañas en estados y municipios, asunto por el que tendrá que responder Videgaray.
Por lo visto, se están dando las condiciones para llamar a cuentas al ex presidente, y a los miembros de su camarilla. Ayer, se anunció también que la Fiscalía está adaptando el expediente contra Luis Videgaray para volver a pedir la orden de arresto.
Los mexicanos no esperábamos que la apuesta contra la corrupción del presidente López Obrador, llegara hasta esos niveles.
Y curiosamente ni siquiera ha tenido que hacer mucho, sólo seguir juicios que ya estaban instalados desde que gobernó Peña Nieto, como el de Rosario Robles Berlanga, cuyo entramado de corrupción lo detectó el mismo gobierno peñanistista, a través de sus órganos fiscalizadores; y aunque se judicializó, nunca avanzó la investigación.
La Estafa Maestra no es algo nuevo, de hecho. Fue algo que también la organización empresarial de “Todos Unidos contra la Corrupción”, detectó e hizo pública, demandando el fin de estas prácticas, pero Peña Nieto hizo oídos sordos, sosteniendo a la Robles en Sedesol y Sedatu, haciendo de las suyas.
Esta semana, Zebadúa, el más cercano colaborador de Rosario Robles, se acogió al beneficio de ser “testigo de oportunidad”, a cambio de aportar pruebas en contra de Peña Nieto y Videgaray en el caso de la Estafa Maestra. Eso le permitirá al gobierno de AMLO, además, recuperar algo así como 6 mil millones de pesos que se desviaron mediante esta estrategia, que armaron Chayo Robles y sus “5 Fantásticos”, entre los que figura Zebadúa.
Al cambio de gobierno, vino el desmantelamiento de la red de protección de Chayo Robles, y cuando ella se presentó a declarar, confiada en que estaba protegida, quedó presa.
Desde entonces ha estado diciéndose inocente y se negó a ser testigo protegido.
Desafortunadamente, el sacrificio de Chayo Robles no detendrá las investigaciones contra su ex jefe político, pues son muchos los agraviados, y muchos más los que quieren salvar el pellejo.