Opinion

SOS COSTA GRANDE

By Despertar Redacción

November 03, 2020

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Se hunde Rosario Robles Berlanga. Si la ex titular de Sedesol federal y de Sedatu, consideraba que tenía posibilidades de salir airosa del juicio que enfrenta por graves actos de corrupción, conocido como La Estafa Maestra, lo cierto es que lo más seguro que tiene es la cárcel y por muchos años, sin contar que sea obligada a devolver lo robado.

Y es que su más cercano colaborador, Emilio Zebadúa González, ex oficial mayor de ambas dependencias en tiempos de Rosario Robles, y miembro de su equipo más cercano, accedió al beneficio de ser un testigo de oportunidad, o testigo protegido, obviamente con la condición de dar a conocer y probar todos lo que sabe acerca de la Estafa Maestra, un plan de desvío de recursos públicos, que fue finamente diseñado.

A cambio de inmunidad judicial (de eso se trata el ser testigo de oportunidad), Zebadúa ofreció detallar que los recursos desviados de la Sedesol y Sedatu fueron usados para financiar las campañas del PRI.

Para entender este caso, recordemos en qué consiste la Estafa Maestra. Concretamente, es un esquema de fraude mediante el cual funcionarios del gobierno federal, empresas fantasma e instituciones educativas, desviaron fondos para financiar las campañas de diversos candidatos del PRI, simulando la prestación de diversos servicios.

Informes de auditoría precisan que funcionarios de la Sedatu y la Sedesol también entregaban a funcionarios estatales cajas con “entregables”, con la finalidad de mostrarlas a los auditores en caso de revisión.

El caso fue aparentemente fino, pero una auditora especializada descubrió esta trama, por la cual fue destituida en mayo de 2018. Se trata de Muna Dora Buchahin, quien estima que el dinero desviado de la Estafa Maestra no sólo se usó para financiar al PRI y las campañas políticas, si no que habría también altos funcionarios involucrados.

Lo que es peor, Muna Dora expuso ayer que Santiago Nieto, el actual titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, la invitó a colaborar con él, una vez que comenzó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero que el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, se lo prohibió.

Esto, dijo, fue un acuerdo entre el titular de la Auditoría Superior de la Federación que la despidió, Colmenares, quien también fue exasesor de Peña Nieto, y Urzúa, el primer secretario de Hacienda de AMLO, quien renunció en julio de 2019, y desde entonces asumió una postura opositora contra el gobierno lópezobradorista.

Aquí el asunto se pone interesante, pues con la decisión de Zebadúa, los alfileres con los que está prendida la defensa de Rosario Robles se caerán por sí solos, y lo que le espera a la ex titular de Sedesol y Sedatu en el periodo peñanietista, es la cárcel, además de la devolución de unos 5 mil millones de pesos desviados mediante la Estafa Maestra.

Ahora mal, si lo que hizo Rosario Robles no fue algo que se le ocurrió a ella, sino algo más bien institucional, también se podrá probar en este caso que el propio Enrique Peña Nieto estuvo detrás no sólo de este esquema de robo, sino de todos los demás, como ya lo ha afirmado Emilio Lozoya, ex director de Pemex, quien también se acogió al beneficio de ser testigo de oportunidad.

La diferencia entre la Robles y Lozoya, es que ella ha preferido mostrarse leal a Peña Nieto y sus secuaces, mientras que Emilio Lozoya y su familia, de por sí de abolengo y adinerados, determinaron colaborar con el gobierno de AMLO para ir deshaciendo la madeja de corrupción que se tejió en el gobierno anterior, y que en muchos casos tienen hebras muy largas en el tiempo, como suele suceder, gracias a los acuerdos entre un sexenio y otro.

Zebadúa era el responsable de los contratos con entidades públicas y empresas fantasma, en el esquema de triangulación que aplicaron primero en Sedesol y que luego trasladaron a Sedatu. Incluso, de acuerdo con medios nacionales, se tenía un centro de operaciones fuera de las dependencias oficiales, en Polanco, en la Ciudad de México, para realizar y falsificar documentos. La finca era del propio Zebadúa.

Por lo tanto, estamos ante algo peor para Rosario Robles y todos los funcionarios que participaron con ella en la Estafa Maestra.

Aunque el gobierno federal le ha ofrecido aprovechar el resquicio de la ley para ser testigo de oportunidad, la Robles Berlanga no ha querido y, al contrario, denunció que se le está presionando para denunciar a Peña Nieto.

Pues bien, Zebadúa ya aceptó hacerlo y ella no puede evitarlo. Su defensa se complicará, y aunque ella quiere salir por la puerta grande de la cárcel, demostrando su inocencia, con las evidencias que serán presentadas en su contra no saldrá ni por una, no por otra. Lástima.