(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Por fin, el gobierno federal designó al delegado para Programas Sociales en Guerrero, un espacio harto peleado por las tribus del partido, pero que finalmente quedó en manos del subdelegado de la Zona Centro, Iván Hernández Díaz.
¿Por qué importa conocer este detalle? Porque Hernández Díaz no pertenece a la corriente mayoritaria de Morena, la del delegado y diputado con licencia Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, sino de la corriente del finado César Núñez Ramos, fundador del partido en el estado, mérito que no se le puede negar al costagrandeño, pues fue el impulsor de la difícil tarea que le encomendó el presidente Andrés Manuel López Obrador después de la derrota de 2012 frente a Enrique Peña Nieto, y después de que el PRD lo traicionó, aprovechando solamente su efecto arrasador para ganar espacios de elección popular que luego usaron para negociar prebendas al interior del Pacto por México, el Frankestein político en el que se pactaron las reformas estructurales del peñanietismo, que no son otra cosa que la venta de casi todo lo que nos quedaba, incluido el petróleo y la electricidad, a precio de ganga, y bajo un modelo de exclusión. Es decir, que no se necesitó hacer lo que hizo Carlos Salinas, que desincorporó todas las empresas estatales, como Telmex, bancos, ingenios azucareros, ferrocarriles, etcétera, sino que el modelo fue mucho peor, profundamente maquiavélico, consistente en parar Pemex y la CFE, para comprarles electricidad y petróleo a particulares. Peña Nieto llegó incluso a clausurar la producción petrolera, diciendo que se había muerto “la gallina de los huevos de oro”.
En este contexto es que el se decidió hacer del Movimiento de Regeneración Nacional, que se oponía a todas esas reformas, un nuevo partido político.
Los seguidores de AMLO comenzaron a picar piedra en estados y municipios, siguiendo un modelo de cercanía total con la gente. Iniciaron levantando los comités del “cambio verdadero, en lo que fue un trabajo que nadie quería hacer.
Para las elecciones de 2015, el partido dio su primera competencia en Guerrero, en el marco de la campaña para gobernador y la renovación de diputaciones y ayuntamientos.
Ya se tenía un partido, y ahí justamente comenzaron las diferencias que ahora vemos al interior de Morena Guerrero. La elección interna de candidatos fue caótica, se siguió el modelo de la tómbola, por lo que las candidaturas recayeron en gente improvisada, en lugar de que se buscaran personas de dentro del partido, que hubiese trabajado, y con perfil idóneo.
En cuanto a la elección del candidato a gobernador morenista, fue también un caos, porque originalmente la candidatura natural era para el ex secretario de Salud en Guerrero, Lázaro Mazón Alonso, pero al vincularlo con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, tras la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el partido tuvo que buscar opciones, y primeramente eligió en un consejo estatal al ahora diputado federal Rubén Cayetano García, algo totalmente válido y legal, pero intervino el comité nacional del partido y ahí comenzó, decíamos, lo que ahora se está viviendo al interior de Morena en esta entidad: divisionismo y odios intestinos, por decir lo menos, al punto que podemos considerar que el partido está en una fase irreconciliable. Se nombró desde el centro a Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, y luego se quedó como líder del partido, desplazando a César Núñez y el grupo fundador. Poco se dice esto, pero es la verdad.
En cuanto al relevo en la delegación federal, todo mundo esperaba que el sucesor de Pablo Amílcar fuera uno de este grupo político, pero en el centro decidieron otra cosa. Se nominó a uno del grupo de César Núñez Ramos, y eso viene a darle un giro al manejo de los programas sociales, pero también -esperemos-, que se renueve la relación con la prensa, pues los medios hemos sufrido en carne propia el desdén de los subdelegados, y de los mismos servidores de la nación, quienes pusieron a todos los medios en un mismo rasero, y por recoger denuncias de beneficiarios de los programas -algo que fue muy recurrente en 2019 con lo del fertilizante, que fue un fiasco- se nos tildó de enemigos del la 4T, cuando realmente los medios de Guerrero, la mayoría, hemos venido siguiendo los pasos de AMLO desde su primera campaña presidencial en 2006, cuando todavía no había Facebook ni había predilección por las redes sociales entre la clase política, sino que si se necesitaba publicar una nota, costaba ponerla en circulación para que la gente tuviera acceso a la información.
En este momento es fácil opinar en redes, subir fotitos y algún mensaje, pero hubiéramos visto a los morenistas de Guerrero hace 14 años, nadando a contra-corriente y, sobre todo, sin paga, desembolsando lo propio para difundir aquella campaña.
Por cierto, la mayoría de los que ahora pelean, ni eran morenistas, y hasta militaban en partidos opositores, como el PRI y el PAN.
Esperemos que Iván Hernández Díaz, como nuevo delegado federal, venga a recomponer esta crispada relación prensa-gobierno federal, y que el partido purgue su lista de medios y determine quiénes sí lo somos de verdad, quiénes sí generamos empleo, y quiénes son solamente páginas de Facebook. Y, obviamente, que se nos deje de atacar y ver como enemigos. ¡Enhorabuena!