Opinion

SOS COSTA GRANDE

By Despertar Redacción

September 14, 2020

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Septiembre de sismos, inundaciones y desgracias.

Este que a nivel nacional es uno de los meses más hermosos del año, porque el pueblo mexicano celebra las fiestas patrias, para Guerrero es uno de los que más infortunios nos ha traído.

Y para no variar, ayer se registraron dos sismos en la entidad, de magnitud 4.2. Ambos ocurrieron durante la madrugada, en el puerto de Acapulco, lo que desató alarma entre los habitantes.

Y eso nos volvió a todos a la cruda realidad de que estamos en una región altamente sísmica, y que precisamente el mes de septiembre es un mes en el que han ocurrido movimientos telúricos mortales y debastadores a la población

De acuerdo a informes del Servicio Sismológico Nacional (SSN) el primer temblor se registró a 4:54 de la mañana de este domingo, al sureste de Acapulco.

Fue ubicado a una latitud 16.79, una longitud -99.75 y a una profundidad de 10 kilómetros, destacó el SSN en su cuenta de Twitter.

El segundo sismo se registró a las 5:44, localizado a 18 kilómetros al sureste de Acapulco, en una latitud de 16.79, una longitud de -99.75 y una profundidad de 10 kilómetros.

Al amanecer, el gobernador Héctor Astudillo informó mediante su cuenta de Twitter, se activaron de inmediato los protocoles de seguridad. Por fortuna, no se registraron daños.

Claro, el miedo es genuino y justificado. Fue en septiembre de 1985 cuando un sismo con epicentro en Michoacán remeció la Ciudad de México, dejando un saldo devastador de 3,692 muertos, de acuerdo a cifras oficiales, aunque la Cruz Roja Mexicana estimó que el número de fallecidos superó los 10,000.

Fue también en la noche del 7 septiembre de 2017, hace apenas 3 años, cuando se registró un potente terremoto de 8.2, con epicentro en las costas de Chiapas, que dejó un saldo mortal en esa entidad y en Oaxaca. El saldo estimado es de 100 muertos pero los daños materiales fueron cuantiosos, sobre todo en Juchitán, Oaxaca, ciudad que quedó devastada.

Y justo el 19 de septiembre, cuando el país conmemoraba 32 años de la tragedia del 85, y con apenas 12 días de diferencia del terremoto de Chiapas, cuando vino otro sacudimiento de 7.2 grados, con epicentro en la frontera entre Puebla y Morelos, sismo que golpeó severamente -este sí-, al estado de Guerrero, particularmente la Zona Norte, cercana a Cuernavaca.

Sí sabemos que Guerrero es una zona en la que, junto con Oaxaca, se están registrando continuamente sismos. De hecho, son las dos entidades con mayor número de movimientos telúricos detectados por el Sistema Sismólógico Nacional, pero no deja de ser interesante que los más devastadores han sido en el mes de septiembre.

Pero no sólo hemos tenido sismos potentes. También las inundaciones más graves por tormentas y huracanes se han registrado en este mes.

Cómo olvidar a Manuel e Ingrid, meteoros que remecieron la entidad entre el 13 y el 16 de septiembre, con un saldo de daños y pérdidas de vidas aún incalculables.

Y por si algo faltara, fue en septiembre cuando sucedió una de las tragedias más graves de la entidad y del país, con la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en septiembre de 2014.

Ese hecho vino a cambiar la vida política de México, y nos colocó como un país con un gobierno genocida. El caso aún no se esclarece, aunque el presidente anunció el viernes que, al cumplirse los 6 años de la desgracia, dará a conocer los avances de las nuevas investigaciones.

En resumen, para Guerrero, septiembre en lugar de ser el mes de la Patria, parece ser el mes de la desgracia.

Este año, para colmo, por la pandemia de Covid 19 no habrá fiestas patrias. Y en lugar de avanzar en el semáforo epidemiológico, retrocedimos.

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