(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Por fin dieron a conocer la producción de maíz que se alcanzó el año pasado. El subsecretario de Agricultura y Desarrollo Rural del gobierno federal, expuso ayer los resultados del programa de fertilizante gratuito, que por primera vez fue operado en Guerrero por la Federación, una vez que la entidad ya no pudo operarlo y estaba a punto de desaparecer.
En total, se obtuvo una cosecha de 1 millón 255 mil 327 toneladas de maíz, cifra similar a la obtenida en 2018, cuando se obtuvo un 1.1 por ciento más, con 1 millón 269 mil 713 toneladas.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural atendió en 2019 a 278 mil 547 productores de los 81 municipios de Guerrero, que cultivaron en 476 mil 688 hectáreas, y se ejercieron 1,202 millones 102 mil 184 pesos.
Recordemos que el presidente AMLO retomó el programa que se tenía exclusivamente en Guerrero, para exportarlo a otras entidades; y el año pasado se hizo lo que fue el plan piloto, aunque con pobres resultados en materia organizacional, y hasta con denuncias de corrupción en contra del encargado del programa, Jorge Gage, que hoy está fuera de la jugada, por cierto, y sometido a una investigación por faltantes en las remesas de semilla mejorada que le agregó al programa, sin que fuera necesario.
Este año, según el subsecretario Miguel García Winder, el programa se expandirá a otros 4 estados de la República, con vocación maicera; a saber: Tlaxcala, Puebla, Estado de México y Morelos, en beneficio de más de 1 millón de hectáreas, y de productores que han sufrido el embate de la violencia en los últimos años.
Todavía se analiza si hay suficientes recursos para añadir al estado de Oaxaca, lo cual sería fenomenal, pues en esa entidad se tienen 500 municipios indígenas, todos con tradición de pueblos maiceros, a los que les caería de perlas el apoyo.
El gobierno federal ha dispuesto para este 2029, de 3 mil millones de pesos para este programa, la mitad de los cuales vienen para Guerrero.
Esa es una buena noticia, estimado lector, porque más allá de los errores garrafales que se cometieron el año pasado, de los cuales todas las partes son culpables, tanto el gobierno como los productores que no acataron las reglas del juego, pidieron ampliación de ventanillas y la eliminación de requisitos básicos; más allá de todo esto, decíamos, lo que importa es ver a futuro, y recuperar el campo, cosa que fue una de las principales promesas del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues mientras que México no vuelva los ojos al campo, y garantice su seguridad alimentaria, seremos un país vulnerable ante cualquier crisis.
Vale la pena, entonces, que todos veamos hacia adelante, que nada estorbe el proyecto de reposicionar a México como uno de los países productores granos, luego de 40 años de olvido, pese a que el campo envejeció, y a que prácticamente está despoblado.
Los sobrevivientes de la apertura económica están ahí, esperando que les echen una mano para comenzar a producir, y si se les ayuda con uno de los gastos más fuertes que se tienen a la hora de sembrar, como lo es el fertilizante químico, rápido saldrán del atolladero.
Este programa va dirigido al sector social del campo; es decir, a la gente que si no siembra no come, los que por tradición habilitan año con año sus parcelas, y aunque sea siembran entre los cerros, o rentan los bajiales o chaues, para tener maíz en sus chapiles.
Es bueno ver este tipo de acciones para los hermanos campesinos, que son los que ponen el maíz que luego llega a nuestra mesa industrializado como tortilla, el alimento básico de los mexicanos.