(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El PRD Guerrero se desembaraza de sus tótems políticos y comienza a construir su unidad, a partir de afinidades y proyectos. Dos de sus principales aspirantes al gobierno de Guerrero, Evodio Velázquez Aguirre y Carlos Reyes Torres, están decididos a caminar solos hacia la elección que viene, sin alianzas con otros partidos de derecha, sobre todo sin alianza con el PRI, a las que están convidados con la advertencia de que solos no podrán nunca remontar su propia debilidad electoral.
Pero Evodio y Carlos piensan distinto. Ambos tienen un año trabajando desde la base, reafiliando a los tránsfugas perredistas que los abandonaron en la elección de 2018, así como a nuevos militantes, aprovechando a los miles de jóvenes que están en su mayoría de edad, lo mismo que otros ciudadanos que no habían decidido participar en política, y consideran que tan sólo tomando en cuenta el padrón, son el partido más fortalecido en este momento.
Este fin de semana, durante la reunión de las dirigencias nacional y estatal del PRD, a la que asistieron los dos principales aspirantes al gobierno del estado, así como los miembros de las tribus que los arropan, parece que se pusieron en claro algunos aspectos, entre ellos que por estatuto tienen vetada una eventual alianza con el tricolor, pese a que el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, líder de la Izquierda Progresista Guerrerense así lo ha planteado.
El dirigente del partido, Ángel Ávila Romero, aclaró este punto y dijo que competirán solos, de entrada con Evodio o con Carlos Reyes, aunque estos están abiertos a declinar en caso de que algún aspirante externo demuestre tener mejor arraigo entre la población.
Y es aquí donde se abre un abanico de posibilidades para gente incluso de Morena, que podría verse obstruida en sus aspiraciones por quienes ya se sienten con medio cuerpo en Casa Guerrero.
Los perredistas saben que, contra viento y marea, y no obstante que Morena parece en este momento un partido fuerte y que irremediablemente llegará a Casa Guerrero, en política nada está dicho y que las cosas pueden cambiar en cualquier momento.
De hecho, así ocurrió en 2018, cuando se hicieron de la mayoría de los ayuntamientos, aunque perdieron las diputaciones locales y federales, así como la senaduría. Es el PRD el partido que más alcaldías detenta en este momento en el estado, cuando se esperaba el arrastre de Morena aprovechando el efecto Peje.
Y en esos nichos precisamente están colocando su esperanza.
Cierto que perdieron Acapulco, por ejemplo, así como también Zihuatanejo, pero por primera vez llegaron a la capital del estado.
En resumen, el PRD está en la jugada y aunque como partido la gente no les da mucha esperanza, un buen candidato podría hacer la diferencia.
En este momento, los perredistas pudieran parecer ingenuos en su proyecto, pues simplemente ni los votos ni las preferencias electorales les dan esperanza; de ahí que el ex gobernador Aguirre los estaba considerando en una alianza ante Morena y pro-PRI, que ya se dijo no podrá realizarse, al menos no legalmente.
Pero parece que la decisión es en el sentido de mantenerse como partido, y comenzar a crecer a partir de ahí, tal y como hizo le PRI, que tras la salida de Aguirre en el 2010 se quedaron tan pequeños, que en el Congreso eran una fuerza marginal. Pero en la elección de 2015, los priístas supieron capitalizar los errores de su principal adversario y retomaron el poder con Héctor Astudillo Flores. Hoy, por cierto, el tricolor parece también decidido a mantener lo que ya tiene en la mano, sin caer en el fatalismo del tsunami morenista, que no es tal.
Por lo tanto, podemos afirmar que el PRD es más útil solo que acompañado. Si va en la alianza del PRI, se diluirá, se asimilará. Y si se mantiene, aunque no gane, mucho habrá logrado.