(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Mientras más cruceristas siguen llegando a nuestros puertos, haciendo escala en su viaje por el mundo, cerramos esta semana, amable lector, con la noticia de que la Organización Mundial de la Salud determinó ayer decretar la alerta global por el coronavirus de China, aunque apenas el pasado lunes había decidido no hacerlo, o esperar a tener mayores evidencias.
Es la sexta vez que la OMS adopta esta medida, tras hacerlo por la gripe A en todo el mundo (en 2009), la polio en Oriente Próximo y el ébola en África Occidental (2014); la zika en América (2016) y el pasado mes de julio contra el ébola en la República Democrática del Congo.
Las críticas por esta tardía decisión del organismo global que se encarga de vigilar las políticas de salud en el mundo, no tardaron en proyectarse a través de medios y redes sociales, porque la tardanza fue a todas luces una decisión política. Es decir, que la OMS dijo no tener suficientes elementos para decretar la alerta, pero sólo para no perjudicar a China, país que ha venido incrementando su influencia económica en el mundo.
¿Qué provocó esto? ¿En qué consistió el error? En que cada nación y cada gobierno, al no haber un criterio general para todos, que se adopta a partir de la alerta global, comenzó a tomar sus medidas por separado, atendiendo los reportes de sus propios gabinetes de seguridad nacional y de salud.
Rusia, por ejemplo, cerró el miércoles su extensa frontera de más de 4 mil kilómetros que comparte con China, por temor a que el coronavirus se expandiese por sus territorios –generalmente provincias alejadas-, sin ningún control.
Los países europeos también comenzaron a sacar masivamente a sus ciudadanos, a petición de estos, aunque estuvieran en zonas de cuarentena, lo cual fue también un error, pues hasta el momento se ignora el comportamiento del virus, y hay versiones que señalan que puede tener una ventana asintomática de hasta 9 días, luego de lo cual desata su fuerza. Esto significa que en ese periodo la persona es portadora del virus pero sin síntomas, y entonces las medidas que se están adoptando en puertos y aeropuertos, son insuficientes, pues se basan solamente en apartar a las personas que presenten temperatura, y otros síntomas gripales, así como tos, sin considerar el comportamiento del patógeno y el periodo de incubación, así como sus formas de transmisión.
La OMS llamó entonces a una “acción global” contra el virus. Sin embargo, aunque China misma está tomando medidas sumamente drásticas para contener la epidemia, que ya está en todo su territorio, incluido el lejano Tibet, el organismo multilateral dijo que “por el momento”, no es necesario imponer restricciones a viajes y comercio.
Desafortunadamente, para esta hora, ya han transcurrido 30 días de la primera alerta que lanzó China el 31 de diciembre, sobre la presencia o aparición de un nuevo virus en la provincia de Wuhan. Es decir, que China avisó y notificó oportunamente de este nuevo patógeno, pero el mundo y sus organismos de representación global se sentaron a ver cómo el gigante asiático perdía el control sobre la enfermedad, que hasta ayer tenía presencia ya en 18 países, entre ellos Estados Unidos, donde ya se produjo el primer caso de persona a persona; es decir, que hasta el miércoles todos los casos se referían a personas que habían estado en China, concretamente en la zona del brote, pero una vez que comienzan a enfermar personas que nunca estuvieron en ese país, es cuando ya se infiere que la enfermedad traspasó la primera línea y comienza a convertirse en epidemia.
El mundo sabe que estamos ante el riesgo de una nueva pandemia. Lamentablemente, en México no vemos que haya nada relacionado con esto, y ayer expertos de la UNAM advirtieron que nuestro país no está preparado para una situación de esta magnitud.
Todo lo contrario, dijeron que las medidas de control que se tenían en materia epidemiológica se relajaron, e hicieron un llamado al gobierno en todos sus niveles para que comience ya a reorganizar al sector, así como a informar a la población acerca de las medidas de control a seguir.
Y para esto es precisamente la alerta global de la OMS, para que cada país ponga manos a la obra.
Entre tanto, el número de afectados por el patógeno se multiplicó por 13 en la última semana hasta los 7.818 casos confirmados y 170 muertos. De ellos, 82 enfermos han sido diagnosticados en 18 países fuera de China. Finlandia, India y Filipinas han sido los últimos en sumarse a la lista. Afortunadamente, no se ha producido ningún fallecimiento fuera del país asiático.