(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El caso de las estancias infantiles ya llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Desde Chihuahua se interpuso la primera controversia para que el gobierno federal dé marcha atrás en su decisión de modificar el esquema de subsidios del programa Estancias Infantiles, creado desde el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
Porque, conste, no se elimina el susidio, sino que éste ya no se les entregará a los administradores de los planteles, sino directamente a los padres de familia. Esto lo hace el gobierno para quitarles a administradores y empleados el subsidio que no fue del todo bien empleado, sino todo lo contrario. En lo sucesivo, por lo tanto, los particulares tendrán que sostener sus estancias con sus propios recursos, como toda empresa privada lo hace, y ofrecer sus servicios a los padres de familia, quienes tendrán que elegir a la estancia que les proporcione el mejor servicio.
Ellos, los administradores, argumentan que el subsidio de 800 pesos por cada niño por mes no es suficiente, ya que el servicio de guardería privada cuesta 2000 por mes; y así es, en efecto, pero sólo cuando ofrecen servicios educativos, tipo preescolar, de los cuales hay algunos muy contados en Guerrero. El esto son un sinfín de guarderías improvisadas, incluso en casas habitación que no cuentan con los espacios idóneos para que los niños estén.
Recordemos el caso de la guardería ABC, que estaba ubicada en una zona industrial, y al incendiarse una bodega anexa, arrasó con la estancia infantil, quemando a decenas de infantes.
De algún modo, el programa de estancias infantiles se diseminó en todo el país, y en una colonia puede haber 2 o 3 de ellas, pues ni siquiera se atendió la zonificación. Muchas operan con unos cuantos niños, y no se entiende cómo cubren todos los gastos –renta, luz, agua- empleados- pues aunque reciben un subsidio para alimentación y cuidados de los menores, dada su baja matrícula aún eso resultaría insuficiente. Aquí podría caber la posibilidad que alegan los diputados federales, en el sentido de que los administradores reportaban un mayor número de niños, de manera que pudieran con los gastos y además tener una ganancia, porque de otro modo no se entiende dónde estriba el negocio de tenerlas.
En este espacio defendemos el programa de guarderías infantiles, pero concretamente el subsidio. Y hay que aclarar que es algo que el gobierno federal no está quitando, sino que lo está reencauzando de otro modo, directo a los beneficiarios, como sucede con todos los demás programas.
Desde luego eso pone en aprietos a los administradores, porque si no están preparados para hacer el tránsito hacia lo privado, no van a subsistir.
Es un tema un tanto cuanto espinoso, porque por un lado están los niños que requieren cuidados mientras sus padres trabajan; pero por otro lado están los administradores que pelean el subsidio, para que se les entregue directamente a ellos, a fin de conservar los empleos.
Entonces no se trata de niños –o al menos no solamente-, sino de mantener un esquema de negocio y empleo que es obvio.
Y cierto que están en su derecho los administradores y empleados de pedir que se les respete su derecho al trabajo, pero por tratarse de un subsidio con recursos públicos, el gobierno que es el que administra nuestro dinero, tiene que hacer los ajustes que considere necesarios.
Se habla, por ejemplo, de un recorte sustancial al programa, pero los diputados alegan que se hizo porque en realidad es dinero que se desviaba, y no beneficiaba a los niños. Tal como sucedía con el dinero para el campo, que se entregaba como una cuota para las organizaciones sociales. Y dado que ya los subsidios al campo serán directos, entonces se recortó el dinero de las organizaciones como CNC, CODUC, UNTA y otras, que entregaban ese dinero público a sus militantes y sin supervisión alguna.
No sabemos qué tanto avanzarán los administradores de las guarderías en sus manifestaciones, porque en estricto sentido el programa no desaparece, sólo cambia de reglas de operación. La recomendación es que en lugar de desgastarse en las calles, se adapten, y se organicen para instalar guarderías competitivas. Tal vez si se asocian unos con otros, podrán crear una red de este tipo de centros de atención infantil, y tener muchos más niños de los que hoy tienen, aprovechando el subsidio que les dará a los padres el gobierno federal.
Aunque claro, estos podrán incluso pagarles o a algún otro familiar para que les cuide a los pequeños. Ese es el problema.