(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Las reglas del juego de Morena eran muy claras. Participarían en las asambleas gente registrara hasta 2015, lo cual constituye el padrón original del partido. Por lo tanto, sólo esa gente debió ser informada e invitada a las asambleas distritales, que en el caso de Guerrero son 9; a nosotros en Zihuatanejo nos corresponde el distrito 03 federal, con sede en Zihuatanejo.
La otra regla era que todo participante en la asamblea para elegir a los consejeros del partido, tendría que tener un pre-registro antes de ingresar al salón donde se llevaría a cabo la elección, de lo cual les darían un código QR (imagen digital), que les serviría para votar.
Pese a ello, la elección distrital se les hizo un desgarriate a los morenos por múltiples razones. Primero, no informaron con oportunidad de todos estos requisitos. Anduvieron ocultándolo todo, viendo a todos como enemigos de su causa. Y en este escenario cerrado, en la que sólo los líderes conocían los requisitos, se fraguaron una serie de irregularidades que ahora se le imputan a la oposición: acarreos de personas, clonación de códigos QR, manipulación del voto a ojos vistas, pues hasta en las mismas filas había gente de diversos líderes instruyendo a la gente por quién y cómo votar.
Si en el pasado se les criticaron duramente sus juegos de lotería, aquellos en los que los consejeros y candidatos a cargos de elección popular eran seleccionados mediante una tómbola, dejándole a la suerte algo que le corresponde a la democracia participativa, hoy simplemente los morenistas demostraron que no saben jugar bajo las reglas del juego democrático, y que –como dijo uno de sus fundadores, Sergio Montes Carrillo-, se estrenaron como mapaches.
Es mucha la inconformidad entre las bases de Morena. Sobre todo los líderes más cercanos a las bases, encargados de informar y movilizar a la gente hacia las sedes distritales, quienes ya hicieron el gasto y sufrieron el desgaste de esta primera asamblea, pues tendrán que reponer el proceso y eso para ellos implica mayor esfuerzo.
¿Qué ocurrió? Nada. Faltó información, coordinación y trabajo en equipo. Es obvio que dentro de Morena cada araña está jalando para su hebra, y que tal y como ocurre en los demás partidos, la asamblea distrital no era la oportunidad de acercar el partido a las bases, y facilitar su participación, sino la prolongación de la guerra encarnizada que tienen desde antes de la elección de 2018, cuando se dividieron en torno a las candidaturas y cargos de elección popular.
La dirigencia estatal de Morena está rebasada, lo mismo que la dirigencia nacional, máxime cuando Yeidckol Polevnsky es juez y parte en el proceso de renovación del comité ejecutivo nacional del partido.
Se entiende entonces que estas asambleas distritales son cruciales para que a los consejos estatales llegue el mayor número de consejeros afines de cada grupo, pues de su voto dependerá quién resulte ser el presidente nacional del partido, en los años siguientes.
Ahora entendemos cómo es que un simple ejercicio democrático se tornó tan reñido, al grado de que hubo violencia y un alto grado de competencia entre grupos políticos, para manipular a las bases a su favor.
Las asambleas serán repuestas en noviembre, previo al Congreso Nacional electivo del partido. Tal vez entonces ya demuestren que son el partido por el que votó la mayoría de los mexicanos en 2018; o bien confirmen que son una sarta de oportunistas que se le colgaron a Andrés Manuel López Obrador.