(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Durante su gira por Nuevo León, Alejandro Moreno, mejor conocido entre sus correligionarios como “Alito”, y quien seguramente será el dirigente nacional del PRI, afirmó que Morena es un “ave de paso” y que el tricolor recuperará el poder en la próxima campaña presidencial, pasando por la recuperación del poder en las gubernaturas, en 2021, año en que una decena de estados renovará sus poderes, entre ellos Guerrero y Nuevo León.
El chamaco, desde luego, no sabe lo que dice. Habló de que la arrogancia que caracterizó a los priístas que han gobernado estados y municipios, y obviamente la presidencia de la República, fue lo que hundió al partido. Y propone la ruta de volver a retomar las “causas populares”, pues sólo así los ciudadanos voltearán a ver al PRI.
Sin embargo, Alito sabe que esa no es el único impedimento del tricolor, sino sobre todo la corrupción de alto nivel que lo caracterizó en los últimos años, en que los gobernantes y funcionarios del poder público federal, así como en estados y municipios, se enriquecían saqueando a un pueblo pobre y violentado, dando un espectáculo atroz ante el mundo.
Con la pena, pero Alito tuvo que reconocer que solapar actos de corrupción fue lo que terminó por enterrar al tricolor, al grado de que sigue brotando la pus de los robos y escándalos, como el del abogado de la mafia del poder, Juan Collado; y Emilio Lozoya, el principal operador de Odebretch en México. Aclarando que estos no son los únicos casos, solamente los más recientes.
Con todo esto, Alito dejó una frase para la posteridad en el mundillo de la política, al decir que Morena es una ve de paso, pues “nació ayer, gobierna hoy, pero se va el próximo período electoral”.
Respecto al actual Gobierno federal, dijo que se ha caracterizado por las ocurrencias y los resultados pobres.
Pero con todo y sus promesas, con todo y su discurso envalentonado, Alito no tuvo más remedio que proponer que el PRI se convierta en una “oposición útil”. ¿Pero útil para quién o quiénes?
Alito olvida que el PRI siempre ha sido una “oposición útil”. Nunca una oposición “real”. Durante la era panista, pactaron con el PAN, pese a que en 2006 se fueron al tercer lugar con la fallida candidatura de Roberto Madrazo Pintado. Pero a fuerza de negociar con el gobierno blanquiazul de Felipe Calderón, lograron mantener una útil interlocución, desplazando en ese tiempo al PRD, que estaba en el segundo lugar como fuerza política.
Incluso en la composición del Congreso federal, el PRI agandalló las comisiones más importantes, precisamente por su utilidad al PAN, desplazando al PRD a lo peor.
El PRI solamente se alejó del PAN cuando le fue necesario, y cuando vieron que ya era tiempo de ser una oposición real, lo que ocurrió en la elección legislativa de 2009, que fue el año en que el tricolor comenzó a elevar su nivel de votación, para tres años después volver a conquistar la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto.
Pero el gusto les duró 6 años (o menos, pues el sexenio de Peña Nieto terminó antes de tiempo en términos reales), ya que no se trataba solamente de retomar el poder, sino de conservarlo a fuerza de ejercer un gobierno progresista, desde el nivel nacional, estatal y hasta los municipales.
Pero fue todo lo contrario. Todavía los mexicanos estamos enfrascados en noticias que dan cuenta del nivel de corrupción al que llegaron los gobernadores del nuevo PRI, comenzando por el veracruzano Javier Duarte, pero también el chihuahuense César Duarte dejó tras de sí una estela de corrupción, lo mismo que el gobernador de Quintana Roo.
Lo último que se supo fue de una cuenta que el gobernador del Estado de México, Alfredito del Mazo, abrió en Andorra, uno de los paraísos fiscales de Europa.
Y, para colmo, al ex secretario de Gobernación y actual senador de la República por el estado de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, está al borde de una denuncia por haber recibido dinero del Chapo Guzmán, según lo denunció el domingo el abogado del capo sinaloense, que fue condenado a cadena perpetua la semana anterior, desatando una serie de críticas porque en ese viaje a las Rocallosas debieron acompañarlo quienes fueron sus cómplices.
Con todo esto, Alito sueña con que su partido se recupere en tan poco tiempo, siendo tan grande el daño. Si nos atenemos a lo que ha sucedido en estados y municipios, por lo menos tendrán que transcurrir uno o dos sexenios más, hasta 2030, para que el tricolor vuelva a Palacio Nacional.