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Serapio y Nore

JORGE LUIS REYES LOPEZ

Sentado en la mediagua de la casa, Lapo vio el paso lento de Pillo Gutiérrez, El Pelícano. Parecía que nada lo apuraba. El sombrero de palma bien puesto. Sus holgados pantalones de pinza, su camisa de manga larga. Casi siempre usaba huaraches de correa cruzados. La suela de hule de llanta. Alguna vez usó botas. El rostro enjuto. La nariz grande, aguileña, y esa mandíbula saliente, que quizá fue determinante para que le adjudicaran el mote de Pelícano. Su voz nasal, baja, lenta pero atropellada. No parecía hacerle gracia que lo llamaran Pelícano. En el viejo Zihuatanejo, la calle principal partía el pueblo en dos. Era una calle singular, parecía hecha para continuar camino hacia Petatlán o hacia el incipiente aeropuerto que ocupaba parte de la actual tienda propiedad de unos sinaloenses. Esa zona se extendía más allá del hotel Safari, edificio que después albergó una escuela privada, hoy abandonada. En fin, las calles como los caminos, ni van, ni vienen. Solo son.

El caso es que antes de adentrarnos en el pueblo, la calle cruzaba las huertas de los hermanos Castro, Tacho y Alberto. Lo mismo sucedía con la propiedad de Pablo Reséndiz, aquel Pablo del hotel San Pablo en el centro, el mismo Pablo de la guacamaya loca. Esa calle al entrar a Zihuatanejo formaba una curva con el propósito de redireccionar su sentido, evitando continuar a las Salinas, para poder llegar a la playa Principal. Esa calle antes de llegar a lo profundo del centro marcaba los límites del barrio del huizache. Al entrar a Zihuatanejo, la casa de Pillo estaba a la derecha y a la izquierda el barrio del huizache. Pillo era bien conocido.Vivía en la casa de doña Aparicia. El barrio tenía su historia. Ahí vivía Leobarda la costurera; también Rosendo Reséndiz y Teodosia, su esposa. La curva que marcaba el final de la actual calle Altamirano, se enderezaba pasando frente a los bungalows Estrellita de doña Mariquita, y de ahí en línea recta llegaba la playa Principal. Pillo caminaba sin prisa por el pueblo. Fue testigo de la tragedia que enlutó a las familias Valdeolívar y Álvarez.

El matrimonio de Jesús Valdeolivar y de Esperanza Campos perdieron a Leoncio su hijo. Lo mismo pasó con Mercedes Álvarez que también perdió a su muchacho ya comprometido con Lilia Ayvar Pineda. Esa curva elevada con terraplén sobresalía del suelo más de tres metros. El joven Álvarez Manejaba y al salirse el vehículo, hubo luto en las familias. Pillo quedó aturdido un buen tiempo. El tequila nunca le faltó en ningún momento. Tenía desde hacía muchos años una excelente relación con la bebida. Pillo el Pelícano, perteneció a esa estirpe pueblerina que distinguía al viejo Zihuatanejo. Lapo está convencido que personas así, fueron el condimento perfecto para saborear la vida social de antaño. Está dispuesto a recordar hoy a más de uno de esos singulares ciudadanos.

Cuando en su caminar por el pueblo, el abuelo pasaba en medio de las casas de Tibe Cabrera y de Juventina Campos, escuchaba unos desentonados rasgueos de una guitarra. En el corredor de doña Juve, Honorio Garibo*, Nore, hacía que las cuerdas de la guitarra expulsaran sonidos caóticos en clara protesta por el trato recibido de los dedos nada virtuosos del pequeño hombre, trigueño y de caminar encorvado. Nore no oía. Era sordo. La guitarra era su pasión. A pesar de estar a una cuadra de la playa no se le veía contemplar el mar. Era un hombre solitario e introvertido. Su mundo era la guitarra y la mediagua. Los pobladores de esos ayeres de Zihuatanejo, no solo se ocupaban de sí mismos, también lo hacían por los amigos, por los vecinos, por los familiares. Esa quizá, fue una de las razones más poderosas por las que Nore fue tratado con respeto.

No se le tenía lastima, pero sí consideraciones. Difícilmente alguien pensó que ese callejón al pasar del tiempo sería relevante para la vida turística del puerto. Frente al corredor de la casa de Doña Juve, se filmó parte de la película las pirañas aman en cuaresma. En la planta alta de la casa de Tibe Cabrera, Julio Alemán interpretando a un pintor local tenía su vivienda. Ese corredor caprichoso, en forma de y griega, es un espacio dinámico transitado por turistas nacionales y extranjeros. Partiendo de la avenida 5 de mayo a un costado de la iglesia católica, atraviesa la avenida Cuauhtemoc, y continúa hasta bifurcarse. A la izquierda pasa por el restaurante Coconuts y hacía la derecha desemboca en la calle Juan N Álvarez frende al hotel Avila. Por supuesto que cuando Nore vivía las calles se identificaban por referencias. Honorio Garibo era de Barrio Nuevo.

Difícil saber cuándo y como llegó a Zihuatanjeo. Parecía pertenecer desde siempre al entorno de Juventina Campos, casada con el Compachín Angel De Loya Cadena. Garibo era un todo terreno, si bien es verdad que sus facultades mentales no eran las óptimas. Sí le resultaban suficientes para las tares que se le encomendaban. Así se le veía limpiando los surcos de palma allá por la actual entrada a playa blanca perteneciente al ejido de Agua de Correa. Esa ruta, a veces le salía jodida a Nore. Subirse a los autobuses de la sociedad cooperativa Hermenegildo Galeana, implicaba poner atención, mucha atención, al lugar donde el pasajero debía bajarse y gritar ¡bajan! ¡bajan!, cosa que a la naturaleza cohibida de Nore, no le resultaba fácil. La cooperativa, así llamada por los usuarios, eran autobuses de color rojo, trompudos y con canastilla en la capaceta.

Adentro el pasajero era una masa variopinta. Los asientos ocupados y en el pasillo los pasajeros parados cogidos de los pasamanos colocados abajo del techo del vehículo. Varias fueron las ocasiones en que Nore olvidó bajarse en su destino y al llegar a Petatlan tenía que retornar caminando o en aventones de aquellos escasos conductores que transitaban la vía y que lo conocían y lo reconocían a la vera de la carretera. Hombre devoto, visitaba la casa de María Pérez y Felipe Solano. Ahí había un nicho de la virgen María a la que invariablemente le tocaba tres canciones y luego regresaba a su refugio donde se sentía seguro, dominante y abstraído.

*Fuente: El Chaparro, Amador Campos Aburto.

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