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SERAPIO

Jorge Luis Reyes López

Los recuerdos, la información y los conocimientos de Lapo sobre la vida comunitaria de Zihuatanejo es vasta y precisa. El tiempo se funde con el pasado y con el presente. Es un viejo atemporal. Nos platica acontecimientos centenarios, lo mismo que sucesos recientes. Con frecuencia desfilan, pero que fueron ilustres y determinantes en la vida actual de Zihuatanejo. Es el caso de una historia simpática, que en la voz del abuelo suena divertida.

Era presidente municipal Jorge Bustos Aldana y dos acontecimientos tenían alborotada a la gente: La construcción del Capricho Del Rey y la filmación de la película Las Pirañas aman en Cuaresma. La playa Principal estaba abarrotada de pilotes de concreto amontonados desde hacía años, debido a que los trabajos para la construcción del actual muelle estaban parados. Aparte de la rutina mañanera de los pescadores con sus lanchas varadas vendiendo pescado, había otro mundo de trabajadores cargando cayucos con materiales para la construcción del Capricho Del Rey que serían transportados hasta la playa de La Ropa. Los trabajadores llegaban con sus bastimentos y solían dejarlos en la arena, recargados en cualquier piloto. Muchos lamentaron tal descuido. Enfrente vivía Julio Diego y tenía una cucha matrera, negra, que se daba un festín con tantos bastimentos, dejando a varios trabajadores sin sus sagrados alimentos.

En lo que a la película se refiere, había que construir una cabaña y un puente al final de la playa de Las Gatas, muy cerca del manglar. Ahí sería la residencia de Isela Vega y Ofelia Medina. La otra parte de la historia se filmó en el centro de Zihuatanejo, principalmente en el callejón de Tibe Cabrera y Juventina Campos.

Para construir la cabaña y el muelle se hicieron dos equipos: uno en tierra integrado por Aristeo Reyes Ruiz y su sobrino Víctor Manuel, más conocido como Vitico. En el mar estaba Ricardo Pineda de Agua de Correa, Alejandro el Negro Pina, un pescador de La Noria apodado el Diablo, otro pescador bajito al que le faltaba una mano y el hijo mayor de Victor Reyes Ruiz.

El jefe constructor y responsable de toda la cuadrilla era Aristeo, Teo para la mayoría. Él tenía que ver al presidente municipal para que entre otras cosas estuviera puntual la lancha en la que se cruzaría la bahía para llegar a la playa de Las Gatas.

Un día al filo de las 11 de la mañana, ocupados Teo y Vitico en clavar huesos de palapa para formar las paredes de la cabaña, y los hombres de mar sacándoles punta a los postes como lápices gigantes unos, mientras los otros borneaban los postes para romper el ripio y hacer que el poste penetrara lo suficiente hasta quedar firme, una figura femenina desembarca. 

Ningún trabajador se enteró del acontecimiento inmersos en su tarea, sin embargo, difícil, muy difícil era que pasara desapercibida la dama: altiva, esbelta, alta, llevaba un vestido holgado que el viento mañanero lo empujaba hacia su cuerpo voluptuoso ĥaciendo resaltar la firmeza de su anatomía. 

La mujer avanzó en dirección de los trabajadores y cuando estos se percataron de su presencia paralizaron los trabajos y se tornaron esclavos involuntarios de su majestad Isela. La actriz no los miró, no les sonrió, no los saludó. Simplemente no existían. Era dueña de la playa y como si tuviera patente de corso se apoderó de los hombres y de la playa. Caminó hasta la orilla del agua y metió los pies como pulsando la temperatura del mar.

Los varones del muelle se arremolinaron y fue Ricardo Pineda quien casi en secreto les dijo hijos de la tiznada esta mujer es la actriz Isela Vega, como dijo Otón Zamudio: ¡Esa pringa y un bule de agua! Mientras Teo dejó de clavar los huesos, le dio la espalda a la cabaña y se sentó en cuclillas con las manos en el mentón dejando solo a Vitico en la tarea de clavar huesos. 

Una vez sentida la tibieza del agua en su piel, la mujer regresó a la playa junto a un salado, árbol chaparro y de ramas bajas y horizontales. Así de sopetón se despojó del vestido y lo colgó en una rama. Los trabajadores cruzaron miradas sin hablar. Ningún mirón pudo columbrar lo atrabancada ni la lisura de la mujer. Como  en los viejos tiempos en que las mujeres lavaban en los arroyos sin nada que las protegiera del sol ni en la espalda ni en el pecho, la mujer se quitó el brasier aturdiendo más a los varones.

¿Tío, así está bien? Sí, así está bien, respondió Teo sin mirar al sobrino. Los huesos de palaba debían clavarse alternadamente con las cabezas invertidas de manera que se tratara de eliminar cualquier rendija. Ahora la mujer estaba sin ninguna prenda interior y decidió meterse a las tibias aguas de ese rincón de playa. ¿Tío así está bien? Sí, así está bien. Ya dentro del agua, la nudista chapotea con alegría, no tanta como la que vivían los espectadores. ¿Tío, así está bien? Sí, así está bien. Una vez satisfecho su deseo de retozar en el agua, Isela sale, se viste y se va. ¿Tío, así está bien? Sí, así está bien.

Aristeo con dificultad se endereza y regresa a continuar su tarea. Al mirar el trabajo del sobrino se le cae el alma y con el rostro descompuesto increpa al ayudante ¿Qué hiciste, amigo? ¡Mira nomas, las cochinadas que hiciste!. Tío, responde el Vitico, le pregunté si así estaba bien y usted me dijo que sí. ¡Pero hombre! ¿No te diste cuenta que no estaba en mis cinco sentidos?

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