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Serapio

Jorge Luis Reyes López

Caminar desde el centro de Zihuatanejo hasta la playa de La Ropa, siempre le resultaba gratificante al abuelo. Subía la cuesta al final de la playa de La Madera y a su derecha ya podía ver la bahía con sus playas. A su siniestra los cerros cortados por una vía que serpentea en algunos tramos más cerrados. Serapio anda sin prisa, deja que el olor de la brisa le atasque los pulmones, mientras los oídos le llevan una sinfonía de sonidos provenientes del mar, distinguiéndolos claramente, como notas musicales: La mar golpeando los acantilados que se recoge con sonidos siseantes dejando una espumosa superficie. Ahora es el susurro de tímidas olas que casi silenciosas llegan a la playa y se baten en cohibida retirada. Andando así llega a la primera bajada que lo conduce a la playa de La Ropa, frente al Eslabón, esas pétreas figuras inmersas en el mar a escasos metros de la playa. Toma un respiro. Con su paliacate limpia el sudor de su frente, luego cuidadosamente lo pasa por su cuello. Entonces escucha nítidamente un escandaloso ruido en la costilla del cerro, a su izquierda.

Desde su lugar no logra ver el origen del barullo. Camina en dirección a la playa de las gatas, tratando de encontrar un mayor observatorio que despeje su curiosidad. Calcula que no avanzó más de trescientos metros cuando descubre arriba de los terrenos contiguos al hotel Sotavento, máquinas trabajando intentando terracear lo que parece albergará a una gran construcción. Esta primera visión sucedió en el año de 1978. Cuatro años después el abuelo pudo ver desde la playa la visible construcción ya terminada. La población local la llamaba El Partenón. Durante años siguió caminando por la playa de La Ropa y no dejaba de mirar a lo alto de la colina, imaginando, solo imaginando sus interiores, porque salvo unos cuantos ciudadanos que la conocen, la mayoría tiene vedado el acceso. Cuarenta y seis años después de haber tenido el primer aguijonazo de curiosidad, Serapio se siente entusiasmado ante la posibilidad de conocer al fin tan anhelado lugar.

Mientras tanto no puede evitar pensar en el Partenón griego y decide entretenerse estableciendo un paralelismo entre los dos. El griego  fue construido por órdenes de Pericles, en la ciudad de Atenas, entre los años 447 y 438 A.C. “El Partenón” de Zihuatanejo por Arturo Durazo Moreno, entre los años de 1978 y 1982. Atenas tiene en el puerto del Pireo al más significativo de todos los que cobija; Zihuatanejo tiene al puerto del mismo nombre como un lugar dotado excepcionalmente por la naturaleza. El abuelo abunda hurgando en las entrañas de la historia: Pericles fue General, excelente orador, Magistrado y magnífico político; Durazo fue llamado general sin pertenecer a la milicia mexicana, fue jefe del departamento de la policía y tránsito del Distrito Federal. Pericles ordenó a su protegido Fidias, el escultor, que reconstruyera la Acrópolis. Parte de ese proyecto fue la construcción del templo erigido en honor de la diosa Atenea, protectora de la ciudad ese templo construido por los arquitectos Calícrates e Ictino, supervisado por Fidias fue el Partenón; Durazo Moreno ordenó que sus policías trabajaran como obreros en la construcción de El Partenón, el arquitecto Carlos Carreño Cano fue el diseñador. Pericles era el protector de Fidias; Durazo, dicen, en su juventud protegió al expresidente José López Portillo, así se convirtió de protector en el protegido más poderoso del sexenio (1 de diciembre de 1976-30 de noviembre de 1982). El nombre de Pericles en griego clásico significa “rodeado de gloria” y lo apodaban el olímpico, por su voz y su habilidad política; Arturo puede que en griego signifique “guardián de la osa” y le apodaban el negro Durazo por su pigmento firme.

El historiador Tucídides llamó a Pericles el primer ciudadano de Grecia; En 1986 Edwin Meese fiscal general de los Estados Unidos de Norteamérica durante el gobierno del republicano Ronald Wilson Reagan, en su informe anual, señala a Durazo como propietario del Partenón. El Partenón de Pericles es el único templo griego construido con veinticinco columnas, ocho en las fachada cortas y quince en las fachadas laterales (los otros templos griegos tienen seis columnas en las fachadas cortas y quince en las fachadas laterales); El Partenón de Durazo tiene cuarenta y dos columnas, y la construcción forma parte de un terreno de aproximadamente dos hectáreas, piso de mármol, una discoteca que reprodujo el modelo del studio 54 de Nueva York, murales, frescos y esculturas, estatuas y una alberca de diez metros de largo. Pericles murió en año 429 A.C. a los sesenta y seis años de edad en la ciudad de Atenas; Durazo murió en el año 2000 a los ochenta y un años en la ciudad de Acapulco, Guerrero. El Partenón de Pericles a lo largo de su historia fue saqueado, alguna vez fue iglesia cristiana, durante la ocupación otomana fue habilitado como mezquita; El Partenón de Durazo fue expoliado, sustrajeron cisnes, faisanes, un elefante de marfil, animales disecados, reproducciones en bronce, perros en cerámica, candelabros, macetones de cobre, lamparillas, camas exóticas y esculturas, afuera abandonados con claras muestras de los efectos corrosivos del tiempo sobrevivió un viejo Ford LTD, una camioneta pick up, un camión de redilas con las siglas A.D.M., bautizado con el nombre de el Padrino con letras desaliñadas y pintura carcomida.

En 1987 la UNESCO declara al Partenón de Pericles, y por supuesto a toda la Acrópolis, patrimonio cultural de la humanidad; En el año 2018 el magistrado de la sala regional del tribunal contencioso administrativo declara La validez del decreto de expropiación del “Partenón”, publicado en el periódico oficial del estado de Guerrero en el año de 1989, y este año de 2024 será reinventado como un centro turístico cultural patrimonio de los Zihuatanejenses, y por supuesto de los guerrerenses y de los mexicanos.

Cuando Lapo concluye con su divertido ejercicio de paralelismo se adentra en consideraciones universales, viendo claramente los beneficios que puedan tener las generaciones del presente y del futuro. Si bien es cierto que El Partenón de Pericles está en el centro cultural de un gran universo, la gran construcción local se ha transformado espiritualmente. Él mismo puede ser el universo del quehacer cultual que irradie luz a los habitantes del puerto y a sus visitantes. Serapio está convencido de que pronto su curiosidad podrá terminar y así conocer un reinventado “Partenón” legado involuntario de Durazo. Ahora cavila ante la posibilidad de que sus ojos y oídos puedan disfrutar una diversidad  de actividades, quizá un ballet de danza clásica o regional. Tal vez escuchar las notas armoniosas, interpretadas por una orquesta filarmónica o escuchar la rica música regional. Gozar con conferencias magistrales, con exposiciones artesanales y por supuesto con magnos festivales. En fin, no faltarán oportunidades para cobijar a todas las expresiones culturales. Lapo detiene el vuelo de la imaginación y sonriendo se retira a su refugio.

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