Armando Ríos Piter
Debo decir que no soy fan del presidente Trump. Detesto que haya atacado a nuestros migrantes que viven en territorio estadounidense. Sin embargo, considero que es fundamental revisar la elección de Estados Unidos, mucho más allá de los lugares comunes que hoy están en voz de muchos “líderes de opinión”. No compro la crítica común de “que no ha sabido perder”, “que no respeta las instituciones”, “que es un mal líder porque no ha aceptado el resultado”.
La reciente elección ha dejado serias dudas respecto a como funciona el poder en los Estados Unidos. La manera en la que los medios de comunicación, primero los digitales y posteriormente los tradicionales, especialmente las televisoras, emplearon su capacidad de veto sobre lo que se debe y lo que no se debe escuchar, deja claro que en aquella “democracia”, hay poderes que están por encima de los que comunmente entendemos.
En octubre, los administradores de Twitter suspendieron en pleno proceso electoral y por varias horas, la cuenta de la campaña de reelección del presidente estadounidense y candidato republicano Donald Trump. La suspensión se debió a que la cuenta compartió un video en el cual atacaba a su rival demócrata, Joe Biden, a partir de lo que ellos calificaron como “informaciones dudosas” aparecidas en el diario New York Post. Otro caso fue cuando el presidente Donald Trump fue silenciado por NBC News y otras cadenas televisivas de la Unión Americana mientras planteaba que “los demócratas cometieron fraude en las elecciones presidenciales del país”. El argumento de las cadenas fue que no había presentado prueba alguna.
La pregunta es clara, ante una facultad no regulada, ¿pueden las plataformas y medios de comunicación decidir qué debe decirse y qué no? ¿Cómo se evita que ello sea motivo para que intereses políticos y económicos, con la intención de sesgar la contienda, los utilicen en su beneficio? Muchos asumen que la “ética” de los medios es la que decide, pero ese supuesto dista mucho de la realidad. Las emociones generadas durante el proceso, derivaron en que poco o nada se reflexionara sobre la ingerencia de estos importantes instrumentos de poder.
El tema no es menor, si consideramos que la elección se judicializará y los medios se mantendrán como una poderosa herramienta para sesgar las percepciones en torno a lo que el poder judicial deberá decidir. De hecho, Trump ha acusado a Biden y a “sus aliados los medios”, de acelerar los resultados, antes de que se cuenten “todos los votos legales, más allá de los ilegales”.
Vendrán semanas complejas y seguramente una andanada de señalamientos de los opinadores en todo el mundo, donde muchos en el caso mexicano, asumieron la posición a favor de Biden, mas por antagonismo hacia AMLO -a quien ven como aliado de Trump- que por los méritos del candidato demócrata. Otros más creen que la “normalidad institucional” regresará con Biden pues no logran entender que lo que se modificó fue el funcionamiento del mundo, donde Trump es tan solo un resultado de dicho cambio. Habría que recordarles que la hiperconectividad cambió todo, le dio voz a los que no la tenían y esa normalidad jamás regresará.
Un litigio se caracteriza por tener posiciones y argumentos diferentes. La #SociedadHorizontal tiene como uno de sus valores más importantes, respetar la verdad de todos los actores, no solo de una parte de ellos. Habrá que esperar a que los tribunales revisen las pruebas, analicen los planteamientos y decidan. Ésta es ya la primera elección donde las condiciones de la postmodernidad se manifestaron de manera plena.
Por lo pronto, hay que destacar que un candidato considerado “populista” como Donald Trump, mantuvo entre sus votantes un importante grado de cohesión, coordinación y representación, especialmente por ejercer un liderazgo directo, sin intermediarios y que aprovechó su contacto con una sociedad que funciona cada vez más de una forma descentralizada. Sirvan estas consideraciones para tratar de entender -independientemente de cómo resuelva sobre las “boletas válidas y las inválidas” el poder judicial – ¿quién debe tener el poder en Estados Unidos y en el resto del mundo? Los medios tradicionales o una sociedad que se lidera y organiza de una forma diferente.