Víctor M. Alvarado
Las altas ocupaciones en materia turística también benefician a los productores de coco en esta región, el producto denominado “cocofruta”, es vendido en restaurantes o de manera directa a los consumidores.
En este sentido el agricultor Jesús Espino impulsor del museo del coco en la comunidad del Coacoyul, dio a conocer que la variedad que se está produciendo con buenos resultados es el coco híbrido, que es el derivado de una cruza de polinización asistida con el coco de la India, lo que da como resultado una fruta de poco tamaño, pero con una gran cavidad de agua y muy dulce para su consumo.
Por el momento es mejor venderlo en fruta que dejarlo para la copra y es que hace unos años la pasta era lo más conveniente y se utilizaba para la extracción de aceite; sin embargo, eso permitía hacer solo dos cosechas al año, esperando que el coco madurara.
Actualmente el mercado consumidor está demandando el agua fresca, y de dos cosechas que se hacían al año, con este sistema de ventas son 4, es decir cada 3 meses se hace este aprovechamiento; por lo que, para la copra solo se aprovecha el sobrante o coco pequeño.
Calculó que de la producción en la región de la costa grande el 50 % se va de exportación a los Estados Unidos, otra parte se queda para el consumo local y un porcentaje importante, se destina a la venta en el mercado nacional, como la Ciudad de México, Jalisco, Michoacán, entre otras entidades que integran la zona del bajío.