Cuauhtémoc Rea Salgado
ATOYAC. Debido a la falta de certeza jurídica sobre el estado en que se encuentra el predio en el que se ubica la ex fábrica de Hilados y tejidos Progreso Sur, en la comunidad de El Ticuí, ni las dependencias federales, ni estatales, responsables del cuidado de los considerados monumentos históricos, pueden destinar recursos económicos para restaurar y preservar dicho inmueble, el cual, sin embargo, se deteriora severamente al paso de los años sin que nadie haga algo por rescatarlo.
En los últimos 15 años, dos administraciones municipales vieron truncadas sus gestiones para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aprobara recursos económicos para la rehabilitación de la ex fábrica debido a la falta de certeza jurídica del solar, por lo que el dinero que fue aprobado no pudo aterrizar al ayuntamiento.
Durante su trienio, el ex alcalde, Carlos Armando Bello Gómez sostuvo reuniones con el INAH de las que fueron aprobados 10 millones de pesos para la fábrica, mismos que jamás llegaron al ayuntamiento porque los ejidatarios de El Ticuí se rehusaron a ceder el terreno al gobierno local, que era uno de los requisitos marcados por el INAH, por lo que la obra jamás se llevó a cabo.
Años más tarde varios alcaldes se han topado con pared cuando quieren gestionar recursos para el arreglo del inmueble, principalmente por las irregularidades jurídicas que existen en el terreno.
Y mientras los años pasan, el deterioro del inmueble es imparable, sin que los pobladores de El Ticuí o las autoridades municipales puedan detenerlo. El considerado monumento histórico se cae a pedazos.
La que fue un símbolo de prosperidad de la región durante la mayor parte del siglo pasado, fue construida en los primeros años del siglo anterior por miembros de la colonia española de Acapulco para aprovechar las cosechas de algodón que eran abundantes en la región. Su creador fue la firma Alzuyeta, Fernández, Quiroz y Compañía, quienes planearon construir un complejo textil para evitar traer las telas de Europa y ahorrarse los gastos de importación y de paso aprovechar la gran cantidad de materia prima barata que existía en ese momento en las dos costas de Guerrero.
De acuerdo con el cronista municipal, Víctor Cardona Galindo, el casco de la vieja fábrica cumple con los requisitos fijados por el INAH para que esa dependencia se haga cargo de su mantenimiento, sin embargo, la falta de seguridad jurídica propiciada por la decisión de los ejidatarios de El Ticuí impiden que los recursos económicos lleguen para reparar el lugar.
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