Sebastián Maciel
El escritor y ejidatario de 68 años de edad falleció de un paro cardiorespiratorio este martes 21 de Diciembre de 2021 a las 17 horas en el Hospital General de Zihuatanejo. Un escritor comprometido y auténtico. Siendo apenas un niño se inspiró y soñó con publicar libros históricos de su tierra natal, para difundir la nobleza de su gente.
Su padre le heredó papeles llenos de historia, con información fidedigna de sucesos extraordinarios, además de un compendio de fotografías. Manuel Salvador Maciel Espinoza fue una persona comprometida con la lucha social, unificó las colonias de Zihuatanejo, defendiendo a los habitantes del abuso excesivo del Fideicomiso Bahía de Zihuatanejo.
Luchó en el ámbito jurídico en contra del Banco Nacional de Obras y Servicios (fideicomitente) y Nacional Financiera (fiduciaria) del Fideicomiso Bahía de Zihuatanejo, para dar cumplimiento a los decretos expropiatorios de las tierras ejidales. Organizó el primer Congreso Internacional de Poesía en el puerto y escribió la antología “Poetas del mundo en Ixtapa – Zihuatanejo”.
Es ejidatario del ejido de Zihuatanejo y se atrevió siempre a exponer lo que piensa, aunque sus palabras causen molestia a los políticos. Chava, como era conocido en su comunidad, fue el primer zihuatanejense en nacer en la colonia Emiliano Zapata un 24 de Diciembre de 1952. Reservado hasta sus últimos días, pero fiel a sus principios, en su última obra literaria “El Templo de los Lagartos”, Maciel Espinoza nos comparte la historia de Ixtapa-Zihuatanejo desde un enfoque de luchador social.
“El Buscavidas”, sobrenombre que heredó de su padre, dejó un legado de ocho libros, entre los que destacan:
“Zihuatanejo – Ixtapa Ayer y Hoy” (1994)
“Guerrero entre aplausos y dolor” (1996)
“Cihuatlan – Zihuatanejo” (1997)
“Alegoría Costeña” (2000) Digitalizado por las Universidades de Texas y Virginia.
“El Buscavidas” (2011)
“Poetas del mundo en Ixtapa – Zihuatanejo”
(2014) “El Templo de los Lagartos”
(2021) Mi amigo Manuel Salvador Maciel “El Buscavidas”
Cada que leo sus palabras plasmadas en sus libros y a sabiendas de que mi papá así lo vivió: Era sorprendente su memorización, recordaba cada suceso del pasado como si fuera una película en plena exhibición, apreciando de él su temple y su valor, su palabra la defendió con honor y su expresión siempre fue una firme decisión.
Durante mi infancia lo acompañé en los recorridos que hacía por una hermosa Playa del Océano Pacífico, en el trayecto me detallaba relatos y reíamos juntos. Su voz, como un torbellino penetraba en todos mis sentidos, nada quise perder de sus palabras.
En armonía, con el vigor de sus años y sin el tropel de la prisa, desparramó la semilla que germina en mí, guardando en mi mente y en mi corazón un sinfín de quimeras extraídas del cotidiano correr por la vida. En su lenguaje reveló la verdad vista en distintos sitios y tiempos, ahora mis canciones recogen sus palabras, su vida agradable y su enseñanza.