Queridísimos lectores, durante todo este tiempo tuve la oportunidad de conocer muchas personas que viven en el extranjero y que llegaron a Francia por diferentes razones, amor, sueños, estudios, becas… hoy quiero contarles mi historia.
Cuando tenía 7 años, mi mamá nos llevo a mis hermanos y a mí a la Ciudad de México, era normal para nosotros pasar las vacaciones de verano allá y convivir con la familia que tenemos en esa ciudad.
Recuerdo que en los veranos había un programa para niños que consistía en visitar diferentes museos de la ciudad y descubrir pistas en los cuadros.
Era una actividad sumamente divertida, mis hermanos y yo observábamos con mucha atención mientras descubríamos las pistas y escuchábamos la historia de los pintores.
Todo era increíble, disfrutaba muchísimo de cada visita pero un día llegamos a un museo que me sacó de toda realidad que conocía hasta ese momento, El museo mural de Diego Rivera, para los que no conocen el museo expone uno de los murales del pintor, una obra que mide 15.6 metros de largo x 4.7 metros de alto.
No puedo describir como me sentí al ver esa obra « sueño de una tarde dominical en la Alameda Central », estaba emocionada por sus colores y sorprendida por el tamaño, mientras mi mamá me explicaba los detalles y personajes del mural yo me preguntaba y trataba de imaginar cómo se veía el artista, me preguntaba cómo podía tener tanta imaginación para crear algo tan hermoso.
Los invito a buscar esta magnífica obra en internet, en el centro se encuentra Diego Rivera de niño, tomado de la mano con Frida Kahlo y del otro lado con la muerte. En su momento no entendí la importancia de la crítica social y política que se representan en el mural, es muy interesante observar el punto de vista y escenarios imaginarios que estaban en su cabeza.
En fin después de esa experiencia en el museo comencé a leer e interesarme por Diego Rivera, en un momento descubrí que él había pintado las paredes de todo su cuarto y yo hice lo mismo, tiempo después descubrí que realizó una parte de sus estudios en París y desde ese día le repetí a mis padres que yo haría lo mismo.
Pase todos mis años escolares repitiéndole a mi familia que yo iría a París como Diego, pasó la primaria, secundaria, preparatoria y finalmente la universidad, al terminar y graduarme comencé los trámites para realizar la maestría en Francia, tenía todo, trámite la visa, me sentía enloquecida de amor y emoción por seguir los pasos de esa persona que pintó tantos colores y llegué a París.
Durante las primeras semanas después de las clases y en fines de semana me dedicaba a descubrir dónde vivía Diego Rivera, dónde comía, preguntaba y escuchaba las historias.
Él vivía en la zona bohemia de París, llamada Montmartre (actualmente vivo ahí), tenía una competencia directa con Pablo Picasso y siempre comían en el mismo bar, la única razón de encuentro de varios pintores es porque el dueño de ese lugar intercambiaba cuadros por un plato de comida, ¿se imaginan los tesoros que tiene ahora en sus manos?
Muchas veces paso por esos mágicos lugares por donde él estaba y le agradezco la inspiración para llevarme tan lejos, por enamorarme de su historia y demostrarme que ya desde antes los mexicanos podíamos dejar huellas por el mundo.
A lo que voy es, supongo que él jamás se imagino que una costeña originaria de Zihuatanejo llegaría a París por amor a su arte y que trataría de igual forma de dejar huella, nunca sabes quien va a seguir el rastro que estás dejando ahora, así que cada paso que demos que sea firme, bien marcado y con mucho corazón para todos esos valientes que se animan a seguir huellas.
RUTH MORELOS
Instagram: ruthmorelos