RUTH MORELOS
Al escuchar la palabra espía normalmente pensamos en el agente 007 o en estas grandes películas en donde los hombres o mujeres usan herramientas súper avanzadas y se esconden para obtener información.
Pero te has preguntado ¿cómo es un espía en la vida real?, te voy a contar sobre los espías más discretos de la guerra y que fueron de gran ayuda para transmitir información, tácticas y secretos.
Estoy segura de que no te imaginas de que espías voy a hablarte, las mujeres y abuelitas que tejían y sí, aunque parezca sorprendente durante la Primera Guerra Mundial las mujeres espías tejían calcetines, bordaban e incluso utilizaban accesorios en el cabello en códices para comunicar información.
Durante esta época las mujeres se quedaban en casa y enviaban calcetines y gorros a sus valientes esposos que se encontraban en la guerra, así que el envío de estas prendas era algo muy normal y aparentemente inofensivo, aunque en realidad estaban comunicando estrategias, la llegada de algún batallón o alguna estrategia, todo por medio del tejido y la clave morse.
La cruz roja invitaba a mujeres voluntarias para tejer accesorios para los soldados, al llegar al lugar en realidad les daban una clase de tejido y como poder comunicarse en clave morse.
En Bélgica por ejemplo se contrató a mujeres mayores que vivían cerca de las vías de trenes y se les daba la tarea de agregar una puntada diferente cada que pasará un tren del enemigo, al anochecer un soldado pasaba por los tejidos del día para tener un registro de los trenes y direcciones.
Durante la Segunda Guerra Mundial volvieron a utilizar este tipo de espionaje e incluyeron la comunicación con accesorios, Phyllis Latour Doyle fue una famosa espía infiltrada en el bando alemán, ella ataba un cordón de seda a su cabello, dependiendo de la cantidad de nudos que hacía comunicaba estrategias y movimientos para sus aliados.
Elizabeth Bentley una agente americana, tejía sobre su bolsa los planos de la Unión Soviética de las primeras bombas B-29 e información sobre los avances en la aeronáutica soviética.
Se imaginan la cantidad de secretos que se guardaban en una bufanda, no me puedo imaginar el ingenio para planear una estrategia tan complicada pero a la vez tan simple.
Imaginen que se crea una Guerra en este momento y que esta generación con teléfonos, mensajes y redes sociales no puede llevar a cabo esta estrategia de clave morse por medio del tejido, que irónico, realmente me motiva a aprender y a respetar más a todas esas personas talentosas que conocen el tejido, sin saberlo podrían ser las próximas espías internacionales.
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