Hace algunos años en un juego de mesa de preguntas venía una tarjeta que tenía el siguiente cuestionamiento “¿qué preferirías, hablar todos los idiomas del mundo o poder hablar con los animales?”, me encontraba con un grupo de amigos franceses, alemanes y árabes, todos comenzamos a discutir la respuesta y recuerdo que la conclusión fue que era mejor hablar con los animales porque como seres humanos podíamos encontrar la manera de entendernos.
Recuerdo tener muchas dudas sobre esa conclusión pero finalmente pensar, es verdad las personas siempre encontramos la manera de comunicarnos.
Cuando me mudé a Francia no hablaba francés, mis estudios eran en inglés y estaba segura que podría comunicarme con eso y que definitivamente no sería necesario o que lo aprendería con el tiempo.
Pasaron pocos días para que me diera cuenta que el inglés no es tan aceptado en Francia como yo me imaginaba y que venir de turista y pedir direcciones básicas no era lo mismo que vivir en el lugar y hacer trámites gubernamentales para la visa, seguro social, sacar una línea de teléfono, abrir una cuenta del banco, definitivamente necesitaba el francés.
Con el tiempo comencé a estudiar el idioma e iba aprendiendo las frases y expresiones del país, claramente al comenzar a adaptarme a círculos sociales con más franceses pasaba por situaciones en donde no entendía muy bien o en donde era bastante difícil expresarme por no tener el vocabulario, era muy frustrante.
Cuando mi familia mexicana conoció a la familia de mi esposo no podía dejar de preguntarme cómo íbamos a hacer para que se entendieran. Aún no estoy segura de cómo lo lograron pero es verdad que las sonrisas y las ganas de conocer a la otra persona generan una comunicación.
Fue difícil y se que en algunos momentos los padres de mi esposo se sentían perdidos en las reuniones mexicanas y que en otras mis hermanos y mis papás volteaban a verme para traducir la conversación tan rápida que tenían los franceses.
Me gustaría decir que solo sentí esa barrera del idioma al llegar a Francia pero la verdad es que en la vida laboral estuve en situaciones en donde mis jefes hablaban ruso e italiano y yo claramente no entendía nada, este tipo de barreras me motivó a comenzar a estudiar los idiomas, así que la barrera lingüística es una buena motivación.
Aprender un idioma nuevo no es solo memorizar las palabras, realmente he entendido que cuando estudias un idioma, entiendes la cultura, sus problemas, la personalidad de la lengua, te abre un panorama y curiosidad por cosas que nunca viste o qué no sabías que existían.
Hace 2 semanas bajando por un monasterio en una montaña en Grecia, me pareció completamente mágico que había un monje de 85 años bajando con nosotros, me moría por preguntarle tantas cosas, conocer el año de construcción, cómo es que el llego ahí, cómo era su estilo de vida, pero desafortunadamente no hablábamos el mismo idioma así que solo nos sonrió y nos acompañamos lentamente al bajar la montaña.
Me he planteando la misma pregunta de ese juego de mesa muchas veces, ¿se imaginan un mundo en donde todos habláramos todos los idiomas?, ¡tendríamos una riqueza infinita!
Imagínense si ese monje nos hubiera contado la historia de ese monasterio con vista al mar, su antigüedad y todos esos detalles que solo puedes conocer al vivir ahí.
Creo que las barreras lingüísticas existen por una razón y que tendríamos que ser más curiosos para aprender otros idiomas, al final al comunicarnos más podríamos transmitir mucho y quién sabe encontrar la solución a muchos problemas.
Ahora tengo otra pregunta para ustedes, si tuvieran que elegir un idioma y mágicamente lo hablaran perfectamente, ¿cuál sería? … y después ¿que harían con ese nuevo súper poder?
RUTH MORELOS
Instagram: ruthmorelos