Agencias
La constancia, la sed de triunfo profesional, la fe y determinación de no rendirse nunca llevó a simón rodríguez “el chamon” y a su grupo a cruzar fronteras, a realizar y a ver cumplidos sus anhelos. Conoce como fue la vida del armadillo Simón.
Simón Rodriguez Barcenas, nacido el 28 de septiembre de 1972, vio la luz en los tepehuajes Gro, una comunidad humilde del municipio de Heliodoro Castillo. Su vida, marcada por la perseverancia y la pasión por la música, se convirtió en un relato inspirador de superación.
En los años 80, la música regional mexicana, especialmente la siérreña, estaba en pleno desarrollo. Simón, aún joven, encontró inspiración en figuras como Bertín y Lalo, y los jilgueros del pico real. Pero su travesía hacia la música no fue fácil. Hijo de campesinos, se embarcó en arduos trabajos para poder comprar su primera guitarra, un paso crucial en su camino hacia los escenarios.
La historia de Simón se entrelaza con la de Félix Cruz, un referente musical en Tepehuajes. Bajo su influencia, Simón y sus hermanos Concepción y Esteban, se aventuraron en el hermoso camino de la música. A pesar de las limitaciones económicas, Simón persistió, practicando incansablemente en solitario al pie de un árbol, con la naturaleza como su única audiencia.
En sus propias palabras, Simón recuerda: “Yo iba a todos los bailes que podía. Escuchaba los grupos desde afuera y ponía atención en cómo lo hacían. Yo no tenía dinero ni para la entrada. Todas las tardes, al regresar de trabajar en el campo, practicaba con mi guitarra lo que había escuchado en el baile. Yo no sabía por qué lo hacía; solo sentía que yo debía estar ahí”.
La perseverancia y su amor por la música le permitieron forjar amistades con músicos reconocidos, como Lalo Gómez de Bertín y Lalo, quien lo introdujo en el mundo de la música de manera más formal.
En la década de los 90, Simón y sus hermanos formaron “Los Gallitos de Guerrero”. Su destreza con la guitarra atrajo la atención de los Armadillos de Teloloapan. El destino le sonrió a Simón cuando se unió a la agrupación, aportando frescura y talento a un grupo en formación.
A pesar de los obstáculos iniciales, Los Armadillos de Teloloapan grabaron tres discos en dos años. Simón, siempre ambicioso, propuso la idea de trascender las fronteras y conquistar el mercado estadounidense. Sin embargo, las diferencias de visión llevaron a la disolución del grupo en 1995, y Simón se aventuró a trabajar como indocumentado en Estados Unidos.
Después de un tiempo en tierras extranjeras, Simón regresó a Guerrero en 1997 con el deseo de revivir su carrera musical. A pesar de altibajos económicos, grabó más discos con su hermano Esteban. Sin embargo, la realidad lo golpeó nuevamente, y en 1999, decepcionado, regresó a la construcción, dejando la música atrás.
Pero la pasión por la música nunca murió en Simón. Cinco años después, decidido a darle una última oportunidad a su sueño, fundó Los Armadillos de la Sierra. A pesar de las adversidades, su perseverancia y determinación lo llevaron a California, donde Beto Portillo les brindó una oportunidad.
“La tercera es la vencida”, afirmó Simón. Sin contratos ni campañas de publicidad descomunales, Los Armadillos se abrieron camino a puro machete. Simón siempre mantuvo una actitud positiva, recordando las polvaredas y horas bajo el sol. Su lema: “Lo mejor está por venir”.
Los Armadillos de la Sierra no solo conquistaron el gusto de la audiencia guerrerense, sino que también se expandieron a San Luis Potosí, Michoacán y Estados Unidos. Con más de 12 discos grabados, temas como “La Doble Rodada” y “Luna Llena” se convirtieron en éxitos internacionales, abriendo puertas a la agrupación.
En su trayectoria, Simón Rodríguez Bárcenas dejó un legado de perseverancia, inspirando a músicos a seguir sus sueños sin importar su origen. Su historia es un recordatorio de que la constancia y la fe en uno mismo pueden superar cualquier adversidad.
Vuela alto, Chamon. Tu música y tu historia seguirán resonando en los corazones de quienes sueñan con alcanzar las estrellas.