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LA FUNDACIÓN DEL MUNICIPIO DE ZIHUATANEJO DE AZUETA

César Antonio Aguirre Noyola

“UN MARAVILLOSO RINCONCITO DEL PACÍFICO GUERRERENSE”

CAPÍTULO SEGUNDO

2.2. CAPITÁN SEGUNDO TÁCTICO DE ARTILLERÍA JOSÉ AZUETA ABAD.

Al filo de las once y media de la mañana arribó a la Escuela Naval, en uniforme de diario, el ya comodoro Manuel Azueta en compañía de otros oficiales y personal de servicio. Todos ellos formaron parte de la defensa del plantel. Al llegar a la Guardia en Prevención, el comodoro, antiguo director de la institución, se dirige a los cadetes: “¡Viva México!, y la arenga fue coreada con vítores a la patria y al plantel”.

Los tenientes José Azueta Abad, Alfredo Cañete y Ernesto Barrañon, poco antes egresados del plantel, se dirigen a la Escuela. En esa fecha pertenecen a la Batería Fija de Veracruz y, ante los hechos, acuden a defender a su alma mater. Azueta se coloca al frente de un pelotón de artilleros con órdenes de hacer fuego al invasor. Así mismo, un capitán emplaza dos piezas de artillería en las cercanías de la Escuela, que se preparan para entrar en combate, pero no llegan a utilizarse porque la comandancia militar ordena el retiro de éstas y también el del teniente José Azueta.

José Azueta entra al patio de la Escuela, se dirige a su padre mostrándole la orden recibida de reconcentrarse en Los Cocos —un sitio próximo a Veracruz, sobre la vía del ferrocarril a México— y recibe la honrosísima respuesta, ecuánime y digna del comodoro: “Ve a cumplir con tu deber, que yo quedo aquí a cumplir con el mío”.

A las 13:30 horas del día 21 de abril, por el lado sur del muelle fiscal, los infantes de marina norteamericanos pasaban frente al costado de la Escuela Naval, y cuando se encontraban a unos doscientos metros de distancia del edificio, dice el capitán Bonilla “recibieron el fuego de los alumnos que protegían el lado norte del edificio, fuego no muy eficaz debido a las construcciones abandonadas del mercado de Veracruz; había órdenes de no disparar por el momento, pero fue tanta la insistencia de los cadetes en hacerlo y también mi deseo de hacerlo, que autoricé se rompiera el fuego”.

Ahora se cita aquí el episodio crucial de la historia: el ex cadete naval y teniente de artillería, en vez de retirarse junto con la tropa de artilleros, tomó la decisión de quedarse a un lado de su padre y de los cadetes de la Escuela Naval; para ello, armado con una ametralladora, se instaló en la esquina de la calle de Esteban Morales y la avenida Landero y Coss, desde donde disparó ráfagas de metralla hacia el contingente invasor que ocupaba la zona de la aduana; dada su exposición en el puesto que había escogido, fue herido por el marino estadounidense Joseph G. Harner, quien le disparó desde un muro de las bodegas de la aduana, ubicado a unos 200 o 300 metros de distancia.

[…] lo vimos levantar su ametralladora y colocarse en medio de la citada calle —Landero y Coss— y teniendo a su espalda la esquina del Instituto Veracruzano enfilar la esquina de carnicerías, volviendo a dirigir sus fuegos sobre el enemigo que hacía fuego desde la aduana. Poco tiempo aguantó en esta nueva y descubierta posición, cayendo acribillado por tres balazos en las dos piernas y en un brazo, víctima de su arrojo y amor por su Patria y por su padre, pues por estos dos nobles sentimientos él se quedó y no evacuó la plaza siguiendo a su batería cuya retirada protegió.

La actuación de este guerrero que apenas frisaba los 19 años de edad pronto se extendió a todos los círculos de la sociedad mexicana, aumentando la admiración hacia su persona, por eso, tres días después, mediante Acuerdo, el presidente Victoriano Huerta lo ascendió al grado inmediato superior: “Capitán Segundo Táctico de Artillería por méritos contraídos en campaña”. Cinco días más tarde, en plena lucha por la vida y en convalecencia, recibió la condecoración “Segunda Invasión Norteamericana, Medalla de Oro”. Aún con vida, el uno de mayo, se le otorgó la distinción de “La Cruz de Tercera Clase del Mérito Militar”, por haber protegido la retirada de la Batería, manteniendo a raya al enemigo a través del fuego de una ametralladora (esto último fue una invención del comandante Gustavo A. Maass en su informe, secretario de Guerra y Marina, para su conveniencia político-militar, pues se sabe que varias horas antes de la refriega el contingente de la Base Militar, junto con él como responsable, habían evacuado la plaza).

Después de varios días de debatirse entre la vida y la muerte, llegarían las fatídicas hora y fecha para el mártir guerrerense formado militarmente en Veracruz: las 16:10 horas del 10 de mayo de 1914 —el día 2 de ese mes había cumplido sus 19 años de edad…

Sabia virtud de conocer el tiempo.

Investigador en materias política y electoral.

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