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La fundación del municipio de Zihuatanejo de Azueta

César Antonio Aguirre Noyola

CAPÍTULO SEGUNDO

2.2. CAPITÁN SEGUNDO TÁCTICO DE ARTILLERÍA JOSÉ AZUETA ABAD.

Quienes han hecho reseñas de su vida concuerdan en que el cadete Azueta “es inquieto aunque muestra un gran sentido de camaradería”, “entre 1910 y 1911 embarca en viajes de práctica a bordo del velero Yucatán, del cañonero Bravo y del cañonero Morelos”. Estas embarcaciones en tiempos anteriores habían sido inauguradas por su padre y destinadas a las prácticas de los alumnos de la prestigiada Escuela Naval.

Poco a poco el futuro héroe nacional se iba formando a través de conocer nuevos puertos, diferentes climas, otras personas y distintos horizontes. El tiempo a bordo se sucedía entre los compases, los cronómetros, las paralelas, las cartas, los sextantes, el almanaque, las tablas (aquel importante libro grueso), la recta Summer, la bendita regla de cálculo, la libreta de cálculos, etcétera; siempre tras la medición de longitudes, latitudes y meridianas, atrapando por las noches algunas estrellas, tales como a la generosa, útil e inescapable Polaris, a la escurridiza Altair, a Deneb y a Vega, al popular triángulo luminoso, y a la bella, tan lejana y muy brillante Sirio. En las guardias de puente santa sanctorum del buque, el discreto y suave ronronear de la giroscópica arrulla la escena y el compás con su lenta aguja muestra el rumbo de la nave.

José Azueta, como cadete, fue objeto de llamadas de atención, de arrestos por bajas calificaciones y de suspensiones en determinadas actividades por jugar bromas de toda índole a sus compañeros, lo que revela que fue un muchacho normal, con una  conducta ad hoc a la condición de juventud que atravesaba. Poseía un carácter dirigido al rompimiento de los cánones; en su Hoja de Servicios aparece un hecho por demás controvertido: un domingo evadió la vigilancia y se introdujo al calabozo, donde uno de sus amigos se hallaba castigado en un encierro cumpliendo una sanción administrativa, fue descubierto y le costó correr la misma suerte.

Repentinamente el joven Azueta pierde la concentración y no aprueba algunas materias del curso, se encuentra compungido, abatido, decepcionado, seguramente un cúmulo de pensamientos lo asaltan en esos momentos; sin embargo, él sabe que las reglas son rigurosas en el centro académico militar, y por esa causa se ve obligado a solicitar, con fecha 23 de noviembre de 1913, ya en el cuarto año de su carrera, su traslado a la milicia permanente, solicitud que le es aceptada con fecha 9 de diciembre de esa misma anualidad; con ese trámite causa baja como cadete en la Escuela Naval y consigue su alta en la Batería Fija de Veracruz, recibiendo el despacho que lo acredita como Teniente Táctico de Artillería.

Una vez que había tomado aquella decisión, José Azueta habló con el capitán de navío Rafael Carrión, a quien enteró de sus problemas, y éste, que conocía muy de cerca al joven, lo apoyó con una valiosa carta recomendación premonitoria, que enseguida se transcribe:

“C. General:

Tengo la honra de poner en el superior conocimiento de usted; que el alumno José Azueta a causa de haberse atrasado respecto a sus compañeros, quienes terminan sus estudios en el presente año escolar, se ha desanimado, y aun cuando hace esfuerzos por vencer su decaimiento, no parece lograrlo, y por otra parte manifiesta deseos de aprovechar los actuales momentos para salir a prestar sus servicios en algún cuerpo de artillería, arma por la que siente predilección, encontrándose dispuesto a hacer todo lo posible por distinguirse en servicio si se le concede lo que solicita.

Capitán de navío Rafael Carrión”.

En su Hoja de Conceptos, de fecha 31 de marzo de 1914, documento que expide el comandante de la unidad a la que perteneció el militar, y que contiene la opinión del mando con relación al desempeño observado por el subordinado, correspondiente al cadete José Azueta Abad, se asentó: “Este Oficial es de buena capacidad, desempeña los servicios que se le encomiendan con exactitud”, pero lo que llama poderosamente la atención, por el comportamiento que exhibiría poco menos de un mes después, es la anotación que se le hizo en el apartado de valor militar de esos documentos, apareciendo como “Valor: por acreditar”.

Entre las once y once y media del día 21 de abril de 1914, los elementos de infantería de marina del “Praire” se embarcaban en once lanchas y se dirigían al muelle Porfirio Díaz de la terminal y al muelle fiscal. Veracruz, para ese entonces, está prácticamente desguarnecido, en virtud de que por órdenes del jefe militar únicamente quedaron los integrantes de la Escuela Naval al mando de su director, así como el personal del Arsenal Nacional al mando del capitán de navío Gustavo Cerizola. El general Maass deja en el puerto únicamente doscientos elementos del 19/º Batallón de Infantería y algunos grupos de voluntarios, reforzados con pocos elementos del 23/º Batallón, estos al mando del militar retirado teniente coronel Contreras…

Sabia virtud de conocer el tiempo.

Investigador en materias política y electoral.

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