Atoyac

Entre carretillas y sonrisas: Don Arnulfo, el alma del mercado de Atoyac

By Despertar de la Costa

May 23, 2025

 Cuauhtémoc Rea Salgado

Atoyac de Álvarez, Gro. – El sol apenas asoma detrás de los cerros cuando don Arnulfo Barrientos Dionisio, de 71 años, ya está listo con su carretilla metálica, bien alineada junto a otras frente al mercado municipal de La Perseverancia. Su andar es pausado, pero firme; su rostro, curtido por el tiempo y el trabajo, guarda la serenidad de quien ha sabido ganarse la vida con dignidad y honestidad.

“¡¿Le ayudo, marchanta?!”, se le escucha decir con voz fuerte, sin perder la sonrisa, mientras extiende una mano franca que ha empujado cargas durante 40 años en ese mismo lugar. A veces arroz, otras veces un costal de chiles o un racimo de plátanos; todo lo lleva con cuidado, como si en cada carga también transportara una parte de sí mismo.

Don Arnulfo nació en El Rincón de las Parotas, una comunidad enclavada en la parte baja de la sierra atoyaquense. Llegó al mercado siendo joven, sin saber que ahí construiría una historia que hoy es parte del alma del lugar. “Aquí he vivido muchas cosas… lo mejor ha sido la gente”, dice mientras se acomoda la gorra. Sus compañeros lo saludan con respeto y cariño. “Don Arnulfo es leyenda viva aquí”, comenta uno de ellos entre risas.

Pero no todo ha sido color de rosa. En cuatro décadas también ha conocido el desdén, los reclamos injustos y los días sin clientes. “Hay quien no valora lo que hacemos… creen que sólo empujamos carretas, pero esto también es trabajo y se hace con el cuerpo, con el alma”, dice con un dejo de tristeza que se disuelve rápidamente cuando un niño le lanza un saludo: “¡Hola, don Arnulfo!”.

Pocos lo saben, pero bajo esa camisa remendada y los zapatos gastados, hay un hombre con sabiduría, con historias de resistencia, de madrugadas frías y jornadas interminables bajo el sol. No pide mucho: sólo respeto y la posibilidad de seguir ganándose la vida sin molestar a nadie.

“No pienso dejar esto todavía”, afirma con determinación. “Mientras el cuerpo aguante y me sigan necesitando, aquí estaré”.

Y así sigue don Arnulfo, caminando los pasillos del mercado como si fueran su casa, con la carretilla como aliada y el corazón puesto en cada servicio. Porque en un país donde muchas veces los oficios humildes pasan desapercibidos, él representa la dignidad silenciosa de los que nunca se rinden.