Barcelonnette es un pueblito francés ubicado en el Valle de Ubaye, que a través de su arquitectura y de sus colores le ha rendido un homenaje pocas veces visto en México.
¿Cómo nació este peculiar vínculo? Cuenta la leyenda que el gran flujo de barcelonnettes a México comenzó con los hermanos Arnaud, que emprendieron el viaje a América en busca de oportunidades; su plan era establecerse en Luisiana pero cuando ésta pasó a ser parte de Estados Unidos prefirieron emigrar a la Nueva España donde generaron una gran fortuna que inspiró a otros franceses a probar suerte en este país.
Esta migración tuvo importantes repercusiones en la economía mexicana, y para finales de siglo XIX los franceses ya controlaban el 70% del comercio textil del país, esta influencia se transformó en las grandes tiendas departamentales: Liverpool, Palacio de Hierro y Fábricas de Francia.
Se dice que las personas de esta región alpina emigraron para regresar, y así fue. Muchos de estos franceses decidieron volver a su pueblo natal pero se trajeron con ellos la comida, música, idioma y cultura del país que los acogió por tantos años.
En este lugar se puede pasar una noche con los Alpes de fondo en el campamento Tampico, caminar por las casas estilo europeo de la avenida Porfirio Díaz, esconderse del frío del invierno en el Hotel Azteca y comprar artesanías en la Baïta. Además, hay unas Maisons Mexicanas que se llaman: Puebla, Anita, San Carlos o Durango, y aunque su arquitectura no tenga un gran componente de nuestro país, algunas le hacen un pequeño guiño con sus azulejos o vitrales.
Sin embargo, si de celebraciones hablamos, no podemos dejar de mencionar el Festival Latino-Mexicano, el cual se lleva a cabo en agosto y es una verdadera fiesta a México con exposiciones, desfiles y mariachis que traen a Europa el espíritu de la plaza Garibaldi
RUTH MORELOS
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