Dr. Trinidad Zamacona López
“En Guerrero, tierra del libertador y consumador de la independencia Vicente Guerrero, el Ministro Hugo Aguilar prefirió primero abrazar el cuarzo de ‘perrito felices’, antes que abrazar la Constitución.”
El voto judicial para cada Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación nos costó 513.73 pesos. Hugo Aguilar Ortiz sacó 6 millones 146 mil 686 votos. Si esto se multiplica por el costo de cada voto, entonces tendremos al Ministro más caro de la historia en México: nos costó millones de pesos su cargo.
Pues el Ministro que apareció en acordeón estuvo en Guerrero, según para dar una conferencia magistral. De eso no hubo nada. Habló del bastón de mando, habló en un discurso político, pero no jurídico. Esto se dio dentro del “Día Internacional de los Pueblos Indígenas”, “Las Comunidades Indígenas y Afromexicanas como Sujetos de Derecho Público”, “La Reforma Constitucional Indígena y Afromexicana, y el Nuevo Poder Judicial en México”. Pensé en un momento que iba a hablar de los indígenas, de los afrodescendientes en México: dónde están, en qué condiciones viven, cuál es la propuesta que tiene para sacarlos del bache en donde se encuentran.
En entrevista le preguntaron los reporteros —que no se les pasa nada— sobre si conocía el tema financiero de la Corte, y dijo que: “No tengo conocimiento de los temas financieros. Estamos conociendo apenas el tema jurisdiccional, que es el tema que a mí me toca.” Los periodistas volvieron a insistir si se iban a acabar los privilegios. Dijo que va a bajar los salarios a todos.
Si la persona que va a dirigir un poder tan importante como el Judicial debe saber —en estos momentos— no tan solo el asunto financiero, debe saber cuántos asuntos están pendientes por resolver de los Ministros que se van este día 31, último de agosto, a las 11:59 horas de la noche. Fecha en la que se va una Suprema Corte de Justicia de la Nación que, si bien nos quedó a deber, teníamos la certeza de que estaban bien capacitados para resolver los temas que se les habían planteado en cada una de sus áreas.
Debe saber cuánto presupuesto ejercieron los que se van, como Norma Patricia Piña, y cuánto dejan en las arcas; cuántos Ministros, Magistrados y Jueces están pendientes de liquidar o de recibir su haber de retiro.
El Ministro del acordeón no viene como pasante de un juzgado, no viene de ser defensor público, no fue actuario, no fue secretario de acuerdos, no fue proyectista, no fue secretario de estudio y cuenta, no viene de ser juez, no viene de ser Magistrado de algún colegiado de circuito. Viene de ser una persona que fue puesta en un acordeón para inducir el voto de los electores. A eso se debe su arribo al puesto de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por ello es que Hugo Aguilar recibió una sanción cuyo monto sería de 79 mil 424 pesos; por ello es que no es por nada que a él se le atribuyó la elaboración y distribución de esta forma de inducir el voto.
México tiene la democracia más cara del mundo. La cifra de los 13 millones de votos emitidos durante la primera elección judicial tuvo un costo de 531.73 pesos por cada voto emitido, considerando todo el gasto que implicó poner en marcha los comicios de este 1 de junio de 2025. Pero ahora tenemos los procesos electorales más tramposos del mundo, en donde no puedes tener el promedio, no puedes hacer campaña, no sales en televisión, pero con que salgas en los acordeones, ganas porque ganas.
Compararlo con Benito Juárez es un insulto para el oriundo de Oaxaca. “Juárez luchó por establecer un Estado laico y una República federal en México, defendiendo la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, que separaban la Iglesia del Estado y promovían la igualdad. También luchó contra la intervención extranjera, especialmente la francesa, para preservar la soberanía e independencia de México.” Hugo Aguilar no lucha por los derechos de los indígenas, por la justicia de los que han recurrido al máximo tribunal del país. Lucha por el respaldo político, por la toga del poder que lo proteja en caso de fallar. Juárez defendió a la República de los invasores y dictadores; Aguilar defenderá a los que lo pusieron ahí. A ellos les debe el cargo disfrazado de votos en las urnas.
El Ministro, a partir del 1º de septiembre, Hugo Aguilar, se reunió con Gerardo Fernández Noroña y Adán Augusto para planear la toma de protesta del PJF, según se dijo, en un diálogo y coordinación institucional. Ese es un mensaje grave para el país: se fue a poner a las órdenes de quien lo puso en su silla. No ha agarrado ningún expediente, no ha dictado su primera sentencia, no ha dicho su fallo en un caso relevante, pero ya fue a ver a quién le va a acompañar en sus tres tomas de protesta.
No puede haber comparación con Juárez. Eso no se lo puede permitir la historia. Es como la tierra de un narco: llamar a sus paisanos igual porque ahí nacieron se me hace un agravio a los ciudadanos. No tiene nada de Benito Juárez, nada de comparación ni en la preparación académica.
Juárez viene de una cultura de las letras y la academia, pues tuvo una sólida formación académica, marcada por su paso por el Seminario de la Santa Cruz y el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca (actual Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca). En el seminario estudió latinidad, filosofía y se graduó como bachiller. Posteriormente, en el Instituto, se especializó en leyes, obteniendo el título de abogado. Pero además tuvo una sólida y fructífera carrera en la función pública. En donde quiera que pasó, dejó huella. Lo que Hugo no puede decir ni presumir. Por eso no hay comparación. Apenas le alcanza para decir que él no está enterado de cómo le dejan la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A 20 días de asumir el cargo, le interesa más andarse dando baños de pueblo antes que enterarse de cómo va a recibir el poder, a cuántos tendrá que indemnizar, qué salarios tenían, para ver si lo que le dejan le alcanza para hacerles justicia a su llegada.
Es como el alcalde o gobernador que ganó las elecciones de un municipio o de un estado. Ellos luego nombran a las personas que están en todas las áreas para que les informen cómo está cada una de ellas. Aquí no: primero me siento, luego me informo. Cuando debería de ser lo contrario, para que cuando me pregunten diga con exactitud cómo está lo que voy a recibir.
En Guerrero vino a reunirse con los políticos, no con los trabajadores del Poder Judicial Federal. No habló de los juzgados federales, cómo le hará para mejorarlos, cómo va a hacer para acercar la justicia a los indígenas, cómo resolverá los más de un millón de asuntos que están pendientes por resolverse.
No vino a reunirse con la barra de abogados, con los colegios de letrados. Vino a un acto político. Está en su derecho, pero eso ya no quiere la sociedad, que como dijo Luis Donaldo Colosio, “tiene hambre y sed de justicia”. Tenemos un México agraviado por los funcionarios que representan al poder, funcionarios que deberían servir al pueblo, y no servirse de este.
Como jurista de tribunal he dicho que: “Cuando la aplicación de la justicia se consulta, se pierde la autonomía e intendencia del juzgador.” Ya lo vimos recientemente cuando liberaron a Israel Vallarta. Prefirieron decir que hubo violaciones al debido proceso que ponerse del lado de las víctimas. Pero la resolución la dictó una jueza cuyo nombre salió en los acordeones. Por eso acuñé la frase al principio del párrafo. Así están y estarán las cosas con la justicia y con quien la va a impartir.