El momento meme
Las redes, las benditas redes, se convierten en animal maldito cuando se voltean. Las mismas redes que crean personajes los destruyen con proporcional velocidad con la que los crean. Las redes, como Saturno, devoran a sus hijos predilectos: los hacen, los crecen y luego los derrumban para tragarlos. Son implacables y no tienen consideraciones ni memoria. No es personal, así son esas olas que igual arrastran y llevan lejos, que destruyen y arrojan al acantilado.
El punto de no retorno en las redes es el momento meme, ese instante en el que el político pasa del personaje que generaba opinión y movía las voluntades a convertirse en el punto de encuentro de la carrilla, la mala leche, la venganza anónima de quienes se sienten decepcionados, traicionados o simplemente obtienen placer en destruir.
El momento meme suele coincidir con una baja en la popularidad. López Obrador dice estar muy bien en las encuestas a pesar de las campañas en su contra, pero no es cierto: ni hay tales campañas, pues son los mismo grupos de oposición, poco articulados e ineficientes que hace un año cuando el Presidente estaba en la cumbre, ni su popularidad está muy bien. Lo que cambió en estos 12 meses es que las redes han revolcado al Presidente por una seguidilla de malas decisiones y desencuentros particularmente con las clases medias urbanas que son las que hacen opinión.
En el mes 15 de sus respectivos gobiernos Fox había perdido 22 puntos de popularidad al pasar de 72 a 50; Calderón, que comenzó con poca legitimidad, había subido cuatro puntos, de 61 a 65; Peña comenzaba su despeñadero al pasar de 57 a 43 y López Obrador ha perdido 13 puntos, al pasar de 75 a 62, la mayoría de ellos de diciembre para acá (los números pueden verse de “la encuesta de encuestas”, un promedio que construye Oraculus con datos de todas las encuetas publicadas). El caso más parecido al de Andrés Manuel es sin duda el del Fox, pues ambos comparten una gran decepción -producto de enormes expectativas- y la falta de resultados como motores de la caída, y a su propia boca como el acelerador de este proceso. La mañanera paso de ser la tribuna más importante de la nación y el púlpito desde donde se reforzaba la creencia y se condenaba a los infieles a la fuente más importante de memes y chistes de las redes sociales. Cada salida del Presidente genera más desgaste político y mayor virulencia.
En algún momento de la crisis por COVID-19, por una cuestión de salubridad, el Presidente tendrá que abandonar o al menos cambiar la estrategia de la rueda de prensa diaria. Es una gran oportunidad para romper la inercia negativa, pero López Obrador ha demostrado que aquel dicho de que “la vida te da muchas oportunidades callarte, no las desaproveches” no está en su refranero popular.