Caminar por la verdad, la justicia y la paz
Muchos de los procesos de cambio han empezado con una larga caminata. De hecho, la caminata es una de las expresiones de la resistencia pacífica más efectivas que los movimientos sociales han aplicado porque convocan a la solidaridad más que a la confrontación.
Así lo hicieron Martin Luther King, Gandhi e incluso el propio Andrés Manuel López Obrador en el arranque de su papel como luchador social en 1991 con el Éxodo por la Democracia.
Esa expresión, aunque es pacífica, no siempre ha sido del agrado de la mayoría que menosprecian a quienes la realizan e incluso desestiman su eficacia.
Tampoco la ha sido del gobierno en turno como ahora lo hace López Obrador ante el anuncio de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz que tiene como objetivo que el gobierno retome la agenda de la atención a las moles de víctimas y se construyan y apliquen mecanismos de justicia transicional de manera integral y de la magnitud de la tragedia que se vive en el país.
Una de las marchas o caminatas más efectivas que se hayan realizado recientemente fue la del 2011 cuando el poeta Javier Sicilia caminó desde Cuernavaca, donde mataron a su hijo, a la Ciudad de México.
Luego de esa caminata y de un par de caravanas en todo el país, se hizo visible el grave problema de la desaparición de miles de ciudadanos a manos del crimen organizado.
Ese problema que ya sufrían varios estados del norte no se quería reconocer ni por el gobierno ni por la opinión pública. Hacerlo visible y que se registrara en todo el país fue el logro del Movimiento de Paz con Justicia y Dignidad.
Nueve años después, con una espiral de violencia imparable y, al mismo tiempo normalizada, este movimiento de víctimas ha decidido volver a caminar para exigirle al ahora presidente López Obrador que cumpla con su palabra de dar justicia a las familias de los miles de asesinados, desaparecidos y desplazados por la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón en 2006.
La decisión de caminar una vez más los 80 kilómetros que separan la capital de Morelos con la Ciudad de México no ha sido del agrado de muchos seguidores del presidente. Califican de entrada a Sicilia de traidor de la democracia y hasta de instrumento de la derecha, sin tomar en cuenta que hay razones de sobra para demandar un alto a la violencia y la atención a los agraviados.
Durante estos nueve años Sicilia no ha parado en pedir que se privilegie en la agenda del gobierno dar justicia a las victimas de la violencia y cambiar la estrategia militar y policiaca de combate al crimen organizado.
La demanda esencial es que se ofrezca a las familias afectadas la justicia transicional, es decir que se investigue a fondo para conocer la verdad de los hechos, aplicar la ley, ofrecer una reparación del daño y al final el perdón o la amnistía. Esto es, en el sentido inverso a lo que propone López Obrador de dar el perdón a los victimarios y borrón y cuenta nueva.
Sin justicia y verdad no hay democracia, es lo que han manifestado Sicilia y un grupo de activistas preocupados ante la falta de interés del presidente López Obrador de atender la demanda de los familiares de miles de muertos y desaparecidos que representa una cuenta pendiente y una sombra que eclipsa cualquier intento de cambio como lo pretende este gobierno que se hace llamar la Cuarta Transformación.