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Editorial

Internet, la narrativa de la violencia

Las llamadas benditas redes sociales se han convertido para Andrés Manuel López Obrador en un nuevo frente de ataque y defensa ante lo que llama sus adversarios, los cuales muchas veces son los que no comparten su forma de gobernar.

Desde el pasado fin de semana y lo que transcurre de la presente, López Obrador ha concentrado su atención en los mensajes que se han difundido en las redes sociales.

Fue a través de dos mensajes en Twitter que alertó de un golpe de estado y luego, en un tercer mensaje, dijo que se trataba de una advertencia ante cualquier intentona en las fuerzas castrenses.

En su conferencia matutina del lunes siguió con el tema de las redes sociales y dio a conocer que Aurelio Nuño, Juan Carlos Romero Hicks y Luis Calderón Zavala (hijo de Felipe Calderón y Margarita Zavala) fueron los principales responsables de encabezar una campaña en su contra a través de ataques a la prensa bajo las etiquetas #prensasicaria, #prensaprostituida y #prensacorrupta.

Los señalamientos fueron como echarle leña al fuego. Las reacciones de los Calderón fueron virulentas y polarizó aún más a los usuarios en redes sociales, muchos de los cuales lanzaron mensajes impregnados de enfado.

La violencia que se vive en las calles y que suman casi 30 mil en lo que va de este gobierno, también se refleja en las redes sociales mediante enfrentamientos viscerales entre grupos a favor y en contra de López Obrador, crispando aún más el ambiente social.

A través de las distintas plataformas del ciberespacio se ha desatado una guerra verbal que ha llegado en algunos casos no solo a las descalificaciones sino a las amenazas de muerte.

En aras de la libertad de expresión, siempre y cuando sean a su favor, López Obrador ha bendecido a las redes sociales sin tomar en cuenta que las palabras tienen una responsabilidad pues cada mensaje acusatorio que sube a las distintas plataformas enardece más a quienes están en su contra y a los que lo defienden.

Lo mismo pasa con los mensajes de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes encontraron en las redes sociales la mejor forma para expresar ideas y resentimientos sin exponerse al rechazo social generado por sus mal logradas administraciones que no ayudaron a impulsar el desarrollo del país, sino todo lo contrario, lo sumaron en crisis más profundas y en una espiral de violencia que cada día crece más.

Internet se ha instituido en un campo de batalla en el cual lo que menos importa es el intercambio de ideas y análisis, sino la narrativa de la violencia a través de los ataques y las descalificaciones en mensajes impregnados de odio racial y clasista: Chairos contra fifís; liberales contra conservadores.

Los ataques que se difunden en las redes sociales esparcen chispas de enardecimiento social que, como en una estepa verde, se convierten en una gran hoguera que ya rebasa la frontera de lo virtual y llegan a la realidad.

En esta vinculación entre virtualidad y realidad, los responsables de cada mensaje no miran el efecto y el impacto que tienen sus expresiones: la reproducción de la violencia que día a día va creciendo en muchos ámbitos de la vida social.

Por cierto… esta violencia sin diques alcanzó ayer a la familia de Julián LeBarón que desde hace más de una década ha sido amenazada por el crimen organizado. Cada día que pasa los índices de violencia son mayores y ya alcanzan a los menores de edad que son víctimas de las armas del crimen organizado.

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