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Editorial

Pemex, el escándalo se internacionaliza

Hasta ahora, la corrupción tan aludida, periodísticamente expuesta y mayoritariamente impune, de las pasadas administraciones federales, así como de las empresas productivas del Estado, destacadamente en Pemex, no había llegado a procesos internacionales.

En apariencia cuidadosos, los directores de Pemex y su consejo de administración habían sorteado la atención de tribunales extranjeros o instancias multilaterales, debido a que parecían atender normatividades y prácticas exigibles en el comercio exterior.

El procedimiento alcanza a las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, recorriendo el desempeño de la petrolera durante las últimas cuatro direcciones a cargo de Juan José Suárez Coppel, Emilio Lozoya Austin, José Antonio González Anaya y Carlos Alberto Treviño Medina. Y es que, las presuntas irregularidades detectadas ocurrieron a partir de enero de 2012, el último año del presidente surgido del PAN.

El asunto es sensible: más allá de la corrupción que tendría que sancionarse en el ámbito nacional, las previsibles conclusiones de dicha investigación estadunidense tendrán consecuencias para México en la administración de Andrés Manuel López Obrador, al grado de frustrar o al menos entorpecer la realización de su apuesta por el desarrollo basada en aumentar la inversión en Pemex. Es así porque de imponerse sanciones económicas, este gobierno tendría que pagar los platos rotos del pasado.

Por lo expuesto en el citado reportaje –cuya lectura es recomendable para entender a detalle la trascendencia del asunto–, la investigación es realizada por un equipo de 26 especialistas en delitos financieros, entre quienes destacan aquellos que investigaron para la misma SEC el caso Braskem-Odebrecht que devino en la imposición de una multa por 3 mil 500 millones de dólares en 2017.

El objetivo de ese grupo es verificar si en las operaciones de Pemex, la novena petrolera más grande del mundo, se incurrió en delitos bursátiles de la legislación estadunidense, principalmente, en relación a la falsificación de información financiera, el famoso “maquillaje” de cifras tan frecuente en los informes de presupuestales mexicanos, y se concentra en indagar exactamente los mismos ilícitos que en el caso Odebrecht.

La investigación de la SEC respecto a la mencionada brasileña Odebrecht, repasó las anomalías en 11 países, incluido México, donde dicha empresa tuvo una presencia destacada y, aunque existe amplia información al respecto, no hay investigación nacional concluyente.

En general, ese ni algún otro de los muchos asuntos de corrupción en Pemex ha tenido consecuencias mayores, si bien, hay casos abiertos por la Fiscalía General de la República (FGR) cuyo desenlace es incierto. Entre esos casos, está el de la compra-venta de Agronitrogenados y la denuncia –cuyos avances se desconocen– de la operación con Fertinal, las empresas de fertilizantes inservibles y adquiridas a sobreprecio según declaraciones presidenciales, ambos incluidos en la investigación que ahora realiza la SEC.

El lío es gordo. Quizás por eso hay un silencio de la actual administración respecto al asunto. La opacidad con que suele manejarse el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, quien sólo es capaz de presentar modestas gráficas en power point en “las mañaneras” a las que lo convoca el presidente López Obrador ha incrementado las dudas en el sector, en un momento en el que su posición es necesaria para enviar señales de confianza a inversionistas en los que se cifra en parte el éxito del plan de reactivación petrolera de la autollamada “Cuarta Transformación”.

Con procesos estancados en México, la indagatoria y sanción de actos de corrupción e ilegalidad de pasadas administraciones no es opcional. No se trata sólo de lo que robaron o dilapidaron los gobiernos pasados sino de las consecuencias a futuro que los malos gobiernos siguen provocando.

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