Opinion

DEL ANECDOTARIO POLÍTICO “En lugar de supervisarlos, es mejor ayudarlos”

By Despertar de la Costa

June 20, 2022

César Antonio Aguirre Noyola

La labor más complicada que realizan algunas y algunos eventuales servidores públicos electorales es la que está vinculada directamente con la figura de Capacitador(a) Asistente Electoral (identificada con las siglas CAE). Ello, desde luego, lo digo con pleno conocimiento de causa. Estas mujeres y estos hombres se enfrentan a adversidades, peligros y desafíos auténticos. Algunos ejemplos bastan para corroborar lo dicho: portazos en las narices, insultos, reclamos airados, escalada de cerros, cruce de ríos, lluvias, ataques de perros, acoso sexual, ayunos obligados, largos recorridos a pie, persecuciones, amenazas, caminata bajo los abrasadores rayos del sol, etcétera. Aprovecho este espacio para enviar un sincero reconocimiento por todas esas y todos esos CAE que de verdad se parten el alma para cumplir con su función.

Transcurría la etapa crepuscular del año de 2017, para ser exacto iniciaba el mes de diciembre, cuando por cuarta ocasión yo era acreditado como representante propietario ante el 03 Consejo Distrital del Instituto Nacional Electoral en Guerrero con cabecera en el puerto de Zihuatanejo, municipio de Zihuatanejo de Azueta.

En una fase del proceso que entraña la insaculación (sorteo), notificación, capacitación y designación de las personas que se desempeñan como funcionarias y funcionarios de las Mesas Directivas de Casilla, la Estrategia de Capacitación y Asistencia Electoral para el Proceso Electoral Federal 2017-2018 aprobada por el Consejo General del INE señalaba que debían hacerse verificaciones en campo relacionadas con el trabajo que desplegaban las y los CAE, básicamente en los casos que estos reportaban, entre otros supuestos, que la ciudadana o el ciudadano se negaba a participar, que se había cambiado de domicilio o que había fallecido.

Luego entonces yo solicité a la presidente del órgano colegiado distrital, Lic. Teresa Galván Barragán, que me incluyera en la programación de estas visitas de verificación, petición que fue acogida y resuelta a la brevedad, informándome la autoridad electoral que yo escogiera las secciones que deseaba recorrer para hacer las supervisiones. Le dije que quería acudir a las secciones 1606, 1608 y 1621 correspondientes a la colonia Centro de la cabecera municipal de Zihuatanejo de Azueta.

Al acudir, en la fecha y hora acordadas con anterioridad, y teniendo como punto de reunión el estacionamiento del edificio que alberga las oficinas del 03 Consejo Distrital Electoral, coincidimos allí con la consejera Ixel Rodríguez Reyes, un joven auxiliar que estaba habilitado como conductor del vehículo oficial, el CAE titular de una zona de responsabilidad (ZORE) y un servidor. Nos subimos al coche y nos dirigimos a una casa particular de dos pisos ubicada en la calle Adelitas de la colonia La Madera. Encontramos en el lugar a una ciudadana, quien nos refirió que el ciudadano buscado era su pareja sentimental, que en ese momento no estaba por razones de trabajo, y manifestó que él efectivamente no participaría como funcionario porque estaría ocupado laborando el día de la elección; la verdad, después de tratar de persuadirla, no pudimos lograr que la mujer cambiara de parecer, por lo que le agradecimos y optamos por retirarnos para seguir con la actividad.

La consejera Ixel, el joven capacitador y un servidor caminábamos por la banqueta de la avenida paseo de la Boquita a la altura de la plaza Kyoto, con dirección al local comercial con razón social “Pollos Country Zihuatanejo”, frente al cual se hallaba estacionado el coche que nos transportaría al primer cuadro de la ciudad. Seguíamos transitando rumbo a nuestro destino, cuando súbitamente divisé al profesor Ignacio Mora Luviano, estaba sentado en una silla en torno a una mesa blanca de plástico colocada sobre la acera contigua al restaurante de mariscos “La Gamba” (aunque la mayoría de las gentes se refieren al lugar como “Cangue”). El Profe Nacho (como cariñosamente le decíamos) sostenía una gran plática con dos individuos con los que compartía la mesa, me acerqué a él —y tras de mí los otros integrantes de la comisión— y tuve la osadía de interrumpirlo en su charla con el propósito de saludarlo con la cortesía que mi amigo siempre amerita. Después de intercambiar saludos, nos preguntó —¿Qué andan haciendo muchachos?—, entonces queriendo yo quedar bien y sentirme importante con la investidura de fiscal que en ese momento suponía que llevaba, le dije —Andamos supervisando que las y los capacitadores hagan bien su trabajo, que no falseen información—, pero con la sagacidad intelectual que caracterizaba al profesor, y como gran conocedor de la difícil tarea de convencer a la ciudadanía que enfrenta a diario este ejército de personas, me comentó lo siguiente: “Yo considero que en lugar de supervisarlos deberían buscar la forma de cómo ayudarlos a conseguir sus “aptos” (personas que cumplen legalmente con los requisitos para ser funcionarias de mesa directiva de casilla). Me quedé sin palabras por unos instantes, y a la postre me animé a exteriorizar, con una risita nerviosa, más a fuerzas que de ganas, “Sí verdad, eso sería mejor”. Así de franco, así de espontáneo, así de contundente era el profesor Ignacio Mora Luviano. Después de este pasaje, decidí ya no participar en esa tarea, cuando menos durante el resto de ese proceso electoral.

César Antonio Aguirre Noyola

Investigador en materias política y electoral.