Estatal

Decenas de personas no acatan el llamado para quedarse en su casa

By Despertar Redacción

April 24, 2020

IRZA

CHILPANCINGO. Pese a que ya se entró a la fase 3 de la pandemia por el COVID-19, aquí en las calles de Chilpancingo decenas de personas siguen su rutina normal saliendo a la calle, a los mercados y otros puntos de la ciudad, incluso sin protección sanitaria como es el caso de los cubrebocas.

En esta ciudad capital la Secretaría de Salud ha reportado 31 personas contagiadas de coronavirus y al menos dos decesos.

Muchas de las calles siguen invadidas por los comerciantes ambulantes que igual venden sus productos, como tacos de guisados, empanadas o “gorditas” rellenas de frijol, sin cubrebocas y gel antibacterial, lo que pone en riesgo la salud de sus “marchantes”.

Las fondas del mercado San Francisco, ubicado en el barrio del mismo nombre, a cuatro cuadras del centro de esta ciudad, siguen a reventar de clientes que van a comer.

“Caldo de pollo, caldo de pescado, carne de puerco en chile guajillo, tacos de pollo o enchiladas”, grita la empleada de un fonda al ofrecer comida a la gente.

Antulio González, un vendedor de frutas que tiene su puesto frente al mercado, señala que para él es importante ganarse diariamente cien pesos que “guardarse” en su casa para no contagiarse de coronavirus.

Este vendedor es solamente empleado del dueño del puesto a quien todos los días le debe dar 300 o 400 pesos que saca de las ventas.

“Sí tengo mucho miedo, pero tengo que sobrevivir”, comenta.

En el interior del mercado hay tres empleados del ayuntamiento de esta capital repartiendo gel y cubrebocas a los comerciantes y a la gente que va de compras o a comer en alguna de las fondas.

El alcalde perredista Antonio Gaspar Beltrán ha enviado mensajes a través de las redes sociales invitando a que la gente se quede en casa.

A los vendedores ambulantes de los seis mercados de la periferia y el central Baltazar R Leyva Mancilla, los inspectores de Gobernación municipal pasan a cobrarles diariamente el derecho de piso, lo que los empodera y lógicamente se niegan a levantar sus puestos.

“A mí me cobran diez pesos diarios, y aquí solo en esta sola calle del mercado de San Francisco somos más de cien vendedores”, señala el vendedor de frutas Antulio González.