Nayeli Rubí Pérez Ochoa
Los pueblos afrodescendientes, olvidados durante mucho tiempo, han ganado poco a poco y gracias a su perseverancia, el reconocimiento y protección que merecen, lo cual debe que ir aparejado tanto en las normas como en las políticas públicas que se realicen para lograr una equidad, que por lo menos en México, es escasa. Sin embargo, existen países como Cuba que la han logrado, por lo que pese a los esfuerzos no tan fructíferos en un principio, el panorama que se vislumbra es positivo.
En cuantificaciones recientes, como la Encuesta Intercensal 2015 elaborada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística se estima que los habitantes de origen africano representan 1.2 %, cerca de 1 400 000 afrodescendientes, de los cuales 51 % son mujeres y 49%, hombres, por lo que aunque en un principio la cifra parezca minúscula, sus aportaciones antes y ahora son significativas, especialmente en la cuestión histórica.
En México existe una problemática social que deriva del desconocimiento general de las raíces que conforman al pueblo mexicano, como consecuencia de una arraigada creencia de que únicamente los pueblos originarios son los que merecen un reconocimiento y protección especial, olvidando que la población en ese entonces Africana y la ahora reconocida constitucionalmente como Afromexicana, tuvo un papel importante en la lucha por la independencia, logrando lo que hoy conocemos como los Estados Unidos Mexicanos.
Pero la importancia de estas poblaciones, más allá de una cifra numérica, radica en la evolución histórica que los ha colocado en un estado de marginación por siglos, lo cual ha sido producto no sólo del Gobierno, sino de la sociedad en general, por lo que es fundamental que de alguna manera que busque compensar esa desigualdad que ha ido pasando por generaciones en ámbitos tan esenciales como la educación, el acceso a la salud y la política.
El desconocimiento de la importancia que tuvieron, y derivado de tal, la violencia que han sufrido, ha logrado que los Pueblos Afromexicanos sean protegidos al igual que los Pueblos Indígenas en el artículo segundo constitucional. Desafortunadamente, a pesar de la difusión y programas tanto gubernamentales como académicos, se sigue presentando un panorama poco favorecedor, pero que por fortuna, gracias a la presión internacional constante y a los Servidores Públicos que han notado y puesto el dedo en el renglón, va avanzando.
La falta de la cultura de la previsión ha ocasionado que sólo se resuelvan (o intenten resolver) los problemas relacionados con la discriminación racial una vez que se presentan, en lugar de atacar el núcleo de lo que deriva todo, lo que es producto de la falta de educación y la normalización de conductas tendientes a minimizar o rechazar a ciertos grupos sociales, en este caso, por sus características físicas, dejando de lado la amplia riqueza cultural que representan y el importante papel que representaron en la lucha por la independencia.
A partir de la Conferencia Regional de las Américas, se consolida el proceso de lucha por el reconocimiento de la existencia y presencia de los pueblos de origen africano en América Latina mediante el uso del término afrodescendiente.
Sin embargo, es de hacer notar que las organizaciones de la Costa mantienen un debate que se repite sistemáticamente en cualquier foro regional o nacional en donde coinciden posiciones enfrentadas. Unos prefieren llamarse a sí mismos y a sus comunidades como pueblos negros, y argumentan que la denominación “afrodescendientes” es una imposición académica que no responde a las costumbres y usos propios. Sin embargo, se ha considerado acertado socialmente el término afromexicano, por la necesidad que impera de erradicar todos los tipos de violencia, incluyendo la del lenguaje.
El avance en el terreno legislativo Guerrerense, afortunadamente ha sido favorable, pues dentro del segundo capítulo de la Constitución Política de este Estado, se encuentra la sección “De los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos”, la cual comprende del artículo 8 al 14, en los cuales el estado de Guerrero reconoce y garantiza los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos.
Los derechos que principalmente se les reconoce son aquellos relacionados con su libre determinación y autonomía, así como el acceso a la jurisdicción del Estado, teniendo en cuenta sus usos, costumbres y demás aspectos culturales. Es importante recalcar que los eventos mundiales que dieron impulso a todo este proceso fue tanto la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas en el 2011 como el año de los afrodescendientes, que abrió una ventana de oportunidad favorable para impulsar el reconocimiento de los afrodescendientes en el Estado.
Esperemos que la agenda legislativa siga teniendo ese curso, que respete los derechos de los pueblos afromexicanos y que la protección sea cada vez más amplia en aras de alcanzar una igualdad tan merecida y anhelada.