¿Quién tiene el poder en México?
Raymundo Riva Palacio
En las crisis siempre hay un ganador. México, como
el mundo, atraviesa por dos crisis, la de la pandemia del Covid-19 y la
económica. Pero además, está viviendo una profunda crisis política atravesado
por un conflicto creciente entre las élites, una ruptura del consenso nacional
y un profundo deterioro de la gobernanza. Hay desacuerdo entre las élites sobre
la conducción del presidente Andrés Manuel López Obrador, y llevado a que el
sector empresarial, que lo había estado apoyando, casi al punto de la ruptura,
mientras que gobiernos locales, ante la gradualidad presidencial para afrontar
la doble crisis, han tomado las soluciones inmediatas en sus manos. El vacío de
poder es real.
Los vacíos en política, ya se sabe, existen
efímeramente porque inmediatamente alguien los llena. Ante la fragmentación que
se vive en el país, el único grupo como gremio, por llamarlo de
alguna manera, que se mantiene cohesionado, es el criminal. Los cárteles de la
droga han venido actuando para prepararse frente a la pandemia, a fin de que
resulten menos diezmados por el virus, y han tomado acciones de apoyoa
la población, tanto asistenciales, como económicas. Las organizaciones
criminales están compactas, y sin dejar la guerra entre ellas, han aprovechado
el vacío institucional.
La variable más grave de sus acciones, es el asalto
al sistema de salud. Varios gobiernos estatales han reportado al gobierno
federal que los directores de sus instituciones médicas están solicitando
protección para ellas y ellos, así como para sus familias, porque las
organizaciones criminales les están amenazando: o les entregan los suministros
que tienen de guantes, gel y mascarillas N-95 –así, con esa precisión exigen
las mascarillas de máxima protección que usan quienes están en la primera línea
de combate al Covid-19-, o las y los matarán, junto con sus familias.
Los gobiernos han pedido el respaldo de las Fuerzas
Armadas, y ya se han realizado varias reuniones con el Ejército y la Marina,
para instrumentar la protección a las instituciones médicas, a titulares de
ellas y a las bodegas en donde se resguardan los suministros. Este fenómeno de
la violencia es una externalidad no prevista en el actual escenario, que acentúa
aún más las dificultades que tiene el Estado Mexicano para enfrentar las
crisis.
No ayuda, en absoluto, lo que ha sucedido con la
estrategia para combatir a los criminales. Al fracaso gubernamental del
gobierno federal en el combate a la violencia y reducción de la inseguridad, se
le combina con el trato que López Obrador dispensa al Cártel de Sinaloa,
ejemplificado por la forma cooperativa y solidaria con la que trata a
Joaquín El ChapoGuzmán y a su familia.
El presidente le ha dado implícitamente una carta
blanca a las organizaciones criminales para que actúen con intangible
impunidad. Los cárteles de la droga lo están haciendo. Las amenazas al sistema
de salud estatal es una afrenta a todos, al pretender hacerse de insumos que
están siendo utilizados para prevención y para la atención de las personas
contagiadas. Las Fuerzas Armadas, que no están en la lógica presidencial del
trato de terciopelo del presidente a los criminales, actuarán en lo que esté a
su alcance. Lamentablemente, no alcanza.
Los grupos criminales han encontrado otras formas
de ganar espacios entre la sociedad. La prensa documentó recientemente la
entrega de despensas con arroz, frijol, aceite y latas de productos no
perecederos a la población, por parte del Cártel del Golfo en Ciudad Victoria,
la capital de Tamaulipas, y en la fronteriza Matamoros. Las autoridades
tamaulipecas están investigando el caso para determinar si la acción obedeció a
un reacomodo de grupos criminales, donde el impacto mediático fue superior a
la acción socialque realizaron. En todo caso, la percepción de
ayuda criminal por encima de la federal, se consolidó. En Michoacán, los medios
reportaron entregas de despensas similares en los municipios de Tierra
Caliente, por parte de otra banda criminal, Los Viagras, que está asociándose
con una nueva versión de La Familia Michoacana, para fortalecer su lucha contra
el Cártel Jalisco Nueva Generación.
En la ciudad de México, las organizaciones
criminales también están llevando a cabo acciones de alivio para una parte de
las pequeñas y medianas empresas. Esta semana en el muy escuchado programa “Ya
Párate”, en la radiodifusora juvenil “Los 40 Principales” de W Radio, uno de
los conductores, Facundo, le preguntó a uno de los co-conductores, Rafael
Basaldúa, que es ampliamente conocido como “Bazooka Joe”, sobre un pequeño
restaurante que tiene por la zona de Coapa, en el sur de la Ciudad de México,
para saber cómo le estaba yendo con el negocio. Mal, le respondió, con ingresos
diarios que no sobrepasan los 200 pesos. “Los únicos que han sido buena onda y
redujeron un 50 por ciento de su cuota”, abundó, “fueron los malosos”.
El derecho de piso criminal, entendió mejor que el
gobierno federal la crisis por la que atraviesan las pequeñas y medianas
empresas. Esto no es sorna, y ni siquiera crítica. Esto es un reflejo de lo que
está sucediendo en los sótanos de este país, que está pasando desapercibido en
las élites que se encuentran enfrascadas en luchas políticas e ideológicas,
topándose con oídos sordos y arrebatos, sin buscar puntos de acuerdo en
momentos de crisis que siguen abriendo la brecha del disenso, dejando libres
los espacios no para la anarquía, sino para quienes ven oportunidades en el
desorden nacional para protegerse de la pandemia, ensanchar sus bases sociales
y mantener el negocio funcionando con sus propias medidas de recuperación
económica. Qué paradoja. El crimen organizado, con inteligencia racional,
ocupando un espacio de poder.
Aviso: Esta columna dejará de publicarse jueves y viernes. Se reanuda el
próximo lunes 13 de abril.
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