Con la coordinación de esfuerzos de los tres niveles de gobierno se afronta la pandemia del coronavirus en Guerrero: HAF

* Preside Astudillo Flores la Mesa para la Construcción de la Paz y da la bienvenida a Rocío Bárcenas, nombrada por AMLO a la Unidad de Atención a Población Vulnerable

CHILPANCINGO.- Como resultado de la estrecha coordinación de esfuerzos de los tres niveles de gobierno, la Federación reconoce el trabajo de prevención que han realizado desde el inicio de la pandemia por COVID-19 en Guerrero, así como por la información, acciones de aislamiento social, apoyos y enlace con presidentes municipales y la población en general, tendientes a evitar la propagación del coronavirus en la entidad.

Al encabezar como todos los días la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, el Ejecutivo guerrerense dio la bienvenida a Rocío Bárcenas Molina, designada por el presidente Andrés Manuel López Obrador como jefa de la Unidad de Atención a la Población Vulnerable.

Respecto al reconocimiento, el delegado federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, expresó: “Quiero reconocer el trabajo que ha hecho el gobernador en todo este proceso, creo que es importante que lo sepa usted (Rocío Bárcenas) y se lo haga saber al Presidente de la República. Nosotros hemos informado constantemente del trabajo responsable en la entidad, hay un trabajo de prevención importante, que se hizo desde el principio con información y enlace con presidentes municipales y población en general y un tema responsable de quedarse en casa”.

Acompañado de las autoridades civiles y militares, el gobernador Héctor Astudillo Flores, revisó las acciones de seguridad e incidencia delictiva, así como las acciones que se realizan para prevenir y atender los casos de contagios por COVID-19.

En su intervención, el secretario de Salud, Carlos de la Peña Pintos, informó que el número de decesos aumentó a 74 y los casos positivos subieron a 531, mientras que 320 están considerados como sospechosos.

Peña Pintos, informó que las camas para pacientes COVID-19 subió a 438, cubriendo las siete regiones de la entidad. El 82 por ciento de los ventiladores existentes se encuentran disponibles.

Reportó que se realizaron visitas a los hospitales generales de Iguala, Tlapa y Coyuca de Catalán para revisar condiciones de atención y proporcionar materiales de bioprotección al personal médico.

Astudillo Flores, revisó con la Mesa de Coordinación, los avances de los hospitales de Chilapa, los atendidos por la Defensa Nacional en Acapulco y Chilpancingo, así como el Centro de Aislamiento Voluntario que será habilitado en el CRIT de Acapulco.

El jefe de la Oficina del Gobernador, Alejandro Bravo Abarca, informó que las acciones de sanitización y concientización se realizan en 49 municipios de mayor movilidad en la entidad y son permanentes. Y precisó que en Acapulco, se implementaron brigadas de sanitización en lugares públicos y en la avenida costera Miguel Alemán.

También se ha efectuado campañas de información y perifoneo para concientizar a la población de quedarse en casa, lo que ha permitido que la movilidad social se haya reducido en un 65 por ciento.

Durante la sesión de la Mesa, el gobernador instruyó al secretario General de Gobierno, Florencio Salazar Adame, preparar una iniciativa para castigar con mayores penalidades a quien hurte o sustraiga material médico necesario para la atención de la población en caso de pandemia.

El gobierno estatal a través de personal de la Contraloría da seguimiento a la entrega de los insumos médicos en las diferentes jurisdicciones de salud para evitar el saqueo y robo.

EDITORIAL

Volver a la normalidad

Tras dos meses de cuarentena obligadas por las medidas sanitarias para evitar lo más posible la expansión de la epidemia de coronavirus, millones de personas en todo el mundo esperan la salida del confinamiento para supuestamente regresar a la “normalidad” que se tenía antes de la llegada de la COVID-19.

Pero debemos olvidarnos de ello: no habrá, al menos en mucho tiempo, una “normalidad” parecida a antes del coronavirus, lo que tendremos es una nueva “normalidad” pos-COVID-19 que por nuestro bienestar físico y emocional, debemos ir asimilando.

Muchos piensan que una vez pasado el pico más alto de contagios y levantadas las medidas sanitaria anunciadas al comienzo de la propagación de SARS-CoV-2, se regresará a las actividades a las que estábamos habituados. No será así.

Así lo muestran las medidas que han ido tomando los países que controlaron, por ahora, los contagios y levantaron algunas medidas de restricción de ciertas actividades, especialmente reapertura de negocios y vuelta al uso de espacios públicos.

Pero ningún país ha levantado todas las medidas. Y de hecho, en algunos casos, las medidas de confinamiento se alargan, como ocurrió en Francia al anunciar que el “estado de emergencia” sigue hasta el 24 de julio, cuando estaba previsto levantar la cuarentena el 23 de mayo.

Por ejemplo, el regreso a clases ya no será como antes. Seguramente más de algún lector vio una noticia del regreso de los estudiantes chinos a sus escuelas. Todos los niños llevaban cubrebocas, pero además la careta de plástico que cubre todo el rostro. En Alemania y Dinamarca, se permitió el regreso a clases pero en grupos reducidos de quince personas y con mesabancos a dos metros de distancia.

El uso cotidiano en espacios públicos de cubrebocas y mascarillas será parte del paisaje de nuestra vida cotidiana para los próximos años. Al igual que el gel antibacterial al entrar a escuelas o comercios. La portación de cubrebocas será casi generalizado en todos los países para el uso del transporte público.

En España se anuncia levantamiento de medidas de confinamiento para más de la mitad de la población, pero lo hacen con cautela. A los negocios se puede entrar apenas de pequeños grupos y guardando distancia de dos metros cada usuario.

Las reuniones sociales están permitidas apenas para 10 personas y con dos metros de distancia. Se permiten el uso de bares en terrazas abiertas pero con la misma exigencia de dos metros de distancia.

A pesar del levantamiento de algunas de las medidas, en ningún país se habla por ahora del regreso todavía de las grandes actividades recreativas (conciertos, cines, etc.), deportivas o turísticas. Todas siguen bajo cuarentena.

Como se aprecia, no habrá “normalidad” previa al virus, lo que habrá es una “normalidad” pos-COVID-19. La nueva norma que se pretende imponer es el “distanciamiento social”. Debemos cuestionar, sin poner en riesgo la salud, esta nueva normalidad que nos separa de las relaciones sociales a las que estábamos acostumbrados y que tiene enormes consecuencias política al confinar la protesta social.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Ganaron los militares

Raymundo Riva Palacio

Lo extraordinario se volvió ordinario, y lo oficioso se convirtió en oficial. La militarización del país llegó para quedarse. Con 14 meses de retraso, o de estar ponderando el gran paso que iba a dar hacia delante, el pasado viernes 8 de mayo el presidente Andrés Manuel López Obrador firmó el acuerdo para que las Fuerzas Armadas asuman tareas de policía y se sumen a combatir la delincuencia junto con la Guardia Nacional, cuando menos hasta el 27 de  marzo de 2024. López Obrador continuó su entrega a los militares, a quienes detestaba y criticaba antes de llegar a la Presidencia, y que hoy son el pilar sólido sobre el cual descansa su gobierno.

Ningún presidente en tiempos de paz había hecho lo que ahora concretó López Obrador al publicar el acuerdo este lunes en el Diario Oficial de la Federación, dejando abiertas las preguntas de porqué tardó tanto en publicarlo, para que entre en vigor a partir de hoy martes, y si haberlo hecho significa que el periodo de gracia que le dio a la Guardia Nacional, que nació en marzo de 2019, se agotó sin que ese nuevo cuerpo policial paramilitar mostrara evolución. O también, si esto es resultado de una inconformidad dentro de las Fuerzas Armadas que había pasado desapercibido en la opinión pública.

Esto ha sido posible porque Miguel Ángel Godínez García, hijo del fallecido general Miguel Ángel Godínez Bravo, jefe del Estado Mayor Presidencial durante el gobierno del presidente José López Portillo, entreabrió una puerta usualmente hermética que impide ver las diferencias o inconformidades del poder militar con el poder civil. En su artículo semanal en Excélsior a finales de abril, escribió: “Decepciona el mensaje del Presidente al crimen organizado. Es evidente que la pandemia está sacando a la luz lo que hemos dicho y escrito en todas las formas posibles, no existe estrategia alguna en materia de seguridad nacional.

“Las estrategia del Estado han sido ocurrencias”, agregó el autor, que por sangre y relaciones conoce el sentir militar. “Acusarlos con sus ‘mamacitas, ‘abrazos y no balazos’, ‘amor y paz’, y ahora este último que sólo muestra un grito desesperado del jefe de Estado: ‘bájenle, sí; bájenle’. El nivel de la 4T en este rubro es insultante, desafiante y peligroso… Ningún mexicano desea tener un mandatario que ni siquiera es tibio, es sumiso o sometido.

“En otros tiempos estaríamos viendo al Ejército en operativos disuasivos en las calles, primero para garantizar el aislamiento y de paso persuadir al crimen organizado. En su lugar sólo vemos a un ex vocero de escritorio que sigue ostentando con vergüenza el puesto de secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, a una Olguita Cordero que ya nadie sabe qué ostenta, y la Fuerzas Armadas, siendo su única institución con líderes capaces de actuar frente a cualquier dadivoso cártel, en espera de recibir órdenes para contener y persuadir con toda su infraestructura la paz anhelada que prometió hasta el cansancio la 4T”.

La crítica de Godínez García refleja un largo malestar con López Obrador, por su maltrato inicial a las Fuerzas Armadas, atenuado por la forma como les fue cediendo poder en actividades fuera de su competencia. Recursos presupuestales y obras a militares sirvieron como bálsamo, pero no suficiente para desterrar la sensación de entrega, miedo o por la sospecha de compromisos inconfesables con el Cártel de Sinaloa. Puede ser todo coincidencia o no ese artículo con un mensaje que podría no tener relación directa con la decisión presidencial, pero tres semanas después de publicado, apareció el acuerdo que se había enlatado en Palacio Nacional. El acuerdo, aunque tiene fecha de vencimiento pocos meses antes de las próximas elecciones presidenciales, podría renovarse, lo que parecería lógico pues introduce de manera natural el concepto de Seguridad Interior en México.

Javier Oliva, un experto en temas de seguridad y militares, expuso casualmente el tema ayer en su colaboración habitual en El Sol de México. La Seguridad Interior, explicó, tutela la estabilidad social y política, y cuando por diversas razones, internas o externas se afecta, deben aplicarse los recursos más efectivos para contener, procesar y neutralizar los fenómenos desestabilizadores. Los cárteles de la droga estaban logrando esto con un desafío sin respuesta al Estado. 

Primero hincó el Cártel de Sinaloa al presidente y a su gobierno en octubre del año pasado en Culiacán, al liberar al hijo de Joaquín El Chapo Guzmán. Después puso a disposición de su familia los buenos oficios de cuatro secretarios de Estado para que busquen su repatriación de Estados Unidos. Cuando llegó el coronavirus, sin poner un freno salvo gritillos de “bájenle, bájenle”, López Obrador contempló a la hija de El Chapo y a los cárteles del Golfo y Jalisco Nueva Generación, apoyar socialmente y repartir despensas en las comunidades más necesitadas, tarea que correspondía al gobierno.

El acuerdo le da un poder extraordinario a las Fuerzas Armadas, que se rigen normativamente por la Ley de Seguridad Nacional y la Ley de Seguridad Interior, y que ahora tendrán el blindaje político para operar casi plenamente dentro de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Con funciones equiparables a las que tenía la prácticamente extinta Policía Federal, cumplirán de manera “subordinada y complementaria” a la Guardia Nacional, aunque esto es sólo un decir. 

El comisionado de la Guardia Nacional, el general Luis Rodríguez Bucio, no recibe órdenes de su jefe nominal, el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, sino de su jefe real, el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval. No será el Ejército el subordinado, sino la Guardia Nacional, de la cabeza a la cola, que será sometida a las Fuerzas Armadas, en este proceso abierto y claro de la militarización del país, que no beneficia a nadie, incluidos los militares.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa  

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El gobierno federal comenzó a revisar este lunes el plan para reaperturar la economía del país. Esto no es prudente en estos momentos, porque la pandemia está en su máximo pico, y porque además el descenso será muy lento, dadas las medidas de sana distancia y quédate en casa que se impusieron desde el nivel federal, y que se están replicando en las entidades federativas.

Siempre se nos dijo que las medidas de confinamiento aplanarían la curva de contagios, pero en cambio alargarían el tiempo de entrada y salida de la pandemia. Y para México esto estaba calculado para el verano o incluso para el mes de septiembre.

Pero se van a arriesgar las autoridades federales a reabrir los sectores primordiales, más que los territorios, porque hay compromisos internacionales que cumplir. Esto en primer lugar, pues no olvidemos que somos un país manufacturero; es decir, que hay cosas que producimos nosotros, que son parte de las cadenas productivas de otras naciones, sobre todo Estados Unidos, y para nadie es un secreto que Donald Trump comenzó a presionar desde la semana pasada para que México reactivar a su planta maquiladora.

No se hizo en su momento, pero se intentará el día 17 de mayo. El plan para la reapertura -que obviamente será gradual-, se presentará a más tardar el jueves de esta semana y se tendrán tres días más para darle tiempo al tiempo, a fin de que el domingo se decrete y el lunes se reinicien actividades.

En segundo lugar, el otro aspecto que se tomará en cuenta es la apertura de los municipios que están libres de casos, y que a nivel nacional suman más de mil jurisdicciones municipales en esta categoría, pero eso se irá achicando conforme la pandemia pase por la provincia.

En este momento, 50 municipios del país concentran la mayoría de los contagios, y podemos decir que en el resto la situación es manejable. Desafortunadamente, los municipios más contagiados son los de mayor importancia económica, es donde se concentra la mayor parte de la industria, las ensambladoras y los centros comerciales y financieros del país.

Obviamente, la gente ya desea que se reabra el país. La gente está cansada del encierro, pero sobre todo está en banca-rota, sin ingresos, sin posibilidades de sobrevivir más allá del mes de junio, que es cuando nos dicen que el pico de la pandemia pasará por Guerrero.

No obstante, los expertos advierten que todo lo logrado hasta el momento, podría revertirse si caemos en las prisas. En todo caso, la sugerencia es que se reabran los sectores productivos, con limitaciones, como fábricas, negocios, bancos, etcétera. Pero que se mantenga el cierre de playas, de plazas, calles, espacios de recreo y fiestas.

Hay una urgencia económica, demás de la urgencia sanitaria y eso nadie lo puede negar. De paso, carecemos de las fortalezas monetarias de países de primer mundo y además no está en el ánimo del presidente de la República ayudar a los empresarios. Entonces, si no ayuda que tampoco los limite, y les permita reabrir el país, con las precauciones debidas.

La semana pasada resurgió a nivel nacional el debate de la necesaria ayuda a empresarios para reactivarse. Pero el presidente, como Carlos Salinas, ni los ve ni los oye. Y se deja a la gente la impresión generalizada de que los empresarios son gandallas.

Pero empresario es todo el que posee un negocio, así sea micro y pequeño. No todos los empresarios de este país son potentados. Empresario es el que tiene una palapa, un hotelito, una fonda. A ellos se les ubica en el sector de micro, pequeños y medianos empresarios. Los grandes empresarios y las trasnacionales ni sudan ni se abochornan, tienen recursos para solventar dos o tres pandemias, pero no así el 90 por ciento de los negocios de este país, de los que depende la mayoría de los empleos. El problema, es que quienes están queriendo defender a este sector son los grandes empresarios, los que están organizados en sindicatos empresariales y están acostumbrados a que el presidente los escuche. Lo que se necesita entonces es una consulta hacia abajo, a la base social, para que la discusión sea amplia y no se limite a un círculo vicioso de empresarios y el poder.

Eso lo debieran estar impulsando los diputados federales, que son los representantes sociales en sus distritos, y conocen la realidad que estamos viviendo. Desafortunadamente, ellos -como en otras tristes épocas-, están trabajando para el presidente, no para nosotros, los ciudadanos.

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