(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El gobernador del estado, Héctor Astudillo
Flores, resultó negativo a Covid-19, a Dios gracias. Él mismo lo informó en sus
redes sociales este martes, y anunció que la prueba que le practicaron resultó
negativa. Acto seguido, participó en una teleconferencia con funcionarios del
gobierno federal para revisar la estrategia de control de la pandemia por el
coronavirus de Wuhan.
Y es que, lamentablemente para los gobernantes
de todos los niveles, no son tiempos de descanso, ni de esconderse, sino de dar
la cara. Este país se caería a pedazos, si hubiera vacíos de poder, tanto en el
nivel federal como en las entidades federativas.
Si de por sí se muestra una grave
descoordinación entre autoridades federales, estatales y municipales -que
afortunadamente esta semana comenzó a resolverse- no imaginamos los escenarios
con el presidente metido en su oficina por temor al contagio, o a los
gobernadores.
A la fecha, tres mandatarios estatales han
dado positivo al Covid-19, entre ellos el de Tabasco, el de Hidalgo y el de
Querétaro, en razón de sus actividades.
Por lo tanto, valga esta entrega para pedir
que, durante el mes de abril, periodo en el que se está desmovilizando a la
nación, en lo que respecta a los sectores prioritarios, el presidente y los
gobernadores guarden también sus precauciones, porque se estima que será el
periodo de mayor contagio.
Basta de jugar a la ruleta rusa, porque ni
siquiera podemos imaginar un escenario en el que falte el presidente de la
República, o alguno de los gobernadores, pues constitucionalmente se tendría
que nombrar a mandatarios interinos, en medio del caos por la pandemia, y lo
más seguro es que se cuele la mano negra aprovechando la ausencia de los
liderazgos formales.
Como dijo el presidente AMLO, no hay vacíos,
sino que en política y en general en todos los órdenes de la vida, estos se
llenan irremediablemente, con lo que se tenga a la mano.
No cabe duda que los adversarios de la 4
Transformación desearían un escenario así. Aunque ayer el ex presidente Felipe
Calderón Hinojosa, el último de los panistas que aún está en el frente de
batalla, golpeteando mediante sus redes sociales al régimen lópezobradorista,
hizo ayer una especie de mea culpa y pactó con el presidente una tregua para
dejar la intriga y la riña, y abonar a la unidad de la nación; aunque eso
sucedió ayer, decíamos, nadie confía en “Borolas”, sencillamente porque ha
demostrado cuán sinvergüenza es.
Incluso ayer ofreció su experiencia en materia
de pandemias, porque a él le tocó lidiar con la influenza porcina, la AH1N1,
pero se le olvidó decir que lo primero que hizo fue pedir un préstamo
millonario para hacerle frente a ese emergencia, deuda que heredó a su sucesor,
y que en los hechos no se vieron sus acciones preventivas, pues por lo menos en
Guerrero lo único que se repartió fueron escobas y trapeadores a las escuelas,
así como gel antibacterial.
Además, recordemos que, aunque el entonces
jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Abrard Casaubón (hoy canciller
de la República), acató las medidas de cuarentenar a la ciudad capital, su
vecino el Estado de México no hizo gran cosa.
En aquellos días, las playas de Guerrero
estaban a reventar, y sólo se nos daba gel en los restaurante y hoteles.
Es decir, nada parecido a lo que ahora se está
viviendo y Calderón no tiene gran cosa que aportar, salvo aprovechar la ola de
la pandemia para montarse en ella, y venderse ahora como un estadista, que
nunca lo fue.
¿Pero cómo fue que Calderón reculó e hizo las
paces con AMLO? Pues porque se dio un resbalón, cuando publicó en sus redes
sociales que el presidente se había reunido con Aureliano García Loera, hermano
del ex jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Lorea, alias El Chapo Guzmán,
durante su gira de trabajo por esa entidad.
Fue la esposa de AMLO la que se encargó de
desmentirlo, evidenciándolo como un vil mitómano.
Entonces, Calderón bajó humildemente la cabeza
y dijo que está dispuesto a tomarle la palabra al presidente, quien ayer dijo
que es momento de dejar la diatriba y la crítica para abonarle a la unidad.
Increíble que Felipe siga tan campante, cuando
el que fue su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, está preso
en Nueva York, en espera de su juicio como cómplice precisamente del Chapo
Guzmán.