Pronostica EU de 100 mil a 240 mil muertes por COVID-19

Agencias

WASHINGTON. La Casa Blanca dijo el martes que calcula que habrá entre 100 mil  y 240 mil decesos en Estados Unidos a causa de la pandemia del nuevo coronavirus si se mantienen en vigor las directrices de distanciamiento social.

Por su parte, el presidente Donald Trump dijo que las labores para frenar la propagación del virus son una “cuestión de vida o muerte” y exhortó al público a cumplir con las instrucciones emitidas por su gobierno para el distanciamiento social.

Trump pidió a los estadounidenses prepararse para un “difícil periodo de dos semanas”, pero pronosticó que el país pronto verá “la luz al final del túnel” de la catástrofe global que ha matado a más de 3 mil 500 estadounidenses e infectado a 170 mil más.

“Quiero que cada estadounidense esté preparado para los difíciles días que vendrán”, comentó Trump. “Vamos a pasar por dos semanas muy difíciles”.

Los comentarios surgieron luego del anuncio de Trump de extender hasta el 30 de abril las directrices de distanciamiento social que instan a la ciudadanía a suspender las reuniones sociales, a trabajar desde casa, cerrar las escuelas, y otras medidas para frenar la propagación del virus.

Fue un cambio repentino para Trump, quien pasó gran parte de la semana pasada apuntando al 12 de abril como el día en que quería ver a los estadounidenses “llenar las iglesias” para los servicios del domingo de Pascua.

Muchos gobiernos estatales y locales ya han implementado controles más estrictos contra los desplazamientos y concentraciones.

Trump habló tras otro día inquietante para el mercado de valores, que ha ido en caída libre debido a que el coronavirus ha frenado casi por completo la economía y dejado a millones de personas sin trabajo. El promedio industrial Dow Jones perdió más de 400 puntos, o alrededor de 1,9%, para sellar el peor final de trimestre de sus 135 años de historia.

Hasta que el alcalde nos indique, regresará la actividad futbolera

ALDO VALDEZ SEGURA

El presidente de la liga de futbol Tekereke de Petatlán, Hebert Lemus, dijo que han acatado las órdenes que han emitido las autoridades municipales de parar cualquier tipo de actividad deportiva, lo anterior para colaborar para que el virus del COVID-19 no se propague en el municipio, cabe recalcar que en Petatlán no se ha registrado ningún caso.

La liga Tekereke tiene cinco categorías; segunda “A”, femenil libre, veteranos, juvenil especial y premier libre. En todas, el balón se ha quedado parado, los jugadores han manifestado su interés e inquietud por regresar a la actividad futbolera, pero están conscientes de que es momento de que la redonda se pare por un momento mientras esta contingencia sanitaria termine.

Mientras no hay futbol en los campos de la liga Tekereke, el presidente de dicho organismo ha puesto en marcha trabajos de remodelación así mismo se le ha dado mantenimiento a los empastados, así pues, será hasta que el alcalde Esteban Cárdenas dé luz verde, hasta ese entonces el árbitro hará sonar su silbato y comenzaran las acciones del juego.

Jesús Bello promueve el nippon kempo en Atoyac

ATOYAC. El promotor en nippon kempo en el municipio, Jesús Bello García, quién ha sido uno de los que se mantiene en la práctica deportiva extrema, mantiene una escuela de la señalada disciplina deportiva.

Para ello el también dentista destacó que en sus inicios, para la formación de los jóvenes tuvo que alquilar locales para poder ejercer la enseñanza aprendizaje para bien de los amantes a este deporte.

Bello García agregó que se han logrado diversos títulos de campeonatos en Nippon Kempo  en donde jóvenes participativos en las múltiples categorías competitivas se han coronado campeones. 

Por el momentos se mantiene en receso pero esperan el momento de reanudar la actividad deportiva para que los jóvenes vuelvan con más bríos en la práctica deportiva.

Jorge Reynada Galeana.

EDITORIAL

No volver a la normalidad

La crisis sanitaria mundial producida por un virus que escapa a nuestra mirada provoca al mismo tiempo incertidumbre, temor, angustia. Las drásticas medidas de distanciamiento social y cuarentena decretadas como necesarias para enfrentar la pandemia trastocan la vida cotidiana tal como la conocíamos y muchos quisieran regresar cuanto antes a la normalidad perdida.

Pero es necesario preguntarnos si realmente queremos regresar a esa “normalidad”. Debemos preguntarnos, porque justo esa normalidad es la que nos ha traído a esta situación extrema de una pandemia que ha provocado medidas radicales de Estado de excepción y crisis económica, que serán más dañinas que la misma enfermedad para los más pobres y con menos medios.

Si queremos aspirar a un mundo mejor después de la pandemia por coronavirus, no debemos aspirar a la “normalidad” del capitalismo de desastre que teníamos. Como dice el filósofo alemán Markus Gabriel: “El orden mundial previo a la pandemia no era normal, sino letal”.

Nos angustia y debe preocupar una pandemia que en pocos días superará el millón de infectados y los muertos se contarán por decenas de miles. Pero debería angustiarnos que antes de la pandemia cada día mueren 8 mil 500 niños y adolescentes por desnutrición, lo que suma 3.1 millones de muertes prevenibles al año, según la Agencia de la ONU para refugiados.

Con dolor y tragedia se superará la pandemia. Pero desde ahora que nos decretan distanciamiento social y cuarentena, es necesario repensar a qué “normalidad” queremos volver.

Quizá es pronto para tener las respuestas porque apenas entramos en el oscuro túnel de la emergencia, pero no es tarde para empezar a imaginarnos qué normalidad desearíamos.

No debería ser la normalidad de un sistema que se reproduce a costa de la vida. Debe ser cuestionado el modelo de capitalismo rapaz que propicia la aparición de emergencias como las que vivimos ahora. Con su expansión depredadora para ampliar la agricultura industrializada o para la extracción de recursos valiosos, el capitalismo despoja y engulle ecosistemas cuyas especies afectadas se ven obligadas a entrar en contacto con otros seres vivos y en esas interacciones se producen virus que enferman a las sociedades despojadas, mutando a veces en epidemias o pandemias. Como ahora.

No debe ser normal que la salud y el cuidado de la vida sea uno de los grandes negocios capitalistas. Debemos preguntarnos si queremos volver a sistemas de salud debilitados por la austeridad neoliberal, o a sistemas de salud universales gratuitos y de calidad para todos. Ahora frente a la emergencia los gobiernos sacan a relucir los recursos que en los años de políticas de libre mercado se negaron para la salud.

Cuando pase la pandemia, los más ricos y los más poderosos querrán regresar a sus privilegios y pasar el costo de esta emergencia a toda la sociedad, a los más pobres, como siempre han hecho. Debemos pensar y reflexionar cómo evitamos que eso ocurra. También pensar como contener las tentaciones autoritarias que se heredarán de los estados de excepción que se han impuesto con el pretexto de la pandemia.

Debemos pensar cómo salir de la cuarentena a la que se confinó a la protesta social, las resistencias contra el despojo, al movimiento feminista, y todas las luchas por la autogestión para continuar pensando-creado un mundo con relaciones sociales distintas al capitalismo destructivo que ha provocado esta crisis civilizatoria.

Debemos impedir volver a la normalidad letal que el capitalismo impone como forma de vida cotidiana.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Al laboratorio que le dijeron no

Raymundo Riva Palacio

La forma como la ideología impidió acciones preventivas más temprano en México lo da una historia que, vista ahora desde la distancia, es una de las grandes esperanzas del mundo para enfrentar el coronavirus y reducir el número de fallecimientos. Es la de los Laboratorios Abbott, una empresa centenaria fundada en Chicago, cuyo jefe de científicos es Richard Roberts, premio Nobel de Medicina en 1993, que desarrolló una prueba para detectar el Covid-19 en cinco minutos, y que se ha convertido en la quimera del coronavirus. Dos días después de iniciar con éxito las pruebas críticas de su dispositivo, sus representantes tocaron las puertas de la Casa Blanca y de la Secretaría de la Salud de México para ofrecerla.

En Washington, las credenciales del laboratorio y de Roberts abrieron las puertas. Les presentaron un documento de 14 páginas para explicarles su dispositivo de rápida detección molecular del Covid-19, desarrollado a partir del estudio de los pacientes en Wuhan, la ciudad china donde estalló la pandemia a finales de diciembre pasado. En Estados Unidos, fueron siendo evaluados y aprobados. La Administración Alimentación y Medicamentos, responsable de la salud pública en ese país, aprobó su descubrimiento y le permitió, desde esta semana, comercializarlo.

En México, el mismo documento de 14 páginas se entregó en la Secretaría de Salud. Al día siguiente, se le dijo a su emisario que no estaban interesados. No hicieron una sola pregunta, una sola observación, una sola crítica. Ni siquiera preguntaron lo menos importante, cuánto costaría, porque incluso el Laboratorio estaba dispuesto a prácticamente regalarle las pruebas al gobierno mexicano. La indiferencia fue total. Ningún gobierno estatal podía siquiera hacer hecho el intento de adquirirla, como lo hizo cuando menos una entidad, porque la Secretaría de Salud les prohibió adquirir pruebas.

El argumento es que no estaban autorizadas por Cofepris, pero había más de fondo. Un alto funcionario de la Secretaría de Salud se lo confió a un funcionario en uno de los hospitales públicos, cuando se sugirió que el gobierno podría hacer las pruebas que se necesitaran para hacer una detección temprana del virus. No iban a autorizar su fabricación porque contravenía la política del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no quería pruebas en la población, porque no creía que la pandemia fuera real. Su actitud pública, negando la realidad que planteaba la Organización Mundial de la Salud y la cifra de contagios y muertes que producía el virus en Asia y Europa, eran una demostración que no necesitaba orden para que dentro de un gobierno éticamente deficitario, por no atreverse a decir lo que piensan en realidad al presidente, se acatara su deseo.

Por las mismas razones, aparentemente, no se adquirieron insumos. Un ejemplo fueron las mascarillas de aislamiento N95. Mientras el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, vocero designado para la pandemia, reiteraba que no eran necesarios los cubre bocas, cuando menos ocho gobiernos estaban haciendo pedidos de mascarillas N95 a los fabricantes en Estados Unidos, que producían 500 mil al día cada uno y no se daban abasto. Lo mismo hicieron con respiradores y con medicinas que estaban dando resultado en los países donde se aplicaban. En México, el gobierno estaba en una cosmogonía diferente, metafísica, no científica. 

López Obrador pidió la semana a los líderes del G-20 en una cumbre virtual, que se debía garantizar el acceso a los equipos médicos, y urgió la intervención de la Organización de las Naciones Unidas para evitar la escasez y el acaparamiento de insumos. El presidente llegó muy tarde a ese puerto. Las N95 se agotaron cuando en México prevalecía el discurso de que no servían las mascarillas simples, pese a la evidencia que el uso de ellas en Corea del Sur, Japón, Singapur y Hong Kong, ayudaron a achatar la curva de crecimiento del contagio. Todavía hoy en día, no hay medidas de apoyo a la población con mascarillas simples y gel gratuito en los sistemas de transporte colectivo, que utilizan miles de personas que tienen que salir a las calles para comer ese día.

El gobierno apenas autorizó el viernes pasado la compra de insumos y equipos médicos de manera expedita, en donde pudiera encontrarlos porque en México no los hay. El presidente anunció que se habían adquirido cinco mil ventiladores de China, reconociendo indirectamente que las estimaciones de sus expertos en Salud, que afirmaban que México estaba preparado para la pandemia, eran incorrectas. Días antes de que se emitiera la orden, en una acción ilegal –porque no había ley o decreto de por medio- y desesperada, autoridades federales recorrieron la calle de Motolinia, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde se venden al menudeo equipos médicos, para decomisar ventiladores.

La tardía reacción en equiparse y prepararse para el Covid-19 está directamente asociada con la negación de López Obrador a la realidad de la pandemia y a su resistencia a prepararse. El caso de las pruebas desarrolladas por los Laboratorios Abbott es una muestra de esa actitud displicente y negligente. Rechazar la propuesta sin siquiera buscar profundizar en ella, habla enormemente de las manos en las que descansa la salud de la nación. No había interés en nada de ello, ni querían contrariar al presidente.

Desde la semana pasada, los Laboratorios Abbott están produciendo 50 mil pruebas al día, y enviando decenas de miles a quienes las solicitan, bajo la autorización del gobierno estadounidense de emergencia, que redujo el trámite burocrático por 12 meses. La semana pasada, el presidente Trump hizo un reconocimiento a la empresa y dijo que la llegada de ese dispositivo molecular era “todo un nuevo juego” en la lucha contra el coronavirus. En México la ignoraron. La oportunidad, una vez más, se perdió.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, resultó negativo a Covid-19, a Dios gracias. Él mismo lo informó en sus redes sociales este martes, y anunció que la prueba que le practicaron resultó negativa. Acto seguido, participó en una teleconferencia con funcionarios del gobierno federal para revisar la estrategia de control de la pandemia por el coronavirus de Wuhan.

Y es que, lamentablemente para los gobernantes de todos los niveles, no son tiempos de descanso, ni de esconderse, sino de dar la cara. Este país se caería a pedazos, si hubiera vacíos de poder, tanto en el nivel federal como en las entidades federativas.

Si de por sí se muestra una grave descoordinación entre autoridades federales, estatales y municipales -que afortunadamente esta semana comenzó a resolverse- no imaginamos los escenarios con el presidente metido en su oficina por temor al contagio, o a los gobernadores.

A la fecha, tres mandatarios estatales han dado positivo al Covid-19, entre ellos el de Tabasco, el de Hidalgo y el de Querétaro, en razón de sus actividades.

Por lo tanto, valga esta entrega para pedir que, durante el mes de abril, periodo en el que se está desmovilizando a la nación, en lo que respecta a los sectores prioritarios, el presidente y los gobernadores guarden también sus precauciones, porque se estima que será el periodo de mayor contagio.

Basta de jugar a la ruleta rusa, porque ni siquiera podemos imaginar un escenario en el que falte el presidente de la República, o alguno de los gobernadores, pues constitucionalmente se tendría que nombrar a mandatarios interinos, en medio del caos por la pandemia, y lo más seguro es que se cuele la mano negra aprovechando la ausencia de los liderazgos formales.

Como dijo el presidente AMLO, no hay vacíos, sino que en política y en general en todos los órdenes de la vida, estos se llenan irremediablemente, con lo que se tenga a la mano.

No cabe duda que los adversarios de la 4 Transformación desearían un escenario así. Aunque ayer el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, el último de los panistas que aún está en el frente de batalla, golpeteando mediante sus redes sociales al régimen lópezobradorista, hizo ayer una especie de mea culpa y pactó con el presidente una tregua para dejar la intriga y la riña, y abonar a la unidad de la nación; aunque eso sucedió ayer, decíamos, nadie confía en “Borolas”, sencillamente porque ha demostrado cuán sinvergüenza es.

Incluso ayer ofreció su experiencia en materia de pandemias, porque a él le tocó lidiar con la influenza porcina, la AH1N1, pero se le olvidó decir que lo primero que hizo fue pedir un préstamo millonario para hacerle frente a ese emergencia, deuda que heredó a su sucesor, y que en los hechos no se vieron sus acciones preventivas, pues por lo menos en Guerrero lo único que se repartió fueron escobas y trapeadores a las escuelas, así como gel antibacterial.

Además, recordemos que, aunque el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Abrard Casaubón (hoy canciller de la República), acató las medidas de cuarentenar a la ciudad capital, su vecino el Estado de México no hizo gran cosa.

En aquellos días, las playas de Guerrero estaban a reventar, y sólo se nos daba gel en los restaurante y hoteles.

Es decir, nada parecido a lo que ahora se está viviendo y Calderón no tiene gran cosa que aportar, salvo aprovechar la ola de la pandemia para montarse en ella, y venderse ahora como un estadista, que nunca lo fue.

¿Pero cómo fue que Calderón reculó e hizo las paces con AMLO? Pues porque se dio un resbalón, cuando publicó en sus redes sociales que el presidente se había reunido con Aureliano García Loera, hermano del ex jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Lorea, alias El Chapo Guzmán, durante su gira de trabajo por esa entidad.

Fue la esposa de AMLO la que se encargó de desmentirlo, evidenciándolo como un vil mitómano.

Entonces, Calderón bajó humildemente la cabeza y dijo que está dispuesto a tomarle la palabra al presidente, quien ayer dijo que es momento de dejar la diatriba y la crítica para abonarle a la unidad.

Increíble que Felipe siga tan campante, cuando el que fue su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, está preso en Nueva York, en espera de su juicio como cómplice precisamente del Chapo Guzmán.

Salir de la versión móvil