Las cuentas no son alegres
Raymundo Riva Palacio
El gobierno se dice listo para enfrentan la pandemia del
Covid-19. Esta semana han saturado a la opinión pública con el inventario de
equipo para combatirla y una narrativa para inspirar confianza. El
subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el designado líder para esta
batalla, ha insistido en que la estrategia seguida por el gobierno ha sido la
adecuada. El epidemiólogo ha utilizado las analogías de muertes con otros
países donde las diferencias son monumentales: mil 476 muertes en Italia, mil
720 en España, 407 en Estados Unidos, al 24 de marzo, contra cuatro en México.
Lo hace para subrayar que “el área de oportunidad” que tienen aquí para revisar
las experiencias en esas naciones y sus métodos de salud, pero al mismo tiempo,
al saturar con información y no enfatizar en el objetivo que se busca, genera
expectativas falsas que no ayudan a la fase 2 que se vive, el distanciamiento
social.
La estrategia que ha seguido el gobierno mexicano es la
estrategia estándar en el mundo, contención y mitigación. Lo que difiere es
cómo cada gobierno la ha venido aplicando. No está claro con la información que
se ha dado, cuál es la escala de cada paso. Sobre lo que es público, en materia
de contención México va retrasado a las acciones que han tomado la mayor parte
de los gobiernos. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha ayudado a
López-Gatell al afirmar que México no se puede comparar con otras naciones, por
las características de su cultura y fortaleza familiar, lo que no es
científico, pero ees un bálsamo emocional. Para poder entenderlo mejor, habría
que dejar a un lado las palabras y ver los datos de la crisis.
Elizabeth Velázquez, una reportera de ciencia, elaboró un
trabajo para el medio digital Eje Central, en donde muestra el
número de casos al día 24 tras haberse diagnosticado con coronavirus al primer
paciente: Italia, 132; Japón, 52; Corea del Sur, 28; Estados Unidos y España,
2. México tenía 367. Tailandia, donde se registró el 13 de enero el primer caso
fuera de China, hasta el martes 25 llevaba cuatro muertos, al igual que Hong
Hong, cuyo paciente uno fue diagnosticado el 23 de enero. México, cuyo primer
caso fue el 28 de febrero, sumaba ese mismo día, cinco muertos.
¿Qué hicieron en Asia? En Tailandia, desde el 3 de enero, menos
de una semana después del brote epidémico en Wuhan, comenzó a monitorear a
todos los viajeros procedentes de China en sus seis principales aeropuertos. El
11 de febrero prohibió los vuelos de y hacia esa nación, y cinco días después
lo extendió a Japón y Singapur. A finales de ese mes ya habían suspendido toda
actividad cultural, comercial y deportiva. En Corea del Sur y Japón, dos de las
más robustas democracias, sus cierres fueron limitados, porque la sociedad
voluntariamente se guardó en sus casas para cortar la transmisión del virus,
mientras se realizaban pruebas masivas a toda persona que presentara síntomas
de neumonía atípica, con lo cual aplanaron la curva de contagio, que es lo que
pretende México.
El segundo brazo de la estrategia es la mitigación. En este
sentido, México se parece más a la primera estrategia del Reino Unido que a la
del resto del mundo. El primer ministro Boris Johnson adoptó un manejo
diferente al resto de Europa, que apostó a suprimir el virus mediante la
contención y el distanciamiento social, y se recargó en la mitigación para
evitar que se saturara el sistema de saliud y protegiera a los grupos más
vunerables. Bajo esa estrategia, un 60% de la población, particularmente jóvenes,
contraería el virus y mejoraría, asumiendo que surgiría una especie de
“inmunidad de manada”, que protegería a los más vulnerables. López-Gatell, sin
llegar al detalle de Johnson, dijo hace 10 días que sería conveniente que López
Obrador “se contagiara” para que quedara inmune a la enfermedad. Johnson cambió
radicalmente su estrategia la semana pasada cuando sus asesores científicos le
advirtieron que si la mantenía, la tasa de mortalidad podría llegar a 250 mil
personas en el Reino Unido.
Johnson ordenó medidas radicales este domingo de distanciamiento
social obligatorio. En México hay toda una variedad de medidas de contención,
donde las más laxas son las del gobierno federal que, a la vez, son superadas
por los gobiernos de los estados, como le ha sucedido al presidente Donald
Trump. El problema actual en Estados Unidos, es que el número de contagios está
rebasando al sistema de salud. El gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, dijo
que tienen 70 mil camas para enfrentar el coronavirus, pero necesitan 140 mil.
El problema de las camas y los equipos en los hospitales, ante el ritmo
acelerado del contagio, ha metido en crisis a prácticamente todos los países.
Estados Unidos tiene 2.4 camas por cada mil habitantes, que es
lo mismo que tiene España. Italia tiene 2.6, mientras Japón y Corea del Sur
tienen siete y Alemania 6. Estos son los datos de los países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que ubican a México
con 1.4 camas por cada mil personas. Cuomo dijo que tenían tres mil camas para
terapia intensiva, pero se necesitaban 40 mil. En todo el sector federal
mexicano, dijo López-Gatell, hay cuatro mil 291, y 400 más podrian
reconvertirse.
Los números fríos muestran la escala del problema y permiten a
cada quien llegar a su conclusión sobre lo que podría suceder en México.
Sorprende el interés por minimizar el tamaño de la crisis, que no ayuda a
fortalecer el distanciamiento social, y menos aún el encierro voluntario.
López-Gatell asegura que todo va de acuerdo a la estrategia y que el sistema de
salud está listo. Una vez más, ojalá tenga razón.
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