(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Por fin, los legisladores locales están yendo hacia la raíz
de todos los males que aquejan a niños y adolescentes, y que se está ampliando
a escalas dramáticas al nivel universitario. Esa raíz es la familia, pues es el
núcleo familiar donde todo comienza, y donde se debe ir poniendo el remedio
para las nuevas generaciones, que a la par que son más solitarias debido al uso
y abuso de las redes sociales, son también menos empáticas y más violentas.
Nos referimos al bullying, que se interpreta como “cualquier
forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre estudiantes de
forma reiterada, tanto en el aula como a través de las redes sociales
(ciberacoso)”.
Desde hace varios años, se viene informando del incremento
de este delito, que de algún modo hemos ido tolerando. Los niños y jóvenes en
desventaja, sufren la violencia de otros jóvenes que solos, o en grupo, actúan
en contra de sus compañeros, y van creando ambientes críticos en las escuelas,
cosa que antes no sucedía.
Lo que antes eran remansos de paz, y donde los niños y
jóvenes podían encontrar sus principales motivaciones de vida, se ha convertido
en un espacio hostil, al grado de que son cada vez más altas las cifras de estudiantes
que dejan las aulas porque son víctimas de violencia y acoso, conocido como
bullying, fenómeno social que los profesores no han podido contener, o no han
querido, pues más que cualquier otro sector, son los maestros los que ocupan
puestos en el gobierno, desde el nivel municipal hasta el nivel federal,
pasando por supuesto por el Congreso, que es donde se legisla para ir regulando
la vida pública.
La semana anterior, por fin, el diputado Marco Antonio
Cabada Arias presentó una iniciativa de adición a la Ley para la Protección de
los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a efecto de que la Procuraduría
y/o el Ministerio Público tomen las medidas necesarias contra padres de hijos
generadores de acoso escolar, “cuando el resultado de esta conducta sea
consecuencia de su mal actuar dentro del núcleo familiar”.
Es decir, que por fin se dieron cuenta que los niños
agresivos no viven solos, ni se criaron solos, sino que tienen padres que son
responsables directos de su conducta, y que por ser aquellos menores de edad,
los progenitores deben responder por sus vástagos.
Cuando esto comience a suceder realmente, cuando a un padre
se le cargue la responsabilidad dela conducta de su hijo menor de edad,
entonces puede ser que las cosas comiencen a cambiar de veras.
De acuerdo con el boletín oficial, en la exposición de
motivos, el legislador de Morena refiere que es común que los niños agresores
de maltrato escolar vengan de una dinámica familiar violenta. “Si crecen en un
ambiente donde se vive de cerca la violencia y el abuso verbal, físico o
psicológico, ya sea entre sus padres, de sus padres hacia él o de algún hermano
o tío, es una realidad que aprenderán a seguir estos patrones y/o encontrarán
en el ‘bullying’ una forma de desahogar sus propios sentimientos de
inseguridad, angustia y enojo contenido”, abundó.
Pero, la realidad dicta lo contrario. No siempre se cumple
esta premisa y como ejemplo estamos los de la generación que ahora tiene de 35
años para arriba. Somos una generación que sufrió mucho rigor de parte de
nuestros padres, fuimos golpeados a veces por nada, y para nosotros la escuela
–aunque tenía su rigor y no siempre la convivencia era sana-, era lo mejor que
nos podía pasar.
En cambio ahora, los padres no golpean a sus hijos, porque
los hogares han sido permeados por las políticas diseñadas para frenar la
violencia intrafamiliar. Entonces, la realidad es que los niños y jóvenes
violentos vienen de hogares donde se les permite todo, donde incluso se les
defiende cuando son señalados por los profesores, de hacer bullying.
Hay infinidad de historias en este tenor, en que los padres,
en lugar de acudir a la escuela a ejercer disciplina sobre sus hijos violentos,
acaban acusando a los profesores de no querer a sus hijos, etcétera.
Esperemos que las adiciones legales propuestas por Cabada
Arias cobren vigencia, que no sean refrenadas, para que los padres respondan
por sus hijos. Veremos que bien rapidito van a cambiar las cosas en los
hogares, y los hijos abusivos van a ser metidos, sí o sí, en cintura.