ALDO VALDEZ SEGURA
El 2020 está agonizando, pero aún no termina, sin duda ha sido un año difícil, que nos ha permitido reflexionar acerca de la vida, la cual suele ser un instante, en un abrir y cerrar de ojos se te puede esfumar, muchas personas han perdido la vida, han dejado a sus seres queridos con un enorme vacío, han marcado una historia, ahora, ahora han dejado un legado, fue un año fatídico, desgarrador y jamás lo olvidaremos.
Tal parece que la muerte en este 2020 se enamoró de las bellezas que tiene este doble destino de playa, y se estancó aquí, pero como no pudo llevarse algunas riquezas naturales, se llevó el espíritu, el alma de algunos entrenadores y deportistas azuetenses, que ahora, ahora vivirán en nuestro recuerdo. Fue difícil asimilar y aceptar la muerte de estas leyendas deportivas, pero nos quedamos con su aprendizaje, con su filosofía de vida.
El ahora mítico entrenador de jabalina, David Ocampo partió, en un paseo con su moto se topó de frente con la muerte, a la cual no pudo esquivar, descansa tranquilo David, por fin, por lo que tanto luchaste se hará realidad, tus pupilos, en especial tu hijo, el muticampeón y quizás el mejor deportistas de todos los tiempos tendrá un espacio dingo donde entrenar, donde explotar todo su potencial, se hizo la pista de tartán, la cual contará con un carril especial para el lanzamiento de jabalina, por cierto, para devolverte algo de lo mucho que le diste a Zihuatanejo, la pista llevara tu nombre, así lo han solicitado los deportistas.
El silbante y goleador nato, Emilio Pérez, no pudo más, un cáncer le impidió seguir liquidando a cancerberos, sus amigos y compañeros de la Zapata pudieron despedirte en vida, jugaste y silbaste tu ultimo enfrentamiento, en donde saliste ovacionado, entre aplausos y porras tu nombre fue coreado, eso te dio para adelante, te motivo, luchaste, te aferraste pero no pudiste, te despidieron de los campo de Blanco, donde se cuentan muchas anécdotas tuyas, que por cierto, ahora la liga Premier llevaba tu nombre. Cuando tu ataúd piso el empastado, te pusieron a un costado de la portería, tu hijo te dio un pase y que crees, anotaste tu último gol, ahora es imposible ir a esos campos sin que te recordemos.
Juan Mendoza, el defeño que vino a impulsar el boxeo porteño, dejaste familia y hogar, emprendiste un nuevo reto en tierras ajenas, las cuales te acobijaron como un “zanka” más, picaste piedra, tu primer gimnasio lo construiste en el ahora desaparecido parque los Mangos, solo eran cuerdas, te las ingeniaste para que tus boxeadores pudieran entrenar, luchaste mucho, se te hizo justicia, te dieron un espacio en la unidad deportiva, no te conformaste con eso, tu sueño se vio cristalizado cuando construyeron un gimnasio al aire libre, fuiste pieza clave para que ahora este recinto deportivo sea lo que es, por cuestiones ajenas a ti, tuviste que dejarlo, pero de nueva cuenta, a un costado de ese gimnasio se dio otro espacio, el cual limpiaste con tus propias manos y lo dejaste optimo para el desarrolló del boxeo, un infarto te noqueó, pero no se fue limpio, uno de tus pupilos le dio una alegría a este puerto, conquistaste medalla de bronce en las olimpiadas juveniles, ahora, ahora tus restos descansan en la Ciudad de México, estoy seguro que te hubiese encantado descansar por la eternidad en la unidad deportiva.
Agustín “el torito” Alvarado, fuiste muy paciente, no te reconocían tu esfuerzo y dedicación para con el pugilismo, a pesar de eso, jamás dejaste de insistir, de trabajar, fue justamente tu trabajo y dedicación que les abrió los ojos a las autoridades, te dieron un espacio, tu esfuerzo de años se vio compensado, llevaste a muchos atletas a competir, siempre los tuviste entrenando, listos para cualquier evento, tu gimnasio lucia lleno por las tardes, ahora solo quedan los recuerdos que dejaste, llegabas a muy temprana hora a la unidad deportiva y te ibas al escurecer.
El profesor Uriel Magallón era joven, era entusiasta y amante del atletismo, así como del ciclismo, un día común y corriente te recostaste en tu hamaca y de la nada, la vida se te fue, pero dejaste un legado en tus alumnos, los cuales lloraron tu partida, pero se quedaron con ese carisma que te caracterizaba.
Jorge Campuzano, tú ultima temporada en la liga municipal de basquetbol lograste el campeonato, te consagraste campeón, no te podías ir sin lograrlo, una vez que lo hiciste, el destino dijo no más, el balón dejó de botar para ti.
Adonai Neri, pocos te conocían por tu nombre, para los futbolistas eras “la kukina” apodo que te acompañó hasta el último día de tu vida, una enfermedad no te dejo, pediste ayuda y la comunidad te respondió, no podías fallar, tenias que reponerte para ir de nueva cuenta a los campos, luchas, diste lo mejor de ti, ya no pudiste ir a los campos, tus ojos se cerraron para siempre, pero tus compañeros, familia y amigos ahí, ahí en el campo de la Correa te dieron tu último adiós.
Ellos fueron algunos de los deportistas que se marcharon, que ya no volverán jamás, pero dejaron su legado, su recuerdo seguirá siempre presente en nosotros, nunca los olvidaremos, cada uno de ustedes tendrán un lugar muy especial en mí, ya que con cada uno tengo alguna anécdota o alguna vez los pude entrevistar, o simplemente coincidir en un evento deportivo.
El ciclo de la vida es así, tenemos que respetar la voluntad de Dios, solo él sabe nuestra fecha de caducidad, pero mientras tengamos vida, venga, vamos a los campos, gritemos más fuerte los gritos de gol, eufóricamente disfrutemos cada segundo de nuestras vidas, tenemos la dicha de ver memorables juegos de futbol o basquetbol, sentir el dolor de un golpe que recibe nuestro boxeador preferido o meter esa canasta de tres que tanto soñamos, venga, estamos vivos y disfrutaremos cada momento que estemos vivos para ir a los campos, para poder desgarrarnos la garganta de emoción, hasta siempre queridos entrenadores y deportistas, el deporte azuetense los recordara hasta la eternidad.