ESTRICTAMENTE PERSONAL

A periodicazos traen a Palacio Nacional

Raymundo Riva Palacio

El martes 10 de diciembre fue el mejor día del joven sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Si firmaron los protocolos del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, que facilitaría la ratificación en el Capitolio en Washington y el Parlamento en Ottawa, y se detuvo en Dallas al ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Día feliz para el presidente. Inyectaría algo de certidumbre a las inversiones y tenía el argumento perfecto para disfrazar su desastre en materia de seguridad pública echando la culpa de todo al pasado y, de paso, buscar el aniquilamiento político de su principal enemigo, el ex presidente Felipe Calderón, con quien García Luna trabajó estrechamente. Todo lucía perfecto hasta que comenzó a salir información de que aquella jornada, más bien, podrá ser una más de ignominia.

De la secuela de ese día se recoge la conferencia del subsecretario de Relaciones Exteriores, Jesús Seade, responsable de la negociación, quien después de la ceremonia en Palacio Nacional donde los tres países firmaron los protocolos con el presidente de testigo, dijo que se “acababa de enterar” que Estados Unidos nombraría cinco agregados laborales en su Embajada en México para supervisar la implementación del acuerdo en ese capítulo, que no había sido consultado con México. Seade mintió o sencillamente nunca supo qué estaba firmando. Pero no es un novato en negociaciones comerciales, y extrañamente excluyó a todos, Embajada y sector privado, del tramo final de la negociación de la concesión

El mismo martes 10 de diciembre, horas antes de que se firmaran los protocolos en Palacio Nacional, el Comité de Procedimientos y Arbitrios de la Cámara de Diputados, por donde pasan las legislaciones para implementar el acuerdo en Estados Unidos, dio a conocer públicamente un resumen ejecutivo de lo que se había negociado, en cuyo primer capítulo, referido a la vigilancia sobre México, en donde decía textualmente: “Los attachés (agregados) laborales tendrán como base México y proveerán información in situ sobre las prácticas laborales en México”. Nada para decirse engañado. Si Seade no entendió ni explicó, por lo que ahora el gobierno se dice sorprendido, también hay responsabilidad del presidente, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y todos aquellos que por omisión, comisión o ignorancia, aceptaron las exigencias demócratas anunciadas en Washington.

La mañana del mismo día, la captura de García Luna provocó reacciones a lo largo de la intensa jornada. El mensaje que se daba era que venían acompañando la investigación, reforzada por informaciones de funcionarios federales que empezaron a señalar que el gobierno de López Obrador había sido informado con anterior de la captura. Como en el caso de Seade, no es cierto, pero a diferencia del tema comercial, en el caso de García Luna sí fue mantenido el gobierno mexicano totalmente al margen de la investigación.

Tras una reconstrucción de lo que sucedió aquel día en Palacio Nacional, se puede afirmar que el gobierno mexicano no tenía absolutamente ninguna idea de lo que se cocinaba en el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La Embajada de México nunca fue informada de lo que venía hasta minutos antes de que se diera la detención en Dallas. No es un procedimiento usual que informen de ello, por lo que esto no debe extrañar –la embajadora Martha Bárcena, incluso, iba volando a la Ciudad de México cuando se realizó la detención-, pero recibir una comunicación del Departamento de Estado minutos antes de que se concretara la acción en Dallas, no puede se tomado como una consideración. La captura sacudió al gobierno, que apenas ese día, por el comunicado de prensa de la Fiscalía de Brooklyn, en Nueva York, supo que la orden de aprehensión se había girado desde el 4 de diciembre.

La cancillería mexicana se puso en contacto con el área de vinculación del gobierno de Estados Unidos para pedirles información, pero les respondieron que al ser un asunto de política interna, no podían compartir las investigaciones. El secretario de Relaciones Exteriores, de acuerdo con funcionarios federales, le informó al presidente por teléfono, y López Obrador convocó al día siguiente a una reunión a Ebrard, Gertz Manero, Nieto, la secretaria de Gobernación, Olga Dánchez Cordero, y el consejero jurídico, Julio Scherer.

En esa reunión, dijeron los funcionarios, el presidente expresó que no podrían mantenerse al margen, e instruyó al fiscal y al jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera qué acciones podrían para informar a la prensa. Nieto informó que se habían congelado sus cuentas “esta semana” y esperaban la respuesta de los bancos para conocer el monto, mientras el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, había anticipado que tenía abierta una investigación en su contra, por lo que se pediría la extradición. Para reforzarlo, se sugirió tomar contacto con periodistas que habían mostrado animadversión con García Luna para hacer “un frente común”.

Ebrard y Sánchez Cordero fueron instruidos para que buscaran que el gobierno de Estados Unidos colaborara con México en la integración de una carpeta de investigación por temas relacionados con corrupción, abuso de autoridad, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y narcotráfico, aunque ya habían tenido información desde el mismo 10 de la forma como estaban siendo visto en Washington. Incluso, un mensaje que dijeron funcionarios le hicieron llegar a Ebrard desde Washington decían cáusticamente: “Quieren información los que no quieren colaboración”. El gobierno quedó desubicado. García Luna rechazó el ofrecimiento de ayuda consular, y lo más cerca que está el gobierno del caso es como observador en la corte en Dallas.

Aquél 10 de diciembre glorioso y espectacular para el gobierno, se ha venido desmantelando ante las evidencias que al reloj que marca el tiempo a la vida en México, se le da cuerda en Washington.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Editorial

Los efectos del misil García Luna

Todavía no zarpa el barco y ya recibió un misil por debajo de la línea de flotación. Cuando el partido de los Calderón, México Libre, está a punto de lograr las asambleas necesarias para convertirse en obtener el registro recibe un golpe letal: la detención de Genaro García Luna no sólo pone en duda hasta dónde sabía Felipe Calderón, sino cuál será su oferta en materia de seguridad después de semejante fracaso.

Cualquiera de las dos posibles respuestas a la primera pregunta es letal para el ex Presidente. Si no conocía las actividades de García Luna, sus arreglos y sus corruptelas estamos frente a un personaje que vivió engañado y engañándonos con una estrategia que él nunca controló. Si la respuesta es sí, la cosa es mucho peor, pues implica que la estrategia de seguridad calderonista fue sólo una farsa, una simulación para favorecer a un solo cartel, una guerra que buscaba administrar la violencia para seguir con la misma corrupción de siempre.

Es muy probable que la respuesta esté en medio, que el Presidente nunca haya tenido control completo y que haya tomado decisiones pragmáticas que iban en contra de su propia política. Ningún Presidente, ni siquiera el poderosísimo López Obrador o antes Carlos Salinas, tiene ni puede tener control, ya no digamos absoluto sino suficiente, en este tema porque, y este es el verdadero mal, el crimen organizado está enraizado en las instituciones del Estado mexicano, llámese fuerzas armadas, policía federal, poder judicial, fiscalía, etcétera.

De hecho, se sabe que Calderón desconfiaba de todos sus colaboradores en materia de seguridad y tenía la costumbre de confrontarlos permanentemente, lo que aparentemente tampoco sirvió de mucho. El resultado del misil García Luna es que la ya de por sí cuestionada política de seguridad implementada por Calderón quedó desnuda y la oferta electoral de su partido, desbaratada.

El Gobierno de López Obrador va a festejar, con toda razón, la derrota definitiva del modelo calderonista de seguridad. El riesgo es que se queden en la retórica del “se los dije” y “la derrota moral de la oposición” y no vean que la política de seguridad que está implementando el actual Gobierno nos está llevando al mismo derrotero.

Para decir qué estuvo mal nos basta y sobra la campaña, pero que un año después no exista una política clara, sistemática y coherente en materia de seguridad es muy preocupante. La Guardia Nacional y el la aniquilación por decreto de la corrupción no bastan. No es suficiente para las condiciones de podredumbre que imperan en casi todo el país.

Primero porque las corrupción de nuestras instituciones va más allá de cualquier voluntad presidencial; es un cáncer que está en la médula. Segundo porque si a la Guardia Nacional no se le da este año un impulso definitivo hacia la institucionalización corre el riesgo de corromperse como lo han hecho todas las que anteriormente se encargaron de combatir el crimen organizado y terminaron asimilándose.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

A diferencia de lo que sucedió a nivel nacional, cuando se aprobó en la Cámara de Diputados el presupuesto de 2020 para el país –momento que fue cardiaco para Morena por la toma del recinto legislativo y las quejas de la oposición- este fin de semana se aprobó el presupuesto de Guerrero para el próximo año, sin grandes espavientos.

Más bien, se trató de un proceso aterciopelado, demasiado si consideramos que la mayoría en el Congreso local la tiene Morena, partido que bien pudo hacer cambios y reasignaciones a su antojo.

Todo lo contrario, los morenistas se portaron muy decentes y solidarios con el gobernador Héctor Astudillo Flores, cuyo equipo de Finanzas hizo un presupuesto acorde a las necesidades de la administración, pues recordemos que el gobernador en sus giras por la entidad suele hacer compromisos, que bien pudieron cambiarle los legisladores, ya que les asiste ese derecho.

Se esperaba, por ejemplo, que los diputados detectaran aquellos compromisos que tienen una buena carga política –entiéndase “quedar bien”- para reorientarlos a áreas más sensibles.

Pero nada. Al contrario, este proceso fue mucho menos traumáticos que en la era perredista. Recuerdo, por ejemplo, que cuando Zeferino Torreblanca necesitó del voto de los diputados para la aprobación de su presupuesto en 2008, el finado Armando Chavarría encabezaba a la poderosa bancada amarilla, y de inmediato le puso precio a cada voto. Incluso pidió negociar directamente con el gobernador a nombre de todos sus representados. Y como también Zeferino era de pocas pulgas y de armas tomar, pues aquel encontronazo fue de antología.

Es decir, que a cambio de la aprobación del presupuesto anual en los términos que lo planteaba el gobernador, los diputados vendían su voto al mejor postor. Entonces, los enviados del mandatario tenían que hacer una intensiva labor de conven$imiento (así con signo de pesos), para conseguir su objetivo. Una vez lograda la mayoría de votos, los votos contrarios ya no importaban. Y los opositores a ultranza sabían que nada les tocaría, así que eran los primeros en apuntarse al “chayote político”, válgase la expresión. Así es, no sólo los periodistas cobran chayote, también los políticos son como la Aventurera, se venden al mejor postor.

Esto era tan grave, que se decía que cada voto le costaba al gobernador en turno 1 millón de pesos, o más cuando se trataba de jefes de bancada o políticos con influencia.

También se usaba que a cada diputado se le reservaban varios millones de pesos para sus “bestiones”, dinero que ejercían a su antojo, sin vigilancia de parte de la Auditoría.

¿O por qué cree usted, amable lector, que Morena entró en un proceso de degradación muy vergonzoso en el Congreso? Pues porque está de por medio no sólo el presupuesto que maneja el Poder Legislativo, sino precisamente este tipo de negociaciones, en torno a las leyes de ingresos y al presupuesto anual, que es de lo más jugoso, según se escucha decir en los corrillos políticos.

De hecho, tanto el secretario de Finanzas, Tulio Pérez Calvo, como el subsecretario, estuvieron muy activos en el Congreso, siguiendo de cerca este proceso de aprobación del presupuesto. Para ello celebraron reuniones a puerta cerrada con cada bancada, pues se trataba de adecuar el presupuesto para reasignar los 200 millones de pesos que le toca poner al estado en el programa La Escuela es Nuestra, y que viene a sustituir al programa Escuelas al 100.

El proceso de aprobación les salió “planchadito”, y eso le complació al gobernador Héctor Astudillo. No es que no haya habido cambios al plan original; sí los hubo, pero controlados desde el Poder Ejecutivo y a petición de éste.

La entidad a ejercer en 2020 será de 61 mil 806 millones 7 pesos, que serán distribuidos como sigue: Salud, 109 millones de pesos; Educación (infraestructura educativa) 572 millones, ya incluidos los 200 millones de “La Escuela es Nuestra”.

Para la infraestructura carretera se asignaron 590 millones de pesos, en infraestructura hidráulica 398 millones, en Desarrollo Social 321 millones y para el campo, con inversión estatal habrá 340 millones de pesos.

El gobernador se dijo complacido porque al no haber cambios severos, se podrá hacer obra en los 81 municipios de la entidad, lo cual era su preocupación.

Además, se mantienen los programas sociales de su gobierno, como Un Cuarto Más, Pensión Guerrero, Apoyos a Madres Solteras, Discapacitados, Alerta de Género y Combate a la Corrupción. Sin embargo, desaparecerán otros como el de Estufas ecológicas, que ya será eliminado.

AMLO: Inspectores no se acordaron en T-MEC, EU pretende imponerlos

AMLO: «No se acordó en el tratado, pero ya se está tratando este asunto con el diálogo y la cooperación para el desarrollo, como siempre”

Regeneración, 16 de diciembre del 2019. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) señaló la intervención de inspectores en México es una medida que no se acordó en elTratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

El mandatario precisó que Estados Unidos «pretende imponer cinco supervisores a la ley laboral mexicana»

«Depende más de la decisión de Estados Unidos; se envió una ley al Congreso para la supervisión de este tratado que habla de que cada 6 meses pueden venir 5 inspectores, lo cual no se acordó en el Tratado, esto sale de manera clandestina, aunque tienen derecho, porque es un país libre, soberano de presentar sus iniciativas», dijo el Ejecutivo.

AMLO consideró que cambios hechos por autoridades estadounidenses al T-MEC se han hecho clandestinamente.

Añadió que el gobierno de México ya dialoga con el de Estados Unidos para rechazar esta imposición.

«No se acordó en el tratado, pero ya se está tratando este asunto con el diálogo y la cooperación para el desarrollo, como siempre”, apuntó el presidente.

Por su parte, el canciller Marcelo Ebrard Explicó que la decisión de Estados Unidos de solicitar a su Congreso designar hasta cinco agregados laborales no fue consultada en la forma y en el fondo por parte de Washington a México.

Dijo que por cortesía diplomática,  la iniciativa se debió plantear al subsecretario Jesús Seade, y en la forma “no fue consultado como representante de México y era relevante porque los agregados los autoriza México.»

«Ningún país puede designar agregados si la dirección general de protocolo de Relaciones Exteriores no los autoriza”, dijo el titular de la SRE.

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