(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Los partidos políticos están en un proceso de afiliación y
reafiliación de militantes. La estructuración de su padrón político será algo
crucial, pues es algo así como el cimiento del edificio electoral, de cara a la
elección de 2021.
Lo que se recomienda es lo que ya hizo Morena, de ir casa
por casa, pueblo por pueblo. De otro modo, será imposible que se cumplan sus
propias metas.
Esto implica que los comités nacionales fortalezcan a los
comités estatales, y estos a su vez a los comités municipales, y así hasta los
seccionales. Es en estos últimos comités donde recae el trabajo partidista, que
luego presumen los dirigentes.
El PRI anunció que busca más de 50 mil nuevo militantes,
mientras que el PRD busca entre 250 y 300 mil.
No es para menos, pues la sangría que sufrieron el año
pasado les dejó muchas sillas desocupadas, los padrones desfigurados y ya no se
sabe quién es quién.
¿Pero de dónde van a agarrar a esos nuevos militantes? Es
una verdad que los partidos se mueven con un mínimo de miembros, y un alto
porcentaje de simpatizantes. 3 millones de inscritos a nivel nacional, por
ejemplo, no es nada si comparamos la votación de más de 30 millones de personas
que tuvo Morena en la elección presidencial.
Ellos hablaban de un padrón de 6 millones, pero lo cierto es
que se les hizo bolas el engrudo y nadie supo a ciencia cierta si esto era
verdad. Tan es así, que la elección interna de Morena, para renovar su
dirigencia nacional, abortó precisamente porque no se tiene un padrón
confiable.
En el caso del PRI, sucedió lo mismo, pues aunque reportaban
un padrón de 5 millones de militantes, al final salieron con un listado de 2
millones, si caso, y con eso se fueron a la renovación de su dirigencia, en un
proceso muy cuidado y del que tomaron el control los gobernadores, quienes
dictaron línea por un candidato específico, Alejandro Moreno, alias Alito, para
desgracia de los no agraciados, en este caso la ex gobernadora de Yucatán,
Ivonne Ortega.
¿Por qué es importante tener un padrón electoral? Primero,
es un requisito para todos los partidos políticos. Sin él, el Instituto
Nacional Electoral, y en el caso de los partidos locales, el Instituto
Electoral y de Participación Ciudadana, no permitirían a ningún partido su
participación.
De hecho, en el caso de Morena, fue el INE el que exigió el
padrón real al PRI, y por lo cual supimos que aunque presumían tener 5 millones
de militantes, realmente tenían 2 millones.
Morena, por su parte, nunca supo demostrar cuántos militantes
tenía. Quiso irse a su elección interna
con el padrón de 2015, cuando recién se constituyeron en partido político, dejando
fuera a los que se afiliaron después de esa fecha, pero una querella en el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, interpuesta por
Alejandro Rojas, uno de los aspirantes a la dirigencia nacional, terminó por
abortar el proceso, al grado de que será hasta 2020 cuando se defina. Por lo
pronto, y porque así lo marcan los estatutos, la prórroga es para Yeidkcol
Polevnsky, quien espera repetir en el cargo.
Estamos, pues, en la guerra por los militantes. Cada partido
tendrá que ratificar a los que ya están en sus padrones o desecharlos e ir por
otros.
¿Qué pasa con los simpatizantes? Estos son los sin partido,
los que no militan propiamente en algún partido pero que siempre votan por
determinado instituto político, tomando en cuenta varios aspectos. Ese es el
llamado “voto duro”. Es fiel.
Hay otro tipo de simpatizantes, que son eventuales. Se
mueven con base en un voto razonado. Hoy pueden votar por un partido, mañana
por otro, si les conviene. A este tipo de simpatizantes se les gana de varias
formas, pero sobre todo con un buen candidato, que sea popular y que tenga
aceptación de los electores. Por eso los partidos deben cuidar siempre la
selección de sus candidatos, porque con su voto duro no ganan, necesitan del
voto eventual, que es más exigente y, por lo mismo, fácil de desencantar.
Pero hay una mala noticia para todos los partidos: que antes
se ganaban a los militantes con “gestiones” de apoyos y programas sociales.
Cancelado eso, y tomado el control de esa parte por el gobierno federal, sólo
queda salir a la calle a convencer a los electores, sobre todo al sector
juvenil, gente que va cumpliendo los 18 años y está en edad de votar, o bien a
los desencantados, que se van sumando conforme pasa el tiempo y se dan cuenta
que votaron mal.