Bolivia y la trampa mexicana
Raymundo Riva Palacio
La renuncia de Evo Morales a la Presidencia de
Bolivia, dejó al desnudo lo que es el gobierno mexicano. En 24 horas mostró
protagonismo, improvisación y precariedad en análisis y oficio diplomático, al
mismo tiempo que construyó una coartada para defender los intereses y el
proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador. En lo que
parecía una confusión sobre los sucesos en esa nación, el secretario de
Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aseguró que lo que sucedió en Bolivia
fue un golpe de Estado. Punto. Sin concesiones. ¿Cómo llegó a eso? Con un
sofisma. En la conferencia de prensa de este lunes en Palacio Nacional, lo
justificó de esta forma:
“Como ustedes saben, se dio
a conocer un reporte de la Organización de Estados Americanos en relación al
reciente proceso electoral. Después de ello, el presidente Evo Morales propuso
que se realizaran nuevas elecciones, cosa que el Gobierno de México vio muy
bien… a fin de resolver por vía de unas elecciones los diferendos existentes.
Posterior a ello, el ejército de Bolivia pidió la renuncia del presidente y el
presidente Evo Morales resolvió presentar su renuncia para evitar una guerra
civil. Por consiguiente, es un golpe porque el ejército pidió la renuncia del
presidente y eso violenta el orden constitucional en ese país”.
La manera como se presentó tiene
errores, y omitieron análisis más sofisticados sobre los hechos -probablemente
deliberados-, así como las acciones de otros gobiernos de la región, que los desnudó
internacionalmente, pero arropó domésticamete. Como botones de muestra:
1.- Evo Morales renunció de
palabra -hasta el lunes la entregó a la Asamblea Legislativa-, por lo cual,
cuando expresaba México su posición, seguía siendo presidente y por tanto era
apresurada. Junto con él renunciaron el vicepresidente, la líder del Senado y
el líder de la Cámara de Diputados, quienes se encuentran en la línea de
sucesión. Por tanto, no hay quien asuma la Presidencia para convocar nuevas
elecciones. En la prelación constitucional podría subir la líder del partido de
oposición Jeanine Añez Chávez, segunda vicepresidenta en el Senado pero se le
dificultará porque se requiere una mayoría calificada, imposible de alcanzar para
ella porque está controlado por el Movimiento al Socialismo, el partido de
Morales. Se puede argumentar que Morales creó una crisis constitucional al
dejar un vacío de poder que ha sido llenado por el caos y la anarquía en
Bolivia.
2.- El argumento del golpe de las Fuerzas Armadas no
se sostiene. Las Fuerzas Armadas sólo pidieron que renunciara Morales, no todo
el gobierno y el legislativo. No lo depusieron, ni instalaron una Junta Militar
en su lugar, suspendieron garantìas o impusieron a un títere. No salieron a las
calles para evitar caos y violencia, ni decretaron uin estado de excepción, o
tomaron control del gobierno, las comunicaciones, ni censuraron los medios de
comunicación o prohibieron las reuniones. Esto no quita importancia a la
ruptura del orden constitucional, pero no es un golpe.
3.- Ebrard se apresuró a ofrecerle asilo político a
Morales. El presidente ha dicho que no se va a ir de Bolivia y está en Cochabamba,
su tierra, quizás operando políticamente para ver cómo saca provecho de la
crisis que detonó. Nadie le ha pedido a México que lo asile, con lo cual, pierde
fuerza política en caso que, de solicitarle que lo recibieran, capitalizaría su
aportación para apaciguar la violencia y contribuir a la pacificación. Ebrad
adelantó conclusiones, cuando apenas iniciaba la siguiente fase de la lucha
política boliviana.
4.- Ebrard anunció el lunes que pedirían una
reunión de emergencia en la Organización de Estados Americanos para analizar la
situación en Bolivia. La decisión es correcta, y debió haber sido la única que
formularan, pero no el lunes sino el domingo, como varias naciones
latinoamericanas lo hicieron en la víspera, tan pronto como se volvió
ingobernable Bolivia.
La aparente confusión mexicana quedó confirmada de
manera clara en los mensajes que se apuraron a escribir miembros del gabinete o
cercanos aLópez Obrador. Pero lo mejor salió de la jefa de Gobierno de la
Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien afirmó en Twitter: “Angela Merkel
tiene 14 años en el poder, pero como es Alemania nadie dice nada. Evo Morales
tiene 13 años en la presidencia por decisión soberana de su pueblo, pero como
es un país en vías de desarrollo, lo acusan de ‘dictador’. El conservadurismo y
su doble rasero”.
Optaron por ocultar, desde el presidente para
abajo, que la crisis constitucional boliviana fue detonada por Morales, al
haber cometido lo que interna e internacionalmente se considera un fraude
electoral, y haber rechazado cuatro días después de la elección la sugerencia de
la OEA para convocar nuevas elecciones, como lo reafirmó el domingo pasado. La principal
crítica a Sheinbaum provino desde Washington, en la cuenta de la embajadora
mexicana Martha Bárcena, quien respondió en Twitter: “Con una diferencia
fundamental, Alemania es un país con un sistema parlamentario y Bolivia tiene
un sistema presidencial. En Alemania el gobierno encabezado por Angela Merkel
ha sido de coalición. Un poco de sistemas políticos comparados”.
La confusión mexicana impide que haya en México un
debate racional a partir del conocimiento. Los pronunciamientos primitivos, por
ignorantes y temerarios, distraen y obstruyen un análisis que permita tomar
decisiones correctas. La ruptura del orden constitucional en Bolivia es un
asunto muy serio, al igual el que las Fuerzas Armadas sean el árbitro de una
crisis política. Esto habla de la debilidad de las instituciones y de la
necesidad de fortalecer los instrumentos democráticos. Pero quizás todo es
deliberado, porque la caída de Evo Morales es un golpe directo al proyecto autoritario
que está construyendo López Obrador en México. De esto hablaremos en la
siguiente columna.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa