La causa grave: el desdén por la Constitución

Nuestra Constitución es clara, las renuncias de quienes integran la Suprema Corte de Justicia únicamente proceden por causas graves. Nada dice su artículo 98 acerca de si esas razones graves deben o no hacerse públicas. Por eso dice mucho de quienes han protagonizado este evento del mes, el modo en que se han comportado. Eduardo Medina Mora calla sus motivos en la carta al presidente en la que le somete su renuncia; Andrés Manuel López Obrador la acepta pero en público especula sobre esos motivos –lo que por lógica transmite el mensaje de que no conoció a ciencia cierta dichas razones–; y el Senado, la aprueba sin más.

Todos los actores involucrados en esta trama pueden pregonar que cumplieron con la ley constitucional, pero su interpretación de la misma les exhibe. Lo pienso así porque quisieron ignorar que entre los mandatos de nuestra Constitución, dos muy importantes para medir el comportamiento de las autoridades tienen que ver con transparentar sus decisiones y que su actuar necesariamente esté motivado y fundado. La opacidad en torno a esa renuncia, violenta ambos derechos humanos.

Si alguien quisiera asumir con seriedad que en este episodio se afecta en algo la independencia judicial, debería de pensar en una acción de litigio para defender la vertiente colectiva de nuestro derecho de acceso a la justicia. Sin duda que sería un juicio de amparo muy digno de atestiguar. Aunque lo más probable es que se encontrara con resistencias dentro del Poder Judicial que encabeza la Corte, y con la determinación de que las decisiones de Medina, del presidente y del Senado, no pueden someterse al control judicial. Esa probabilidad cierra el círculo, porque si fuera lo contrario, el comportamiento de todos los involucrados podría ser diverso.

El problema de fondo es que quienes ejercen poder no suelen actuar teniendo en mente como primer referente y parámetro, el respeto por nuestros derechos humanos. En mi experiencia, son más proclives a justificar su proceder desde la órbita de sus facultades, pero sin asumir las cargas y responsabilidades que conllevan. Por eso hay quien puede tener la ocurrencia de que expresar las razones que podrían haber justificado la causa grave para separarse de la función de ministro de la Suprema Corte, quedaba al arbitrio de Medina Mora. En vez de exigirle cumplir su obligación de transparentar y motivar su decisión, se termina por atribuirle un derecho. Así, tanto una garantía de su puesto, como también dos aspectos fundamentales como la transparencia y rendición de cuentas, se relegan.

Todavía pudiera extenderse la crítica a Medina y sostener que este tipo de visión es consecuente con su carrera pública. A estas alturas, eso ya es intrascendente. Lo preocupante es lo que toca ahora al presidente de la República y al Senado. Nombrar a la persona que ocupe la vacante abierta en la Suprema Corte, como si fuera suya, o respetando que es de la Nación, esa es la disyuntiva. Si quisieran atender la Constitución, tendrían que comportarse de una manera “muy diferente”.

De entrada, deberá integrarse una terna con mujeres exclusivamente, y pase lo que pase, deberá ser una mujer la nueva integrante de la Corte. Cualquier cosa distinta a ello viola la Constitución, si no textualmente, sí en su esencia. El proceso de designación tiene que ser abierto. La Corte le sirve a las personas y colectivos, su función primordial es defenderles de las violaciones a sus derechos humanos. Por eso ya es hora de que se transformen en los hechos los nombramientos para conformarla y por primera vez se elijan a defensoras reales de derechos humanos.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

El oscuro Anexo 23

Raymundo Riva Palacio

El pasado martes, el presidente Andrés López Obrador tuvo un desayuno de trabajo con diputados de Estados Unidos, donde estuvieron los secretarios de Relaciones Exteriores, Hacienda y del Trabajo. La reunión, aunque se le reconoció su importancia, se mantuvo en bajo perfil. En la página personal del presidente se difundió un comunicado kosher y de trámite, que no mostró lo relevante del encuentro y el personaje que encabezó a los estadounidenses, Richard Neal, presidente del Comité de Medios y Procedimientos de la Cámara de Diputados. Ese Comité, uno de los más poderosos en el Capitolio, es el que maneja el presupuesto y autoriza adquisiciones. Asimismo, es el órgano clave para determinar si los demócratas podrán sentirse cómodos con un nuevo acuerdo comercial con México y Canadá, que remplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Los diputados no vinieron a perder su tiempo ni a hacer cabildeo. Pasaron revista al gobierno de México, y evaluar si como le habían exigido, estaba cumpliendo con acuerdos que, si no secretos, se han mantenido opacos ante la opinión pública. Estos acuerdos tienen que ver con compromisos adicionales en el Anexo 23 del convenio norteamericano, que aceptaron los mexicanos ante las demandas demócratas, y como única alternativa para que su aprobación pudiera pasar al estatus de viable y posible. El camino se allanó el 19 de julio, cuando una avanzada bajo el liderazgo de Earl Blumenauer, presidente del Subcomité de Comercio del Comité de Medios y Procedimientos, le dijeron a López Obrador que para que aprobaran los demócratas, necesitaban ver no sólo la Reforma Laboral, sino las garantías de que se va a ejecutar.

Los estadounidenses estaban muy escépticos. En ocasiones anteriores y gobiernos distintos, compromisos adquiridos por los mexicanos nunca fueron completados. En esta ocasión, le dieron al presidente tres meses para que mostrara las garantías. En el comunicado del Comité que encabeza Neal -no mencionado en el boletín del presidente López Obrador-, se reveló que vinieron a “evaluar la capacidad del país para avanzar en las reformar prometidas e implementar los cambios legales, institucionales y culturales de acuerdo con las leyes mexicanas y los requerimientos renegociados del acuerdo” (subrayado mío). La presencia del secretario Arturo Herrera fue estratégica: decirles de dónde saldría el presupuesto para que caminara la reforma, que detalló la secretaria Luisa María Alcalde.

Los secretarios fueron puestos a prueba por los legisladores estadounidenses con el aval del presidente, a quien le interesa enormemente que se apruebe el acuerdo con Estados Unidos y Canadá, como ha dejado claro en su sumisión ante al presidente Donald Trump, al hacer todo lo que desee para evitar su enojo. Alcalde explicó “los requerimientos renegociados del acuerdo” contenidos en el Anexo 27. Originalmente, el acuerdo negociado por los ex secretarios Ildefonso Guajardo de Economía, y Luis Videgaray de Relaciones Exteriores, y el representante del presidente electo, Jesús Seade, fortalecería las normas y derechos laborales, en particular la negociación colectiva para promover salarios más elevados -hasta en 17.2% en una primera instancia-, y mejores condiciones laborales.

A los demócratas les pareció insuficiente. En mayo reformaron el Anexo 27 para facilitar la implementación del derecho a sindicalizarse a través de organismos independientes, y ampliar la Reforma Laboral para facilitar el registro de elecciones sindicales y mecanismos de resolución de disputas. Pero una condición demócrata, que aceptó el gobierno de López Obrador, es que el acuerdo no se pondría a voto hasta que los demócratas en el Congreso y el Senado revisaran la ley y evaluaran si satisface los requerimientos de la extensión al Anexo 27. La preocupación en el Capitolio es que no había suficientes dientes en la legislación para asegurar que el gobierno fortaleciera las nuevas leyes laborales. La oposición del canciller Marcelo Ebrard a que las leyes fueran supervisadas por un cuerpo externo, como en este caso los legisladores estadounidenses, fue ignorada por López Obrador, quien permitió que extranjeros evaluaran y corrigieran la Reforma Laboral.

Aún con esta insólita cesión de soberanía -permitir a un poder extranjero escribir leyes laborales mexicanas-, los estadounidenses no quedaron satisfechos. “Nuestra reunión con el presidente López Obrador arrojó luz sobre el deseo y las intenciones del gobierno mexicano de llevar a cabo su reforma de justicia laboral, pero Estados Unidos necesita ver que esas garantías sean aplicadas”, dijo Neal en el comunicado dado a conocer por su Comité. “Aprecio el compromiso positivo y estoy ansioso de ver que México cumpla con su obligación para implementar los cambios necesarios para materializar su propia visión para la reforma, y satisfaga los demandantes estándares laborales y de ejecución que serán requeridos en la renegociación del TLCAN”.

Es decir, los diputados estadounidenses quedaron a gusto con la música, pero no ven clara la partitura. Ni Herrera ni Alcalde, mucho menos López Obrador, les dieron la certidumbre de que lo ofrecido será cumplido. Se fueron menos inquietos de lo que estaban hace 10 meses, pero aún no están convencidos de dar el voto a favor del acuerdo. Acción, no palabras es lo que han demandado desde mayo cuando hablaron con el presidente, y aun no terminan de concretarse las promesas de hacer las cosas como quiere el Capitolio. López Obrador le ha dado mucho a Estados Unidos, en migración y ahora en comercio, pero no deja de ser puesto a prueba y sometido a más presiones. Lo tienen controlado y lo sabe. Por eso siempre elude confrontar al presidente Trump o a su gobierno. Por lo mismo, hay acuerdo en lo oscurito de los que no quiere hablar. Sería muy indigno y vergonzoso admitir lo que ha entregado y lo poco que, hasta este momento, ha recibido a cambio.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Un nuevo caso de negligencia médica sacude el estado, y para no variar sucedió en el Hospital Regional de Ometepec, nosocomio que se ha visto involucrado en varios de estos casos, donde el personal ceba su enojo y amargura en contra de los indígenas.

De hecho, en todos los hospitales de la Costa Chica hay casos emblemáticos de negligencia, maltrato y pésima atención con los pacientes, pero muy particularmente contra los indígenas, sean amuzgos, mixtecos, tlapanecos o nahuatls, que no tienen más alternativa que soportar el que los médicos primero atiendan sus despachos privados que sus turnos en los hospitales, o que sólo sean benevolentes en casos de recomendados.

Lo comento porque ahora que vino el presidente de la República a la Costa Grande, un indígena amuzgo de la localidad de Cochoapa, municipio de Ometepec, viajó desde su lugar de origen para ver al mandatario Andrés Manuel López Obrador, y exponerle su caso.

Ya estando en su camioneta, el presidente lo escuchó y le prometió que se haría justicia.

Pues sólo así, porque si confiamos en la CNDH, nada; esa institución es como la carabina de Ambrocio, que no sirve para nada, para nada y para puritita tiznada.

Al parecer, la Coddehum ya retomó el caso. Lo debe hacer por oficio, sin que medie denuncia de por medio del afectado. Incluso, dado que la medicina se regula desde la federación, el caso deberá reenviarse a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Pero, este asunto de las negligencias y abusos médicos no terminará si no se legisla al respecto. El asunto debe salir de la Comisión de Arbitraje Médico, porque siempre le dan la razón a los galenos y enfermeras, casi nunca al paciente.

Ahí mismo en el Hospital Regional de Ometepec, de acuerdo a lo que han publicado medios de esa región, ya sucedió el caso de una parturienta que perdió la vida, después de una larga agonía. Sí, intervino la CNDH y giró una serie de recomendaciones, como la de inyectarle recursos a ese nosocomio que estaba tirado.

También se recuerda el caso de una parturienta que fue atendida en el Hospital Básico de Copala, pero que al no aplicarle correctamente la anestesia, quedó en estado vegetativo. Era una indígena de San Luis Acatlán.

¿Y qué decir de esa región de la Costa Chica, que colinda con la Montaña? Durante muchos años Guerrero fue primer lugar en muertes maternas, y la mayoría se registraba en esa zona del estado.

Toda esa gente está abandonada, a su suerte. La Jurisdicción Sanitaria es un búnker de corrupción. No se genera información; al contrario, se obstaculiza. Por ejemplo, en el caso del niño recién muerto, el jefe jurisdiccional, Macario Navarrete, hizo mutis. Lo mismo hizo el director del Hospital.

Ahora mal, lo que procedería en un caso tan grave como éste, sería la separación del director y los médicos y enfermeras responsables, mientras que se hacen las investigaciones correspondientes. Todo lo contrario, se les permite operar mientras se determinan responsabilidades.

Lamentablemente, este problema de maltrato y prepotencia contra los pacientes se repite una y otra vez en cualquier lado. Desde los centros de salud, pasando por los hospitales regionales, y qué decir de los hospitales generales del estado.

Vamos, ni siquiera en el IMSS o ISSSTE se salvan los derechohabientes, pues tenemos la queja del familiar de una paciente que dializan en el IMSS de Acapulco, al que la trabajadora social le llamó para reclamarle que hayan llevado a su familiar a una cita, y hasta le dijo “burro” y otros improperios. ¿Pues qué no se supone que el área de trabajo social está precisamente para ayudar a los pacientes?

El presidente dijo ayer que está haciendo una renovación general de la vida pública del país. Con todo respeto, señor presidente, no se nota. Por donde se le vea, hay corrupción. Tránsito, policías, clase política –con sus honrosas excepciones-, están todavía actuando a sus anchas.

Las redes de corrupción no se han roto. Ni siquiera se han debilitado. Estamos muy lejos de ser la república amorosa que la Cuarta Transformación promete, comenzando por sus representantes, que son más prepotentes que sus contrincantes.

¿Y cómo, pues? Poder es poder. Y dice un dicho que si quieres conocer a alguien, dale poder, emborráchalo, hazlo enojar y pídele dinero.

AMLO celebra combate a la corrupción en el Poder Judicial, «caso inédito»

AMLO: «Ya se acabó aquello de que no se podía tocar al intocable, no hay impunidad no es castigar al que no tiene con que comprar su inocencia»

Regeneración, 11 de octubre del 2019.  El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) celebró que se combata la corrupción y la impunidad en el Poder Judicial.

Esto luego de que ayer se diera a conocer la suspensión de un magistrado del primer circuito por inconsistencias en su situación financiera y por sus nexos.

AMLO afirmó, en conferencia de prensa, que es un hecho inédito que por presunta corrupción se destituya a un magistrado, ya que antes ese Poder era como “el Castillo de la Pureza”.

“Me parece muy bien porque ha existido la judicatura y nunca se castigaba a jueces, magistrados, a ministros, menos, y como sí a los integrantes del Poder Ejecutivo se les castiga y se les señala si son corruptos, incluso en el caso de legisladores, pero en el Poder Judicial había mucho hermetismo, era como el Castillo de la Pureza, por eso lo celebro, que bueno que se ventile este asunto”, aunque reconoció que genera polémica.

Además, el mandatario federal pidió que nadie se rasgue las vestiduras pues «ya se acabó aquello de que no se podía tocar al intocable, no hay impunidad no es castigar al que no tiene con que comprar su inocencia y al que tiene influencias se le protege se le perdona todo, ya eso se terminó», enfatizó.

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