La SFP inhabilita a Rosario Robles por 10 años

CIUDAD DE MÉXICO. La Secretaría de la Función Pública (SFP) inhabilitó a Rosario Robles Berlanga para ejercer durante 10 años en el sector público federal, tras determinar que “falseó su información patrimonial” durante sus gestiones en la administración de Enrique Peña Nieto.

La SFP informó que Robles –actualmente presa en el penal de Santa Martha Acatitla– recibió la notificación de su inhabilitación este miércoles.

Robles se encuentra reclusa desde el pasado 3 de agosto, acusada del delito de ejercicio indebido del servicio público en los supuestos desvíos multimillonarios operados durante sus gestiones en las secretarías de Desarrollo Social (Sedesol) y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), también conocidos como Estafa Maestra.

La revista Proceso documentó que, además de su casa en Pueblo de Los Reyes, Coyoacán, Robles vivió en tres domicilios adicionales durante su paso por la administración de Peña Nieto.

Actividades deportivas en el municipio se suspendieron

ALDO VALDEZ SEGURA

Ahora sí y sin excepciones todas las actividades deportivas en el municipio se vieron suspendidas, lo anterior por el efecto de la depresión tropical “Lorena” que ha afectado los últimos dos días el municipio, las canchas no están en condiciones para alguna actividad física.

En lo que respecta a la liga municipal de volibol, a pesar de que se cuenta con instalaciones techadas, los directivos, encabezados por Oswaldo Santoyo decidieron suspender la jornada de ayer, esto porque muchas jugadoras vienen de lugares lejanos a jugar y para resguardar su integridad física se tomó esa decisión.

En el basquetbol también hubo suspensión, ya que por tanta lluvia las canchas se han encharcado. En un recorrido en las instalaciones de la unidad deportiva por parte de Despertar de la Costa se pudo constatar el mal estado en que se encuentran los campos de futbol, volibol playero, gimnasio de boxeo y béisbol. Se espera que el día de hoy todo vuelva a la normalidad.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Los nudos de Ayotzinapa

Raymundo Riva Palacio

Las contradicciones no son lo único que tiene metido al gobierno federal en un problema de difícil solución en el Caso Ayotzinapa. La acotación que se pretende hacer en la nueva investigación, difícilmente podrá ser lograda. El subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, abrió el coliseo para ofrecer sangre a los mexicanos, al denunciar al ex procurador general, Jesús Murillo Karam, y al ex jefe de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, como responsables de un proceso que, por decisiones del juez federal Samuel Ventura, fueron liberados 77 presuntos responsables del crimen contra 43 normalistas. La Fiscalía General irá por ellos y puede llegar a detenerlos incluso, pero echada la rueda a andar, no se podrá parar. 

Encinas es la representación de esa contradicción. En enero pasado, al instalar la Comisión para la Verdad del Caso Ayotzinapa, dijo que el punto de partida serían los informes del grupo independiente de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el equipo forense argentino, que fue el primer grupo extranjero que trabajó con los padres de los normalistas. Los dos concluyeron que varios testimonios claves habían sido obtenidos mediante torturas, lo que violaba el debido proceso. La izquierda, entre otros, elogió el trabajo y reiteró que había sido un crimen de Estado, donde participaron soldados y policías federales.

En reconocimiento abierto del gobierno al trabajo del grupo de expertos, el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, nombró a su secretario técnico, Omar Trejo, jefe de la Unidad Especial para el Caso Ayotzinapa. Poco tiempo pasó para que en el nuevo el gobierno vieran que las cosas no eran como las creían. Ni al presidente Andrés Manuel López Obrador ni a Encinas, les gustó el rumbo de aquello que inicialmente celebraron cuando en septiembre del año pasado, el Primer Tribunal Colegiado del Decimonoveno de Circuito, con sede en Reynosa, le dio el marco jurídico a la Comisión de la Verdad que querían formar, y le dio la razón a tres presuntos culpables del crimen, incluido Gildardo López Astudillo, “El Gil”, que los habían torturado para auto incriminarse. 

Ahora, el presidente y el subsecretario se quejan del Poder Judicial, mostrando claro antagonismo con su postura de hace meses. No se sabe cómo va a cuadrar las cosas Encinas, pero si la línea que persigue es procesar solamente a Murillo Karam y Zerón, lo va a rebasar el caso. Si no alcanza a ver el mediano y largo plazo de lo que inició, le faltarán brazos para nadar a puerto seguro. Junto con el ala más beligerante alrededor del presidente, acusó al 27 Batallón de Infantería, con asiento en Iguala, de responsabilidad en el crimen, por lo cual debería llamar a declarar a su entonces jefe, el coronel José Rodríguez Pérez. También al jefe de la 35ª Zona Militar, el general Alejandro Saavedra Hernández, a quien el gobierno de Guerrero le informó lo que estaba sucediendo, así como al ex subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, con quien el ex gobernador Ángel Heladio Aguirre hizo lo mismo. No menos importante el jefe de la Zona Naval en Acapulco en ese entonces, el almirante Rafael Ojeda, actual secretario de la Marina.

Y hay más. Alfredo Higuera Bernal, quien durante los dos últimos años del gobierno de Peña Nieto tuvo a su cargo la investigación del Caso Ayotzinapa, fue nombrado por Gertz Manero subprocurador especializado para Investigaciones de la Delincuencia Organizada. También ratificó a Roberto Ochoa como subprocurador de Procesos, responsable antes y ahora de revisar las resoluciones de los tribunales y los cierres de instrucción. El actual jefe de la Agencia de Investigación Criminal, que también depende de la Fiscalía, Vidal DíazLeal Ochoa, era el responsable de inteligencia de la PGR en los tiempos de la desaparición de los normalistas.   

Es decir, el gobierno de López Obrador cuenta con personas que conocen a fondo el caso, la información y los contextos de cómo y cuánto avanzó la investigación. En los archivos del Centro Nacional de Inteligencia, antes el CISEN, deben estar las minutas del Grupo de Coordinación Guerrero, donde se documentó la penetración de los grupos criminales Guerreros Unidos Los Rojos en las estructuras políticas de Guerrero, sin que se hiciera nada a nivel federal. Esas minutas, que oficialmente no existen, podrán darle al gobierno una idea muy clara del entramado político-criminal que se vivía en 2014, cuando desaparecieron los normalistas, aunque no les gustará. Esa red corrupta y criminal involucraba a miembros del PRD, el PT y Morena, que tenían relaciones estrechas con la corriente perredista de “Los Chuchos”, y con los morenistas René Bejarano y Dolores Padierna. Un ex funcionario que participó en esa reuniones reveló que las razones por las cuales nunca se procedió eran “políticas”—no querían involucrar a la izquierda con el crimen contra los normalistas.

Este mapa de vínculos sobre los funcionarios y ex funcionarios que sabían lo que sucedía en Guerrero, lo que pasó aquella noche en Iguala en septiembre de 2014 y su investigación, perfila la trampa en la que se metió Encinas con sus palabras ligeras. A menos, claro, que como demanda el núcleo duro de López Obrador, lleve al paredón político a miembros del Ejército y de la Marina, a comandantes de la Policía Judicial, a tres administraciones de la vieja PGR, a quienes Gertz Manero recicló, y a líderes de su coalición de gobierno, para documentar lo que han dicho durante cinco años, que fue “un crimen de Estado”. Estos nudos no serán fáciles de deshacer. Menos aún, de encontrar la verdad legal a lo que sucedió con los jóvenes sin ahogarse en sus contradicciones. 

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Editorial

Pemex, el escándalo se internacionaliza

Hasta ahora, la corrupción tan aludida, periodísticamente expuesta y mayoritariamente impune, de las pasadas administraciones federales, así como de las empresas productivas del Estado, destacadamente en Pemex, no había llegado a procesos internacionales.

En apariencia cuidadosos, los directores de Pemex y su consejo de administración habían sorteado la atención de tribunales extranjeros o instancias multilaterales, debido a que parecían atender normatividades y prácticas exigibles en el comercio exterior.

El procedimiento alcanza a las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, recorriendo el desempeño de la petrolera durante las últimas cuatro direcciones a cargo de Juan José Suárez Coppel, Emilio Lozoya Austin, José Antonio González Anaya y Carlos Alberto Treviño Medina. Y es que, las presuntas irregularidades detectadas ocurrieron a partir de enero de 2012, el último año del presidente surgido del PAN.

El asunto es sensible: más allá de la corrupción que tendría que sancionarse en el ámbito nacional, las previsibles conclusiones de dicha investigación estadunidense tendrán consecuencias para México en la administración de Andrés Manuel López Obrador, al grado de frustrar o al menos entorpecer la realización de su apuesta por el desarrollo basada en aumentar la inversión en Pemex. Es así porque de imponerse sanciones económicas, este gobierno tendría que pagar los platos rotos del pasado.

Por lo expuesto en el citado reportaje –cuya lectura es recomendable para entender a detalle la trascendencia del asunto–, la investigación es realizada por un equipo de 26 especialistas en delitos financieros, entre quienes destacan aquellos que investigaron para la misma SEC el caso Braskem-Odebrecht que devino en la imposición de una multa por 3 mil 500 millones de dólares en 2017.

El objetivo de ese grupo es verificar si en las operaciones de Pemex, la novena petrolera más grande del mundo, se incurrió en delitos bursátiles de la legislación estadunidense, principalmente, en relación a la falsificación de información financiera, el famoso “maquillaje” de cifras tan frecuente en los informes de presupuestales mexicanos, y se concentra en indagar exactamente los mismos ilícitos que en el caso Odebrecht.

La investigación de la SEC respecto a la mencionada brasileña Odebrecht, repasó las anomalías en 11 países, incluido México, donde dicha empresa tuvo una presencia destacada y, aunque existe amplia información al respecto, no hay investigación nacional concluyente.

En general, ese ni algún otro de los muchos asuntos de corrupción en Pemex ha tenido consecuencias mayores, si bien, hay casos abiertos por la Fiscalía General de la República (FGR) cuyo desenlace es incierto. Entre esos casos, está el de la compra-venta de Agronitrogenados y la denuncia –cuyos avances se desconocen– de la operación con Fertinal, las empresas de fertilizantes inservibles y adquiridas a sobreprecio según declaraciones presidenciales, ambos incluidos en la investigación que ahora realiza la SEC.

El lío es gordo. Quizás por eso hay un silencio de la actual administración respecto al asunto. La opacidad con que suele manejarse el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, quien sólo es capaz de presentar modestas gráficas en power point en “las mañaneras” a las que lo convoca el presidente López Obrador ha incrementado las dudas en el sector, en un momento en el que su posición es necesaria para enviar señales de confianza a inversionistas en los que se cifra en parte el éxito del plan de reactivación petrolera de la autollamada “Cuarta Transformación”.

Con procesos estancados en México, la indagatoria y sanción de actos de corrupción e ilegalidad de pasadas administraciones no es opcional. No se trata sólo de lo que robaron o dilapidaron los gobiernos pasados sino de las consecuencias a futuro que los malos gobiernos siguen provocando.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Cinco largos años de investigaciones, millones y millones de pesos gastados del erario público, más de 200 detenidos y hasta torturados, y casi 2 mil días de un tortuoso peregrinar de los padres cuyos hijos fueron apresados y desaparecidos en los hechos de “La negra noche de Iguala”, no han servido de gran cosa.

Los errores de la Fiscalía Estatal, la PGR, los fiscales del Caso Ayotzinapa, la tortura ejercida sobre los detenidos para resolver rápido -presionados por el entorno político y social- un caso tan complejo como la desaparición de 43 estudiantes normalistas en Guerrero, derivó en que los tribunales mexicanos prácticamente lo tienen perdido, y da el caso que la Fiscalía General de la República decidió comenzar de cero, para subsanar los errores que se cometieron por muchos frentes.

Primero, como señala uno de los investigadores independientes, desde el inicio se evitó seguir la línea de narcotráfico para buscar a los muchachos. Eso evitó que se desestimaran varias líneas de investigación, como es el caso de la línea que habla de que los muchachos fueron llevados a Huitzuco (al menos parte de ellos), pese a que se tuvo por lo menos con dos testimonios que involucran a policías de Iguala, de Cocula y de este último municipio.

La PGR se concretó a la línea de Cocula, donde también la CNDH confirmó que se encontraron cientos de restos óseos minúsculos, triturados y carbonizados, de los cuales por lo menos 19 pueden corresponder a los de los estudiantes.

¿Qué falta en todo esto? Primero, que se despolitice el caso. Esto permitirá retomarlo sin tintes políticos de ningún tipo, como se hizo hace 5 años, pues se aprovechó el momento para, entre otras cosas, hundir al gobernador Ángel Aguirre Rivero, y para quitarle al PRD el gobierno estatal.

De hecho, todo debió comenzar a enderezarse hace dos años, cuando la DEA entregó las conversaciones que líderes de Guerreros Unidos hicieron desde Chicago, y las cuales revelan que los muchachos fueron confundidos con gente de Los Rojos, que entonces operaban en la Zona Centro de la entidad.

Entonces, partiendo de ahí, se dio la orden de matarlos, algo de lo que se lamentaban los cabecillas desde Chicago, pues temían que se les desmantelara el cártel, como ocurrió.

Siendo sinceros, en esto ni siquiera el alcalde José Luis Abarca Velázquez, ni su esposa, María de los Ángeles Pineda, tienen responsabilidad directa. Si acaso se les puede acusar de vínculos con el cartel que se apoderó de Iguala de manera absoluta, al grado de que operaban desde dentro de la policía municipal, pero no de haber planificado la masacre de estudiantes.

En otro sentido operó la presión social y política sobre el régimen de Enrique Peña Nieto, cuyo procurador, Jesús Murillo Karam, tenía que dar resultados inmediatos, pues recordemos que la tragedia propició manifestaciones de repudio a lo largo y ancho del planeta. Hasta en los lugares más recónditos había reclamos por los 43.

Y aunque Murillo dice que logró unas 300 pruebas y testimonios que solidifican su investigación, todo eso se cae ahora que el fiscal Alejandro Gertz Manero determinó comenzar de cero, junto con el fiscal especial del caso, durante una reunión con los padres de los muchachos, y teniendo como testigo de honor al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Tres compromisos se hicieron en esa reunión, una de ellas es recomponer el caso, la segunda frenar las liberaciones de los implicados, y la tercera hacer evaluaciones periódicas.

Aparte, la investigación sobre los funcionarios que han llevado la causa también continuará. “La Fiscalía General de la República presentará los recursos y diligencias para responsabilizar a los funcionarios que incumplieron con sus responsabilidades en el desarrollo de la investigación, en particular contra los señores Jesús Murillo Karam, Tomás Zerón de Lucio y José Aarón Pérez Carro, quien era el titular de la Unidad Especial para el Caso Ayotzinapa…”, adelantó el Subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas.

Y paralelamente a la indagatoria oficial de la Fiscalía, prosigue la investigación independiente de la Comisión Especial que dirige Alejandro Encinas. Por lo tanto, podríamos afirmar que “ahora sí”, el caso será resuelto, tras 5 años perdidos en el marasmo de la política.

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