“Hay quienes quieren obstaculizar todo”, dice Polevnsky sobre renuncia de Urzúa

Reforma

MÉRIDA. La presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, descartó que la serie de renuncias en el gabinete pueden desestabilizar al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que, aseguró, está firme.

En improvisada conferencia de prensa en su visita a esta ciudad, donde participó como panelista en el foro “Impulso a la Cuarta Transformación de México”, en el marco del Congreso Nacional de Agentes Aduanales, la morenista atribuyó las deserciones a las “resistencias” que hay en el equipo en este periodo de adaptación para trabajar en conjunto.

Cuestionada sobre la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, recordó que el gabinete se conformó con personas emanadas de los más diversos sectores, como académico, el empresarial y del servicio público a quienes “de repente les cuesta trabajo” integrarse y pretenden imponer a su propio equipo.

“Y luego siempre hay, ya saben, los que quieren obstaculizar todo, que andan ahí tratando de meter el pie, pero, la verdad, son los menos, y el presidente tiene una contundencia y una fuerza que a salir adelante con todo”, comentó.

Dijo que López Obrador “los ha invitado a que hagan trabajo de equipo y que trabajen juntos, pero hay quienes tienen sus resistencias de trabajar en forma conjunta o que quisieran más poner ellos su propio equipo” y los llamó a poner más de su parte para trabajar coordinadamente.

No obstante, aseguró que el gobierno federal está firme y estable y consideró que el presidente resolvió “extraordinariamente” la renuncia de Urzúa con la designación de Arturo Herrera, a quien calificó como un servidor público con “magnífico y extraordinario perfil y sensibilidad social”, cuya capacidad es reconocida internacionalmente.

Y comparó el gabinete lopezobradorista con el de Lázaro Cárdenas, que es el que más cambios ha tenido.

Finalmente, pidió cerrar filas en torno a López Obrador pues “si le va bien, le va bien a México”.

Magnánimo

Oiga usted, amigo lector, qué magnánimo se puso el tal Mr. Trump que le concedió a México un plazo de un año para parar el tráfico de drogas y de migrantes hacia Estados Unidos.

México, por su parte, debería extenderle a Mr. Trump un plazo de 12 meses para que en Estados Unidos dejen de consumir drogas, dejen de mandarnos armas y para que implemente un plan de ayuda para estimular las economías en los países centroamericanos (que no “mexicanos”) de donde provienen las caravanas que tanto molestan a este señor.

Que sea parejo el trato, ¿no? Plazo contra plazo, condiciones contra condiciones. Se la quiere poner muy fácil a sí mismo este señor: basta transferir a otros la culpa de los problemas y ¡listo! Bajo su distorsionada óptica basta con encontrar un chivo expiatorio para todo y ¡problema resuelto! Todo con este señor es lío o embuste.

Nadie conoce aún el contenido detallado del “Informe Mueller” y él y sus achichincles ya dan por hecho que lo exonera y se declara triunfador.

Mientras, el Procurador que Trump escogió a modo, con la ayuda de sus compinches legisladores republicanos, no quiere soltar el informe completo. Pretende entregarle al Congreso una versión REDACTADA por él mismo, con “información sensible” eliminada del reporte por “razones de seguridad”.

¡Ah, cómo se parecen los pretextos encubridores a ambos lados de la frontera! Obvio es que este empleado incondicional de Trump que pasa por Procurador es el que decide cuál es el “material sensible” y cuál no. Se infiere que todo lo que sea dañino para Trump nunca verá la luz del día, o por lo menos tendrá que ser decidido por las Cortes, ya que todo indica que este tema se dirimirá por la vía legal, quizás incluso con una inconformidad constitucional de por medio interpuesta por la Cámara de Representantes.

¡Viva la transparencia! Inventada por los norteamericanos como parte esencial de los procesos democráticos y ahora desdeñada y yonqueada por ellos mismos. Vaya ejemplo que le dan al mundo.

Pero volviendo al tema del plazo: Mr. Trump no engaña a nadie con sus infantiles jugarretas. Este plazo de un año son puras patrañas: tuvo que meter reversa a su “cierre” cuando los líderes empresariales norteamericanos le hicieron ver a este cabeza de alcornoque el daño tan enorme que le estaba causando a la economía norteamericana.

Ahí fue cuando se dio cuenta de lo garrafal de su error, de lo simplista y desinformada de su decisión de amenazar con una medida que, de aplicarse, hubiese sido sumamente dañina para la economía norteamericana. ¡Justo cuando se quiere posicionar para su reelección del 2020! El que haya rectificado y se haya sacado de la manga este plazo de un año que, como Emperador repartiendo su gracia, nos ha concedido no borra para nada el tamaño de su ego de “bully”.

Es un racista, despreciativo, xenofóbico y embustero: por ejemplo, acaba de afirmar que su padre, el Sr. Fred Trump, de quien heredó todo, había nacido en Alemania, siendo que esto es totalmente FALSO: Fred Trump nació en Estados Unidos, en Nueva York, los que nacieron en Alemania fueron sus ABUELOS.

Sólo un total narcisista desorbitado, que ya no puede distinguir entre la realidad y la fantasía, se atreve a aventarse un embuste de este tamaño cuando todo mundo conoce los hechos y puede detectar inmediatamente que el Presidente de los Estados Unidos MIENTE descaradamente.

Mal reflejo éste en la vida pública norteamericana. Pero así es este tal Trump. La verdad y él nomás no se conocen, ni en su vida personal ni en sus actos de Gobierno como Presidente (en mala hora). De manera que le podemos decir a Trump lo que dicen que Don Juan Tenorio le dijo al Comendador: “Los muertos que vos matáis gozan de cabal salud”. En pocas palabras, de lengua me como 100 tacos.

El pez por la boca muere y un hocicón como este señor, por ese mismo conducto acabará pereciendo: si no en el 2020, seguro en el 2024. Si no fuese por el daño real que causa hasta podría pasar como “El Mussolini de Queens” (nomás véanlo, hasta hace las mismas caras hiperlactantes).

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Lo inmoral de la 4T

Raymundo Riva Palacio

La moral para el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene dos caras. La de sus adversarios y oponentes, donde todos son inmorales y por tanto corruptos, y la de él, donde nadie es inmoral ni corrupto porque como él no lo es, tampoco el resto. “Somos diferentes”, dice con frecuencia, “no somos iguales”. Sus dos visiones de moral, sin embargo, se mueven bajo los mismos referentes que en el pasado. Su aplicación es discrecional, y cuando se le llega a confrontar con una contradicción, evade. Es lo que está tratando de hacer luego que Carlos Urzúa, en su carta de renuncia como secretario de Hacienda, denunció la existencia de conflictos de interés de “personajes influyentes del actual gobierno”. López Obrador respondió: “Yo no veo conflicto de interés”.

Tampoco lo vio nunca el ex presidente Enrique Peña Nieto por el escándalo de la casa blanca, pero a finales de noviembre de 2014, López Obrador dijo que era “un soborno, un moche” el hecho que una constructora que hizo obra pública en el estado de México, hubiera adquirido una residencia para su ex esposa. Dijo que con acciones como esa “supuesta” compra de la casa “se está pisoteando, socavando, manchando, degradando la institución presidencial”.

Peña Nieto incurrió en un claro conflicto de interés. Se da cuando un interés personal, familiar, profesional, laboral o de negocios puede afectar el desempeño imparcial y objetivo de sus funciones públicas, y lo limita o le impide cumplir plenamente con sus responsabilidades. Pero también se da cuando provoca la percepción de corrupción que genera ilegitimidad, que es lo que sucedió en el caso de la casa blanca.

La carta de Urzúa es clara, pero a la vez medrosa, al denunciar los conflictos de interés, sin decir de quién se trata, o de qué se trata. Cuando uno conecta sus reclamos de imposición de personas sin experiencia en el sector hacendario, con influencia en Palacio Nacional que incurre en conflicto de interés, es claro que se refiere al jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, un empresario que es responsable de la banca de desarrollo -contra la ley que le da esa facultad sólo a la Secretaría de Hacienda-, que apoya proyectos empresariales, como podrían ser los personales. También controla a Margarita Ríos Farjat, jefa del Sistema de Administración Tributaria, donde el sector empresarial es el más revisado de todos por ser el mayor contribuyente.

Pero los conflictos de interés dentro del gobierno de la cuarta transformación no se limitan a Romo. De hecho asombra el número de ellos que se han hecho públicos sin que causen escándalo. Uno muy notorio es el del fiscal general Alejandro Gertz Manero y Javier Coello Trejo, el abogado del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, revelado por Animal Político y Quinto Elemento Lab. Coello Trejo representó a Gertz Manero en una denuncia penal para investigar la muerte de su hermano. Es decir, tuvieron una relación profesional importante que nunca reveló ninguno de los dos, hasta que fueron descubiertos, y que arroja una sombra de sospecha sobre la imparcialidad y objetividad de Gertz Manero en el proceso que se le sigue a Lozoya. Cuando le preguntaron a López Obrador sobre esto, dijo que le tenía plena confianza al fiscal, que no creía que fuera ilegal, aunque quizás sí moral, dejando esa decisión a su colaborador. Por menos fustigó a Peña Nieto durante más de un año; en esta ocasión, se lavó las manos.

Otro conflicto de interés, público, que no ha causado escozor, fue el nombramiento de Omar Gómez Trejo como jefe de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa. Gómez Trejo es un experto en derechos humanos, pero el haber sido secretario ejecutivo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que rechazó la versión del gobierno anterior sobre el Caso Ayotzinapa, lo coloca en un conflicto de interés. Más allá de la objetividad con la que pueda desarrollar su trabajo, dados sus antecedentes, siempre existirá la sospecha de parcialidad.

Otros conflictos de interés que no han trascendido a la opinión pública pero que están generando incomodidad dentro del gobierno. El más importante es el de José Luis Peña, esposo de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien está vinculado a empresas que hacen negocios con Pemex. Este conflicto de interés es el secreto a voces más sonoro dentro del gobierno y el más delicado.

El conflicto de interés se puede resolver notificando a la Función Pública la existencia de un conflicto de interés, como lo hicieron la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, de Agricultura, Víctor Manuel Villalobos, y de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, y el consejero jurídico Julio Scherer, donde dejaron claro en qué temas tocan esos linderos por cuestiones personales o familiares. Cuando es más tenue la línea, como el caso de Peña, se debe romper el vínculo.

El conflicto de interés pasa por reconocer su existencia y aislarlo para evitar que se convierta en corrupción. El nuevo régimen que está tratando de construir López Obrador está infectado de conflictos de intereses, como los señalados, o el nepotismo. La negación absoluta de ello no lo ayuda, ni tampoco el sofisma que todo el gobierno es honesto porque él lo es. Esta realidad, como otras que estamos viendo, lo podría alcanzar con mayor fuerza que a Peña Nieto, porque el número de casos de estas situaciones es mucho mayor de lo que fue en el pasado. Cuidado. Hay que atender los síntomas antes de volverse enfermedad.

Nota: esta columna tendrá un receso. Reiniciará su publicación el 24 de julio.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

SOS COSTA GRANDE

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Carlos Reyes Torres, líder de una de las tribus del PRD, y aspirante al gobierno del estado, considera difícil que su partido logre una alianza con Morena para la elección de 2021.

El costagrandeño, por cierto, ya está en plena precampaña electoral, visitando ciudades y municipios, como se demuestra en sus redes sociales mediante videos y noticias.

En el mismo sentido se mueve el ex alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, quien está incluso entregando apoyos a diversos grupos sociales, pese a que la legislación electoral es muy estricta en esta materia.

Ambos se autodestaparon como aspirantes al gobierno del estado de Guerrero, en junio pasado. Reyes Torres lanzó la estrategia “Guerrero Necesita un Plan”, arropado por los miembros de la tribu que dirige junto con el diputado local Celestino Cesáreo Guzmán, y otras al interior del PRD.

Esta estrategia se basa, precisamente, en recorridos intensivos por la geografía guerrerense, para que la gente exponga sus necesidades.

“He tomado la decisión de iniciar el camino para enfrentar el reto más grande de mi vida y así poder escuchar a todos los guerrerenses. Este, será un camino por Guerrero y los guerrerenses que se tratará, siempre, de la reconciliación de Guerrero y nunca de la confrontación o de lucha política sin sentido. El único enemigo que tiene este proyecto, son los problemas de los guerrerenses, los cuáles he analizado con detenimiento y he podido concluir, que el reto más grande que enfrenta”, dijo en su mensaje de aquel 3 de junio.

Tanto en el destape de Reyes Torres como en el destape de Evodio Velázquez, el gran ausente fue el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, quien en ese momento se movía por su parte, lo cual destanteó al ex mandatario, pues éste no esperaba una movilización tan temprana en el PRD, partido que más bien piensa entregar a una gran coalición con el PRI y otros partidos, para hace frente a Morena, en la elección para gobernador de 2021.

Reyes Torres, Evodio y otros líderes, están en total desacuerdo con esa intención, pero también reconocen que será difícil un acercamiento con Morena, luego de que en 2018 fue imposible conciliar posiciones. Incluso fue imposible que se concretara cualquier alianza, no sólo porque desde el nivel nacional así se determinó, sino porque en el nivel estatal la dirigencia de Morena puso una barrera impenetrable para contener el arribo de cientos de perredistas, y sólo aceptaron a los del grupo Pro-AMLO, que dirigió el ahora senador de la República, Félix Salgado Macedonio.

¿Qué impediría ahora una alianza PRD-Morena? La ambición de los que ya están posicionados en el partido lópezobradorista, y que no están dispuestos a compartir espacios con los del partido amarillo.

Y lamentamos advertir que de reeditarse la estrategia que impuso Pablo Amílcar Sandoval en 2018, ni siquiera una alianza con Movimiento Ciudadano será posible, aunque el líder en Guerrero, Luis Walton Aburto, esté ya trabajando en este sentido y cuente con el visto bueno del presidente de la República.

Para sanear Morena, de hecho, se tendrían que eliminar desde ahora las aspiraciones de los que ya ocupan cargos de elección popular, y partir de cero, considerando incluso a algún miembro de la sociedad civil.

Y es que, siendo sinceros, en Morena no hay aspirante que tenga piernas de jinete. La caballada está flaca de activos políticos, pero muy obesa en pretensiones.

Resultará muy lamentable si Morena se mete a su búnker de nuevo, mientras que sus posibles aliados se suman a fuerzas políticas contrarias.

Salir de la versión móvil