¿Dónde está el piloto?
Raymundo Riva Palacio
En su conferencia de prensa matutina, el presidente Andrés Manuel López
Obrador ofreció lo que probablemente es la presentación más cándida de su vida
pública. Registrémosla, es la mañanera 152 en su día 222 de gobierno. Estuvo llena de
revelaciones sobre las intrigas y enfrentamientos en Palacio, con detalles de
quién contra quién y el porqué de las pugnas. La narrativa también muestra la
otra cara, de cómo el presidente, que sabía lo que sucedía en su entorno, dejó
que corrieran los conflictos, solapó las diferencias y, en la mayor contradicción
de todo, respaldó al secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, pese a pensar que
representaba el continuismo, que explícitamente rechaza. Es decir, se desnudó
como un presidente que no controla a su equipo, donde cada quien, si lucha por
su territorio, puede hacer lo que quiera. El desorden, como modus operandi de un gobierno
extravagante.
El presidente admitió ante la prensa: “Estamos en un proceso de
transformación, aquí no se oculta nada, no es que salió del gobierno por
motivos de salud. Es un hombre con criterios, como nosotros”. López Obrador confunde
la transparencia y el ejercicio de gobierno. No tiene porqué mentir, pero la
forma como explica su apertura, demuestra es que cada quien, por tener
criterios propios, puede hacer lo que se le plazca, incluso denunciar al
presidente que observó cómo se despedazaban sus principales colaboradores para
la política económica sin intervenir, ni hacer un control de daños para
neutralizar el mensaje de la renuncia de Urzúa que los conflictos internos son
ordinarios.
Luego, añadió: “Tuvimos, entre otras discrepancias, lo del Plan (Nacional)
de Desarrollo, que hubo dos versiones, y la versión que quedó es la que yo
autoricé, que incluso me tocó escribirla porque había otra versión. Y sentí que
era continuismo”. El Plan es responsabilidad de Hacienda, pero cuando Urzúa
llevó el documento técnico al presidente, le incorporaron 70 páginas de
contenido político, sin haber leído el contenido. Mario Delgado, coordinador de
Morena en la Cámara de Diputados, Mario Delgado, trató de minimizar el
escándalo y aseguró que eran lo mismo. Luego el presidente dijo que el
documento de Hacienda eran “anexos” del Plan. Ayer lo presentó como si esa
parte un hubiera existido. Las mentiras no abonan a su credibilidad.
En esa misma idea, López Obrador agregó: “Era una concepción todavía en la
inercia neoliberal y había que marcar la diferencia”. Su política económica,
con Urzúa y con Arturo Herrera, su sucesor, hasta ahora, es neoliberal:
disciplina fiscal, cero déficit y control de la macroeconomía. La inercia
neoliberal que señala, por diseño estratégico, fue una instrucción
presidencial. Urzúa no se mandaba solo. Aplicó lo que le pidió el presidente y
continuó reduciendo el gasto público y la nómina del gobierno, que tiene
evocaciones de la reaganomics, del
presidente Ronald Reagan, quien junto con la primera ministro del Reino Unido,
Margaret Thatcher, lanzaron la segunda oleada del neoliberalismo en 1977-1978.
El presidente entró entonces a detalles: “También (hubo) discrepancias en
el manejo de la banca de desarrollo. Yo le encargué a Alfonso Romo que ayudara
en la coordinación para el funcionamiento de la banca de desarrollo y no había
en esto acuerdo, o sea, había diferencias entre ellos notorias”. Fueron más que
eso. Los consejos de administración los encabezaba Urzúa, quien desacreditaba
lo que presentaban los directores de la banca de desarrollo, que recibían
instrucciones de Romo, el jefe de la Oficina de la Presidencia. El primer
encontronazo fue en Nafín, en diciembre, y desde entonces las pujas no cesaron,
sabiendo de ello el presidente. Cuando le preguntaron a López Obrador si una de
las causas de la renuncia era Romo, respondió: “Sí, seguramente eso era algo
evidente, tenían diferencias y con otras áreas”. Esta disputa nunca la sofocó,
pese a que con el paso de los meses varios miembros de su equipo tomaron
partido por Romo en contra de Urzúa.
El presidente no se contuvo en seguir narrando los problemas: “Diferencias
también se tuvieron con el SAT, con la directora del SAT”. Margarita Ríos
Farjat, jefa, no directora, del Sistema de Administración Tributaria, que es
una de las herramientas de las que dispone Hacienda para manejar la tesorería,
la nombró Romo con la aprobación del presidente. Pero el problema con ella
explotó el viernes pasado, cuando quiso forzar una ley contra las empresas
fantasmas -son cinco grandes evasores fiscales los que tienen en la mira,
incluido un neoleonés-, a lo cual Urzúa se oponía. El entonces secretario de
Hacienda maniobró y estuvo a punto de nombrar a Renato Sales, como contrapeso
de Ríos Farjat, pero López Obrador lo vetó.
La plática de Urzúa con López Obrador sobre su renuncia fue el lunes, pero
no hizo nada el presidente porque su salida fuera ordenada, como tampoco lo
hizo con Germán Martínez, cuando renunció al Seguro Social. En los dos casos
hubo recriminaciones sobre obstáculos y sabotajes internos, de los cuales sabía
el presidente y dejó correr. Igual que ahora sucede en Morena, donde dos
miembros de la nomenklatura, Yeidckol Polevsky y Bertha Luján, están peleando a
sartenazos sin que el presidente ponga orden. Vendrán quizás más renuncias,
anticipó el presidente. En efecto, sabedor de que hay conflictos entre
Gobernación y la conserjería jurídica, entre la Fiscalía General y la Unidad de
Inteligencia Financiera, entre la Secretaría de Bienestar y la Presidencia, y
al interior mismo de la Secretaría.
En efecto, hay algunos en camino, como ha discutido con su
equipo sobre los conflictos entre Gobernación y la conserjería jurídica, la
Fiscalía General y la Unidad de Inteligencia Financiera, la Secretaría de
Energía y Pemex, o la Secretaría de Bienestar hacia adentro y con la
Presidencia. Son demasiados los choques internos por territorio y poder, al
amparo de la omisión del presidente, a quien por sus funciones podría
señalársele una irresponsabilidad. El piloto del gobierno y el país, no
gobierna ni guía. Reina el libre albedrío que produce un desbarajuste
sistémico.