¡Al diablo con su autonomía!
Parece que en la 4ª Transformación aquel famoso “¡al
diablo con sus instituciones!” que dijo ya saben quién en el 2006 en el
Zócalo se permutaría hoy por un “¡al diablo con su autonomía!”.
Una acción en apariencia menos amenazante, pero igual de
peligrosa.
Una sentencia de muerte paulatina de un líder autoritario
que también se ha transformado. Destruir las instituciones sería demasiado
obvio. Es mejor dinamitar sus cimientos con 3 dosis de explosivos:
1. Criticándolas. Las palabras (aun si son “con
respeto”) de un líder tan poderoso como AMLO pesan. Ataques que preparan
el camino para acciones que luego comprará “el pueblo sabio”.
2. Ahogándolas. Si son superfluas entonces son gastonas.
Por eso se les puede meter tijera grande a sus presupuestos: -30% al Instituto
Nacional de Evaluación Educativa (una tragedia, relea “Andrés, te
equivocas”), -16% al IFT, -8% a la CNDH, -28% a la Comisión Nacional de
Hidrocarburos (CNH) y -29% para la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
3. Acotándolas o interviniéndolas. Tal como sucedió en la
CNH, donde renunció su titular en diciembre, o como intentaron fallidamente
hacerlo con el titular de la CRE, aunque casualmente sí renunciaron tres
comisionados.
Ojo, seguramente se puede mejorar la eficiencia o nivel
de gasto de las instituciones. Pero habría que hacerlo inteligentemente.
¿Qué pasa si logra AMLO debilitar a las instituciones?
Vamos a responder analizando a una: la CRE. ¿Para qué sirve? ¿Qué pasa si
mañana deja de existir?
En términos generales, la CRE es el árbitro de 3 sectores
relevantes en la economía: eléctrico, gas (natural y LP) y distribución de
combustibles. Fija tarifas (las de la luz, por ejemplo), regula a los actores y
asegura que se cumplan las reglas.
Este último punto es clave, porque hoy en estos sectores
la inversión privada es muy relevante. Revise estas cifras de inversión privada
del sexenio que recién terminó:
a) $9,000 millones de dólares (mmDls) en generación de
luz. Y OJO, porque aunque no le gusten a AMLO, la electricidad que producen los
productores privados es en promedio 20% más barata que la de la CFE.
b) $22,600 mmDls en el sector del gas, donde, por
ejemplo, la capacidad de transportación creció 80%.
c) $20,100 mmDls en petrolíferos, incluyendo inversiones
en almacenamiento de gasolina y diesel. Como queda patéticamente claro con la
crisis de abasto de gasolina, el inventario en México es de tan sólo 3 días en
promedio. Ah, y en la Cd. de México es ¡de un solo día!
Toda esta inversión privada entra porque hay un árbitro
que asegura que las reglas se cumplan y no se cambien. Si el regulador se
debilita, la inversión no llegará. De ser así, ¿de dónde van a salir los miles
de millones de dólares que el Gobierno tendría que invertir?
Entonces, parte de lo que estaría en juego al acotar la
autonomía de los reguladores energéticos es la posibilidad real de lograr una
competencia que fomente eficiencia en la proveeduría de petróleo, gasolina,
diesel, luz y gas.
Esto es clave, pues es imposible que México progrese sin
energía competitiva a nivel internacional (contra EU, por ejemplo). La cosa es
que Pemex y CFE tradicionalmente han sido obesos y caros.
Si la competencia era clave antes, más lo será ahora que
se busca retomar el rol del Estado como productor preponderante. Por ejemplo,
el presupuesto de CFE creció 12%, el de Pemex 18.5% y el de la Secretaría de
Energía ¡1,002%!
Le apuesto que sin regulación y competencia las tarifas
energéticas no van a bajar. Competir es la mejor arma para lograr que la
autonomía energética se traduzca en energía barata.
Cierro con una anécdota de un desayuno de febrero del
2018 en el que estuve con AMLO. Al despedirse comentó algo así: “Nuestras
elecciones son caras y complicadas. Ésta va a ser la última tan compleja y
costosa”.
Me pregunto: ¿acaso seguirá el INE? Cuidado, porque
cuando el Gobierno organizaba las elecciones hace algunas décadas teníamos
elecciones simples y baratas… pero también totalmente manipuladas.
Habrá, pues, que estar atentos para defender la autonomía
de nuestras instituciones. Estoy a favor de buscar su eficiencia basados en
análisis detallados, pero estoy totalmente en contra de estrategias tramposas
que lo que en realidad buscan es desmantelarlas.