Alejandro Calvillo
A través del Acta de Libertad
de Información de los Estados Unidos se logró tener acceso a correos
electrónicos entre funcionarios de Coca Cola y el Centro de Control de
Enfermedades (CDC) en ese país, el órgano encargado de la salud pública de los
estadounidenses. Al mismo tiempo de darse a conocer estos correos se publica
una investigación que revela la estrategia de esta empresa para introducirse al
mayor mercado del mundo, el chino, y capturar sus políticas de salud pública
con el fin de evitar que se pongan regulaciones a las bebidas azucaradas ante
el disparo del sobrepeso y la obesidad en ese país que tiene la mayor población
mundial.
Los correos entre empleados
de Coca Cola y el CDC muestran que unos y otros trabajaban en conjunto para
proteger los intereses de la empresa. El objetivo era reducir la atención en
las bebidas azucaradas como el principal responsable de la alta ingesta de
azúcar en la dieta de los estadounidenses.
En los correos de 2015
destacan los intercambiados entre el ejecutivo y estratega de Coca Cola Alex
Malaespina y la entonces directora de la División de Enfermedades del Corazón
del CDC, la Dra. Barbara Bowman. Malaespina le explicaba su preocupación de que
la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Dra. Margaret
Chan, promoviera la reducción en el consumo de bebidas azucaradas,
especialmente, en la forma de impuestos.
Un año antes, el impuesto a
las bebidas azucaradas se había establecido en México. Les preocupaba que el
impuesto aumentara en México al 20 por ciento, como recomendaba la OMS, y que
el ejemplo fuera seguido por otras naciones, como ocurrió posteriormente con el
Reino Unido, Portugal, Sudáfrica, Filipinas, en cinco ciudades de los Estados Unidos,
en Cataluña, entre otros.
Malaespina le escribió a
Bowman: “¿Alguna idea de cómo contactar a la OMS? Ahora ellos no quieren
trabajar con la industria. Ella (refiriéndose a la Dra. Chan), es influenciada
por el Gobierno chino y está en contra de los Estados Unidos. Algo debe
hacerse”. Los correos muestran una familiaridad entre estos personajes y una
colaboración con el fin de defender los intereses de la empresa. Bowman le
contestó el mismo día sugiriéndole algunos contactos en las oficinas regionales
de la OMS, y le propuso también contactar a Bill Gates. Se sabe que Gates tenía
una gran inversión, al menos hasta hace unos años, en acciones de Coca Cola.
Las revelaciones de las
estrategias poco éticas de Coca Cola han sido reveladas en diversos reportes y
documentos hechos públicos. Entre otros, en 2016 Coca Cola y Pepsico
financiaron 96 organizaciones nacionales de salud en los Estados Unidos al
tiempo que las refresqueras cabildeaban en el congreso contra iniciativas para
reducir el consumo de bebidas azucaradas. Ese mismo año, la revista JAMA
International Medicine publica una investigación basada en la revisión de miles
de documentos de la industria del azúcar que muestran cómo esta industria
elaboró toda una estrategia para generar la duda sobre los daños del azúcar en
la salud y poner la atención en las grasas como la principal causa de las
enfermedades del corazón. Esta estrategia fue exitosa en desviar la atención
del azúcar como una de las principales causas de las enfermedades del corazón por
más de 50 años.
EL CASO EN CHINA
Con 1.4 mil millones de
habitantes, China es el mayor mercado en el planeta. Esta población en
solamente veinte años, de 1991 a 2011, duplicó la incidencia de sobrepeso y
obesidad, pasando de 20.5 por ciento a 42.3 por ciento. Coca Cola entró al
mercado chino en 1979 y antes de que el Gobierno chino comenzara a poner el
foco en la necesidad de reducir el consumo de bebidas azucaradas, la
refresquera inició en 1999 su estrategia para que las políticas de salud
pública no afectaran sus ventas.
China e India, junto con
África y América Latina y otras naciones de ingresos medios y bajos, se han
convertido en el mercado a conquistar por una empresa que ve disminuido el
consumo de sus productos en las naciones de ingresos altos. El mismo fenómeno
está ocurriendo con la industria tabacalera y del alcohol, ante las
regulaciones y la reducción en el consumo de sus productos en gran parte de las
naciones ricas, están invadiendo el mercado no regulado de las naciones de
ingresos bajos.
Conociendo el impacto de su
producto, en 1999, Coca Cola fundó en China el International Life Sciences
Institute (ILSI) que ha establecido en diversas naciones para proteger sus
intereses y argumentar que sus productos no dañan la salud. La función del ILSI
es aparecer como una entidad científica independiente que cabildea entre la
academia, las dependencias públicas, hace foros, publica reportes, todo
encaminado en negar la evidencia del daño de los productos de esta empresa o,
al menos, generar la duda sobre sus daños.
Para lograr este objetivo en
China, a través de ILSI se contrató como su director a Chen Chunming, uno de
los más destacados nutricionistas chinos, que había sido presidente de la
academia China de Medicina Preventiva, una entidad científica que depende del
ministerio de salud y aporta evidencia científica para las políticas de salud
pública.
ILSI se presenta en China
como “un puente entre el Gobierno, la academia y la industria, proveyendo la
información científica más avanzada para tomar decisiones en políticas de
nutrición, especialmente obesidad y desarrollo infantil, seguridad en alimentos
y prevención y control de enfermedades crónicas”, escribe Susan Greenhalg,
académica de Harvard y especialista en China, en el British Medical Journal titulado
“Making China safe for Coke: how Coca-Cola shaped obesity science and policy in
China”.
DEL CDC A COFEPRIS Y DEL ILSI A LA SECRETARÍA DE SALUD
El ejemplo del contubernio
entre empleados de Coca Cola y el CDC en los Estados Unidos, se queda corto con
el contubernio entre Coca Cola y Cofepris en México. Este organismo nos impuso,
como parte de la estrategia nacional contra la obesidad, un etiquetado frontal
en bebidas y alimentos que había introducido en México la propia refresquera.
No basto que la OMS le advirtiera que este etiquetado no era entendible y que
tenía un criterio de azúcar que representaba un riesgo, tampoco le importó a
Cofepris que investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública, la
institución que brinda la evidencia para las políticas de salud pública en
nuestro país, advirtieran públicamente que era mejor no tener etiquetado
frontal que tener el que impuso Cofepris.
Por su parte, el ejemplo de
ILSI en China tiene sus similitudes con la captura que hizo la industria de
alimentos y bebidas, agrupada en ConMéxico, de la Secretaría de Salud, en
especial de la Subsecretaría de Prevención, que protegió a Cofepris y a
esta industria. Secretaría de Salud creó un organismo para evaluar la política
contra la obesidad dominado por la industria, del que excluyó a los institutos
nacionales de salud, especialmente al Instituto Nacional de Salud Pública. De
esta manera se excluía la evidencia científica y la crítica.
También ha jugado un papel
similar al de ILSI en China, la Fundación Mexicana para la Salud. FUNSALIUD ha
desarrollado importantes investigaciones pero siempre y cuando no afecten los
intereses de Nestlé que es su principal financiador, siempre y cuando no vaya a
promover políticas que afecten sus ganancias. Varios funcionarios públicos en
el área de salud han trabajado anteriormente en FUNSALUD así como actuales
investigadores de FUNSALUD han trabajado en el Gobierno. Difícilmente estos
profesionales van a actuar en contra de los intereses de esa empresa, la mayor
de alimentos en el mundo.
La evidencia científica está sobre la mesa, diversas
experiencias internacionales de política de salud pública están mostrando
resultados, se ha declarado una separación entre el poder político y el
económico, lo que debería evitar estas interferencias, falta ver los primeros
hechos de este nuevo Gobierno.